Dicen que la profecía afirma que este papa -llamado el papa negro, como así se denominan todos los prepósitos de la Compañía de Jesús- será el último. Y, después, el caos. Mas yo no creo en Dios, así que menos reconoceré a los profetas. Pero puede que exista un error. A lo mejor “la” fin del mundo llegará con Alexandria Ocasio-Cortez sentada en el despacho oval de la Casa Blanca. Oriunda de Puerto Rico, 30 años, lista y cercana, bien formada, acaba de ganar las primarias demócratas de Nueva York; y que tiemblen Trump y los del tea-party porque aquí puede surgir un valor respetado por los hispanos y los negros de los Estados Unidos, que ahora andan indignados por lo que sucedió en Minneapolis y en Atlanta. Congresista a los 28 años, a los 30 puede ser aspirante a la presidencia, quién sabe, aunque no creo que ocurra este año, porque Joe Biden (77) tiene los apoyos matemáticos para ser elegido candidato demócrata. Ya se verá. Alexandria fue camarera antes de graduarse en Yorktown, Boston, en Relaciones Internacionales, y es un valor en alza en el Partido Demócrata, a menos que le encuentren pronto una braga descascarillada, una aventura amorosa o una mucama sin seguridad social. En este último caso puede pedir consejo a Echenique, experto en practicar estas lides y quedar impune (no la lid de la braga, sino la de la mucama). Ya les hablará de ella mi compañera María Rozman, que sabe mucho más que yo de estas cosas de la política norteamericana, pero esta mujer parece valiosa y cada día se le respeta más, sobre todo en Nueva York. El mundo está cambiando. Y ya es hora de que una mujer asuma la presidencia real de los Estados Unidos; y no sólo en las series sobre la Casa Blanca.
Publicado en Diario de Avisos