jueves. 28.03.2024

El Gordo y el Flaco

Para los más jóvenes a quienes quizás no les suena, Laurel and Hardy, El Gordo y el Flaco, fue una de las parejas cómicas que dejó huella en el cine desde el siglo pasado. Los actores Oliver Hardy, el Gordo, y Stan Laurel, el Flaco, siguieron la estela de estrellas rimbombantes como el maestro cum laude, Charles Chaplin, palabras mayores,  y de otro gran actor, director y guionista, Buster Keaton. Con la filmografía de ellos, varias generaciones nos reímos, aprendimos a apreciar los increíbles recursos narrativos del cine mudo e interiorizamos el séptimo arte como vehículo de transmisión inteligente de la crítica social. Laurel and Hardy tuvieron además la virtud de adaptarse al cine sonoro.

Recordé estos días al Gordo y el Flaco viendo uno de los últimos ‘gag’ que anima el pulso por el poder en la política estadounidense. Trump publicó un tuit reconociendo su derrota ante Biden, “aunque fuese con trampas”, para menos de una hora después decir a través del mismo medio, la principal arma de su bochornoso gobierno, que “No concedo NADA”.

Trump y Biden, antagónicos físicamente como el Gordo y el Flaco, no son amigos como sí lo fueron Laurel and Hardy, con sus más y sus menos.

La lucha por la presidencia de USA es un asunto de máxima preocupación para el país y para el resto del mundo, nada comparable con la cómica interpretación de torpezas del género ‘slapstick’, basado en la comedia física exagerada que protagonizaron el Gordo y el Flaco.

Se me ocurre que la pareja Biden - Trump, y no Trump - Biden, para poner por delante al ganador, aún sin confirmar, pudiera protagonizar el film ‘El Castrochavismo desembarca en USA’. Es de locos, pero fue el argumento para intentar infundir miedo en la población que vendieron principalmente en el Estado de La Florida, un Estado clave en elecciones plagado de latinos, seguidores de Trump y gobiernos satélites corruptos como los de Brasil y Colombia, y el partido Centro Democrático de este último país, que de centro solo tiene el nombre, comandado por Álvaro Uribe Vélez, alias El Matarife, que suplicaban la reelección republicana.

No se cortaron un pelo y hasta campaña hicieron a favor de Trump, repito, con el ridículo argumento que la gran potencia capitalista, poderosa y dominante, con el permiso de China, sería tomada por lo que llaman ‘Castrochavismo’, en manos de Biden, intentando diluir  que los poderes fácticos son los que verdaderamente cortan el bacalao en el país del Tío Sam, obviando también los vínculos de Biden “con el complejo militar-industrial norteamericano y con los sectores financieros de Wall Street”, como lo describe el analista político y profesor universitario argentino  Héctor Bernardo en una interesante columna titulada ¿Quién es Joe Biden?, refrescando además que Biden “apoyó todas las invasiones norteamericanas del siglo XXI”.

Es fácil superar a Trump en el saber estar. El magnate dejó el listón por el suelo y cualquier futuro inquilino (a) de la Casa Blanca  con un comportamiento medianamente decente podría hacerlo.

En este maremágnum de puestas en escenas cómicas y serias a la vez, que es lo que tiene la democracia allá y aquí, sale una voz muy  respetada en el mundo. Nada menos que la del director de cine y activista norteamericano Michael Moore. 

Muy optimista Moore celebra la victoria de Biden pidiendo en una carta abierta al líder demócrata que “no se aleje de la izquierda progresista hacia el centro cobarde”. El tándem Joe Biden – Kamala Harris tiene el reto de superar a Trump, y más que en el simple saber estar, en tomar decisiones y acciones valientes para la implantación o recuperación de políticas sociales básicas que clama Moore y el pueblo estadounidense que le dio la victoria: sistema sanitario que dé cobertura a toda la población, trabajo con salarios dignos y reducción de la brecha entre ultrarricos y pobres. Moore pide borrar de un plumazo “277 políticas y decisiones de Trump que usted tiene la autoridad legal para revertir inmediatamente por orden ejecutiva o decisión de política presidencial”.

Aparte de estos y otros asuntos internos de USA como la violencia en las calles por la fractura entre dos bandos, uno de ellos jaleado por el populismo que no acepta la derrota, y el cuestionamiento al sistema electoral y sus reglas, está la política internacional que igualmente termina salpicándonos a todos, en medioambiente, economía, intervenciones militares, gestión de la pandemia, carrera armamentística  y el expolio de recursos naturales de territorios cercanos y lejanos, causante de más guerras, conflictos y pobreza. No es una peli del Gordo y el Flaco, es una historia muy seria que en breve tendrá que protagonizar Biden cuando Trump acepte su inminente papel secundario.

El Gordo y el Flaco
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