viernes. 19.04.2024

La culpa es del cha-cha-cha

Ahora resulta que la culpa de todos los males del PP es de las paredes del edificio de Génova, que es una sede maldita, no de los que estaban dentro y se mamaron las perras. Casado, que es un hermano lego, achaca sus males a que ese edificio está bichado, lo quiere vender y se quiere ir. Es como si se vendieran la Casa de América, o la Casa de Lercaro, por los fantasmas que tienen dentro. Cuando Hernández-Rubio se plantó en la puerta del Casino de los Caballeros con dos putas de sus brazos, el portero mayor lo paró en seco: “Don José María, usted no puede entrar aquí con estas dos señoritas de dudosa reputación”. “¿De dudosa reputación dice usted?; no, estas son putas. Las de dudosa reputación son las que están dentro”. La anécdota es cierta, me la contó el propio profesor durante un almuerzo, antes de entregarle la Medalla de Honor de la Asociación de la Prensa. Don José María estaba leyendo la Hoja del Lunes en el bar de la universidad y yo me acerqué a pedirle un bocadillo a Salvador. “¿Sabe usted que este es el periódico más interesante del mundo?”, me dijo Hernández-Rubio. “¿Por qué, don José María?”, contesté. “Pues le parece poco, porque no dice nada”. Impartiendo una clase se produjo un alboroto en el aula: “¡Cállense, que aquí no hay más cojones que los míos!”. A lo que un alumno de la última fila respondió: “Y los míos, don José María”. El viejo profesor de derecho Político se quedó mirando al atrevido y exclamó: “Y los de ese señor”. Ahora Casado, que es licenciado en derecho exprés, quiere vender la sede de Génova. ¿Y quién se la va a comprar, si está maldita de mamandurria? Cualquiera se atreve a poner el llavín en la cerradura. Puede quedarse pegado a ella para siempre. La culpa es del cha-cha-cha, tolete.

Publicado en Diario de Avisos

La culpa es del cha-cha-cha
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