Ya es oficial. Hay agua en la Luna. Una lástima que muriera, sin conocer la noticia, el letrista de Fly me to the moon. Hay agua en la Luna y tampoco tuvieron tiempo de enterarse los cómicos que buscaban al gato por entre las alcantarillas de nueva York en Desayuno en Tiffany´s. Incluida la mismísima y delirante Audrey Hepburn, también princesa en Roma de minúsculo país, bella entre las bellas en Nueva York. Así George Peppard hubiera cantado a Henry Mancini, ya saben Moon River, con más entusiasmo, en aquella ventana de patio interior neoyorquino. Hay agua en la Luna, señoras y señores, así que le pueden ustedes comprar el billete a la NASA para darse una excursión y comerse una hamburguesa en aquel inhóspito lugar, al mismo tiempo que se toman una botellita de agua con gas. Con gas de Luna. Pronto sabremos más noticias del lance y de momento el agua está encapsulada en porciones de hielo, en lugares donde nunca -que se sepa-ha llegado el sol. La Luna tiene dos caras, una de ellas desconocida, o casi, donde dicen que viven personas y crecen plantas, pero de eso no existen pruebas todavía. El pequeño paso para el hombre y el gran paso para la Humanidad, que los incrédulos decían que fue rodado en el Teide, da lugar a una noticia que convertirá a la Luna, nuestro satélite de la noche, en oscuro objeto de deseo. La querrá Putin y la querrán los otros y a lo mejor entre todos destruyen la Tierra para conquistar la Luna. El fuego de los enamorados se apaga con el agua lunar, fría, gélida; pero agua. Yo quiero una piscina en la Luna, le dirá ella a él y él, como Sabina, le pondrá su nombre a todas las gotas de agua lunar. Qué bonito todo.
Publicado en Diario de Avisos