sábado. 20.04.2024

“Bloques para Cruz Blanca”. Así se llama la campaña que la Asociación que lleva este nombre está llevando a cabo en Lanzarote para que todos los ciudadanos que puedan colaboren en la construcción de un hogar para las personas mayores dependientes y con una situación de exclusión social de Arrecife.

Franci Martín, presidente de esta formación, recuerda que nacieron en el año 2002 con la finalidad exclusiva de llevar a cabo este proyecto “viendo la carencia que hay de plazas para estas personas”. Desde entonces han llevado a cabo varios actos y se han dedicado a ir buscando subvenciones para poder hacer este centro realidad.

Aunque en principio pudiera parecer que es una asociación religiosa ligada a los hermanos franciscanos Cruz Blanca, los integrantes del grupo de Lanzarote no son religiosos y “nunca hemos mirado ni el color, la condición o la creencia de la gente”.

Hoy en día, no son muchos los integrantes de Cruz Blanca en la isla. De hecho, en la junta directiva sólo hay siete personas, a las que con motivo de la crisis, no les ha quedado más remedio que agudizar la imaginación y crear la campaña en la que ahora están inmersos.

La idea consiste en poner precio a un número de bloques, a una puerta o a una ventana, un dinero simbólico que se puede aportar en la Caja de Canarias.

Según Martín, hay muchos candidatos a ingresar en un hogar de estas características en Lanzarote. Piensa que “hay decenas de personas mayores que están esperando en un hospital por una plaza en un centro”. Añade que “por la falta de plazas en los centros públicos hay muchos enfermos crónicos o en situación de exclusión social que están en los hospitales”. La situación se agrava con varios aspectos como el envejecimiento poblacional, la deficiencia en la aplicación de la Ley de Dependencia y la carencia de centros.

No hay una radiografía clara de cuántas personas mayores están en esa situación pero ellos estiman que, como poco, decenas. Lo que sí parece evidente es que deberían ser las instituciones públicas quienes se ocuparan de ellas. “Aquí todo el mundo se apuntó a un bombardeo para la puesta de la primera piedra, se hicieron partidas presupuestarias interesantes pero luego llegó el tema de la crisis y se acabó”, se lamenta. Reconoce que este proyecto es privado pero son las instituciones las que no se quieren ocupar y encargarse de hacerlo público. “Es un mal síntoma de esta sociedad que tenga que surgir este tipo de asociaciones para paliar estas carencias”, comenta.

Cruz Blanca ha tenido que dirigirse ya a varios responsables políticos y explica que “cuando les pedimos, o mejor les exigimos porque es la obligación de los políticos, que se impliquen, siempre nos dicen que es un tema privado o que no hay dinero, sin darse cuenta de que es una necesidad”.

“No digo que haya abandono en los hospitales pero es cierto que dejan a la gente sin hacer presión y al final todo recae en los Servicios Sociales municipales, que están haciendo un servicio de ayuda a domicilio a personas mayores que deberían estar en un centro sociosanitario”, argumenta.

En cuanto a las personas que están en la calle, comenta que algo hay que hacer con ellas. No quieren convertir el centro en un albergue de bajo umbral pero sí en un cobijo para esta gente que no puede estar en un hospital. “Se trata de acoger a quienes la sociedad no quiere”, dice.

De hecho, intentan atender a aquellos que no pueden permitirse el lujo que supone hoy en día ingresar en una residencia privada. Martín habla de que estos centros están cobrando una media de 1.800 euros mensuales, “algo aceptable para un negocio privado pero que no tiene nada que ver con lo que nosotros planteamos”.

En opinión de Martín, otro problema es que los políticos dicen las cosas pero no las plasman por escrito, cuando “lo importante sería firmar un convenio porque el proyecto está terminado, la licencia se nos agotó hace dos meses y hemos tenido que pedir la renovación que cuesta otros 3.900 euros más”.

9.000.000 de euros

El proyecto tiene de momento la base, es decir, un foso en la calle San Juan de la Cruz, junto a la parroquia de Altavista, con sus paredes de hormigón, que se hicieron con los 250.000 euros que vinieron del Gobierno de Canarias. El Ayuntamiento de Arrecife ya ingresó los 30.000 euros con los que se comprometieron y ahora faltan los 50.000 euros del Cabildo y los 75.000 de la Consejería. Son 153.000 euros que ni se acercan a los 9.000.000 que se necesitan para cubrir una obra de esta envergadura, con 80 plazas residenciales y 15 centros de día.

El presidente de Cruz Blanca se lamenta de que la obra se haya parado, teniendo en cuenta el volumen de trabajo que podría generar en la isla si se estuviese llevando a cabo, durante la construcción y después, con el personal que tendría que contratarse para gestionarlo. Los 9.000.000 de euros ni siquiera cubrirían el equipamiento, para el que se necesitaría otra cantidad importante. “De momento, no lo hemos calculado porque estamos centrados en el edificio”, explica al tiempo que comenta sorprendido que las obras sociales de las Cajas de Ahorros sí que ofrecen dinero para equipamientos pero no para la construcción. Explica que las peticiones ya están hechas pero que de momento, no saben cuánto les darán.

En cuanto a la organización del centro, comenta que las plazas se adjudicarían de acuerdo con las instituciones. La cuestión económica sería gestionada por los hermanos franciscanos de la Cruz Blanca. “A mayor número de plazas conveniadas, más se abarata el precio y lo ideal sería que se llegara a un acuerdo con el Cabildo o el Ayuntamiento, ya que son sus técnicos los que conocen la realidad y saben qué personas son las que más necesitan entrar en el centro”, explica.

Insiste en que el objetivo de su asociación es crear el edificio, dejarlo equipado y que luego funcione con su dirección en connivencia con las distintas instituciones. Pero para eso falta un elemento clave en la construcción del centro, la solidaridad conejera.

Se venden bloques solidarios
Comentarios