viernes. 29.03.2024

Muchos hombres buenos

Sería conveniente que esos tipos de la izquierda, la derecha y sus sucedáneos nacionalistas y demás cabestros leyeran la novela de Arturo Pérez-Reverte, Línea de fuego, que se acaba de poner a la venta. Ambientada en la guerra civil española (1936-39), da a conocer a los hombres buenos de la guerra. No busca culpables, sino que está presente en el relato la pena de que hermanos que hablaban el mismo idioma que otros hermanos se mataran entre ellos, muchas veces sin saber el porqué. La novela, basada en hechos que pudieron ser reales –o no— y en personajes que pudieron ser reales –o no—, se inspira en la existencia del bien. Todos, unos y otros, sufrieron las tarascadas de la batalla, que según Gironella provocó un millón de muertos (y según la dudosa estadística, algunos menos). Pérez-Reverte tiene el don del relato y la sabiduría propia de un gran escritor, traducido a docenas de idiomas, de saber escoger los temas. Sus novelas son éxitos; sus series de novelas (Alatriste, Falcó), apasionan al lector. Es un académico comercial, que escribe muy bien y que tiene un capacitado cerebro para fabular la historia. Sin restar un ápice de brillantez a sus relatos, los vende muy bien. Creo que los cabestros que dirigen el país y los cabestros que atacan a los que dirigen el país al día de hoy deberían aprender de lo que es capaz de conseguir un enfrentamiento entre hermanos. Nada más y nada menos –hay que añadir el hambre reinante entonces— que una guerra civil. Pérez-Reverte no toma partido por ninguno: ni por los que vivieron, ni por los que murieron, ni por los que perdieron, ni por los que ganaron. Un relato inteligente no necesita ni muchachos ni bandidos, ni pataletas en el gallinero cuando llega el Séptimo de Caballería. Los descuartizadores de países, sean los que sean, deberían leer lo que cuenta Arturo.

Publicado en Diario de Avisos

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