jueves. 31.07.2025

Tocar para hacer público

Grupo ExperienCe, en Yaiza Naturaleza Sonora
Grupo ExperienCe, en Yaiza Naturaleza Sonora.

 

Reseño un ensayo didáctico de la banda cubana Irakere en el teatro de la facultad de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico y la celebración anual del Festival Internacional de Jazz de Barranquilla, Barranquijazz, como dos acontecimientos inolvidables de los años 90 que me ayudaron a cogerle el gustillo al jazz jazz, como dicen los más puristas, y al latin jazz.

El director musical de Irakere, Chucho Valdés, daba una nota en el piano para que el saxo u otro músico que elegía respondiera con su instrumento a esa misma nota, y así, el maestro progresivamente aumentaba la dificultad de interpretación retando a cada uno de sus músicos para ver hasta qué punto eran capaces de responder. Toda una lección de dominio instrumental de un puñado de virtuosos, improvisación y sonoridad con gusto al oído para el disfrute de quienes abarrotamos la sala pagando cero pesos.

Y la irrupción de Barranquijazz en septiembre del 97 fue realmente increíble, un regalo impagable para los amantes de la música y para una ciudad que necesitaba y necesita ahora propuestas seductoras que ayuden a recuperar la dinámica de tiempos en los que la oferta cultural era amplia y variada.

El festival debutó con figuras de la talla de Justo Almario, Paquito D’ Rivera, Edy Martínez, Luis ‘Perico’ Ortíz y, como si fuera poco, otro músico de campanillas, el pianista cubano Gonzalo Rubalcaba. Para hacernos una idea del nivelazo, Edy Martínez, uno de los grandes del jazz colombiano, participó en producciones ganadoras de Grammy y fue arreglista y pianista para versión en español de las películas de James Bond.

Barraquijazz no tardó en convertirse en el mejor encuentro musical del género de Colombia hasta amasar prestigio internacional por las figuras que convocaba de América y Europa, del viejo continente, sobre todo músicos y voces italianas.

El pasado mes de julio, me encontré durante mis vacaciones con el melómano Tony Caballero, uno de los cuatro fundadores de Barranquijazz, y no solo me confirmó que el festival no se hacía este 2025 después de casi 30 años de ediciones ininterrumpidas, porque hasta en pandemia pudo celebrarse con conciertos virtuales, sino que su expresión no verbal me lleva a pensar que su futuro está muy en veremos.

Es verdad que para mantener un festival de tantísimo nivel se necesita mucho dinero y apoyo institucional y empresarial, pero ojalá me equivoque porque son ese tipo de encuentros en cualquier lugar del Planeta que expanden la música, que proponen eventos alternativos gratuitos en la calle, que son escaparate para artistas jóvenes que tienen la oportunidad de presentar sus propuestas, que ayudan a músicos y público a formarse con talleres y charlas, que promueven concursos para acceder a becas y complementar estudios en el exterior, que hacen de puente entre figuras contrastadas del mundo de la música y talentos que dan sus primeros pasos y porque en los festivales también se toca para hacer público.

En medio de tanto desinterés por la cultura, y más por parte de las administraciones públicas, que son las primeras que tienen que empujar el carro para atajar el problema estructural que tenemos con la debilidad del nivel educativo y falta de pensamiento crítico, son plausibles todos los esfuerzos para construir público. Artistas hay, pero hace falta mucho más público, sobre todo público joven.

Por todo esto, recibo como plato de buena mesa iniciativas culturales como Yaiza Naturaleza Sonora, que en su estreno este sábado en el pueblo lanzaroteño de Uga nos ofreció la propuesta jazzística del dúo ExperienCe, un proyecto joven de jazz fusión, hecho por jóvenes, Cristopher Pérez, teclado, saxo y voz, y Eloy Mañogil, batería.

Yaiza Naturaleza Sonora es un ciclo de conciertos de distintas músicas que tiene programado hasta diciembre un espectáculo mensual gratuito en espacios a cielo abierto para disfrutar de la música en lugares poco convencionales que dan otra dimensión a las actuaciones, haciendo más útiles lugares cotidianos de la comunidad.

Todas las iniciativas que perduren en el tiempo con una buena dosis de imaginación y financiación son bienvenidas, la constancia ayuda a construir público, estimula la creación y abre puertas a artistas emergentes. En el caso de la música, hay que tocar porque toca hacer público, y enamorar. “Tócala, Sam”, una de las citas memorables del film Casablanca (1942), protagonizado por Humphrey Bogart e Ingrid Bergman.

Tocar para hacer público
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