Este viernes 3 de julio comenzaron oficialmente las fiestas en honor a Nuestra Señora del Carmen en Teguise. La comisión de actos este año eligió a una persona muy vinculada a las actividades culturales del pueblo, sobre todo las relacionadas con el teatro, es además actualmente concejal del PP en el Ayuntamiento de Teguise, Fermín García Pérez. Su anuncio oficial de las fiestas deleitó al gran público presente, que desbordó la sala principal del Palacio Spínola. Con sus palabras revivió La Villa de Teguise de los años sesenta, enumeró a gran cantidad de vecinos del pueblo, los oficios de la época, relató la rutina diaria de un día en esos años, salpicó gran parte del pregón con anécdotas y curiosidades que encantaron a la sala.
PREGÓN
Queridas amigas, queridos amigos, vecinos y visitantes de otras tierras: sean todos ustedes muy bienvenidos.
Quiero antes de empezar, expresar mi más sincero agradecimiento a las personas que me encomendaron la labor de confeccionar EL PREGÓN DE LAS FIESTAS DEL CARMEN DE LA VILLA DE TEGUISE.- Reconozco ante todos ustedes que me llena de satisfacción y es para mí un gran orgullo el poder tener el privilegio de ser yo este año el pregonero de LA VILLA, el que les abra ritualmente las puertas de las fiestas, pero me pregunto si seré el pregonero que TEGUISE se merece.
También reconozco ante todos ustedes que tuve muchas dudas y titubeos antes de aceptar; yo pensaba que ser pregonero era dar lectura a unos textos que alguien facilitara, pero no era así: ¡tenía que redactarlo yo! Estuve casi desanimado por la responsabilidad y estuve a un paso de dar a otro el testigo. Luego reflexioné. Me sentí traicionado por mis sentimientos, (mi cerebro me indicaba que era una labor muy difícil y que no estaba preparado y mi corazón me alentaba a ello) me dí ánimos, me armé de valor y no me quedó otro remedio que aceptar la invitación y aquí estoy con todos ustedes: Con el corazón en la mano, no podía negarme, porque TEGUISE a mí me puede mucho.
Según el diccionario de la Real Academia Española de la Lengua, PREGON significa “promulgación ó publicación que en voz alta se hace en los sitios públicos de algo que conviene que todos sepan”, otro significado se refiere a “discurso elogioso en que se anuncia al público la celebración de una festividad y se le incita a participar en ella” y otro más dice “alabanza hecha en público de alguien ó algo”; y esto último me dio una idea: me gustaría que mi PREGON fuera una alabanza a LA VILLA DE TEGUISE y a sus gentes.
Pero ¡menudo problema!: por donde empezaba, qué escribía y sobre qué.- Le daba vueltas y vueltas, pensé hablar con el historiador del pueblo para que me preparara “alguna cosita”, “algunas fechas”, “algunos datos”, pero al tiempo pensé que todo esto estaba muy visto en muchos pregones, y seguía dándole vueltas ¡y nada! y vueltas ¡y nada! .
De buenas a primeras, en el transcurso de una conversación escuché “sector primario”. Conocía el término. Me quedé un momento pensativo y me dije: ¡por fin! ¡ya lo tengo!: mi PREGON quiero que refleje una visión de UN VIAJE CORTO A LA VILLA DE MI NIÑEZ.
Lo de sector primario que se está oyendo mucho en nuestros días, se refiere “al que abarca las actividades productivas de la agricultura, la ganadería, la pesca y la minería”. Y TEGUISE, al ser el municipio más grande de Lanzarote, tenía una importantísima actividad en este sector.
Mis amigos saben que me apasiona la historia de TEGUISE; cada vez que tenemos ocasión de reunirnos para “echar un alegato y un vaso vino”, aprovecho para escuchar historias, cuentos, anécdotas “del tiempo de antes”.
Y digo esto, porque para que los que no lo sepan, la concepción que tengo yo de la VILLA de mi niñez y de mi juventud es la de UNA GRAN CAPITAL, aún no siéndolo.
Y nos vamos al “sector primario” y comenzamos “mi viaje” “a cuando yo era chico”:
AGRICULTURA: Yo me acuerdo que en LA VILLA había muchos agricultores, propietarios, de medias y de peonadas, mucha gente y muchas familias vivían de la agricultura.- Me acuerdo de ver todos los campos sembrados, ya fueran arenados, bermejos ó de jable: El Lomo Blanco, La Vega, Asnilla, Mánguia, Los Llanos, Las Cruces, Chimída, Los Divisos, La Torre, Cuesta Ajay, Las Amapolas, El Majuelo, Morro Hueso, El Jable, El Monte... Me acuerdo de ver a mi tío Pepe arenando a serones con el camello, porque en mis tiempos se arenaba a mano y con animales; me acuerdo que entonces no venían papas “de fuera”, se cosechaban aquí, no me olvido nunca de las papitas negras pequeñas que comía en el Majuelo en casa de mi tía Eugenia cuando hacia sancocho. Se plantaban toda clase de granos, frutos, tabaco ... Me encantaba ver como se hacía la trilla de los granos en las eras: Iban llegando los camellos con el “baso” repleto; se preparaba el “carcaero” y se empezaba a trillar con los animales (eran multiusos: araban, tanganillaban, cargaban, trillaban y arrastraban), se iba dando vueltas a la paja, se retiraba ésta, se apilaba alrededor de la era formando como un muro, porque éste hacia falta para contener la paja fina mientras se aventaba y al final a medir con la media ó con la fanega ó con el medio almud el grano y por último a hacer los pajeros.
GANADERIA: Yo me acuerdo que en LA VILLA había por lo menos cuatro ganados: El de Tomás el pastor, el de “seño” Florencio, el de “seño” Félix y el de “seño” Domingo Betancor; pero los ganados de antes no eran como los de ahora: los ganados los conformaban las cabras de todos los vecinos; en cada casa dependiendo de la familia había una ó más cabras. Todas las mañanas pasaba Tomás a recoger las cabras de su ganado para llevarlas al campo a pastar, daba unos gritos a modo de llamada y se empezaba a ver las cabras saliendo de las casas. Y a mí lo más que me llamaba la atención era por la tarde cuando regresaba el ganado: Tomás dejaba las de mi barrio en la “esquina Emilio” y las cabras venían solas cada una a su casa. Tomás solo tocaba en las puertas para cobrar la mensualidad ó cuando el macho había hecho su trabajo y había que pagarle con “la ración”.
PESCA: Yo me acuerdo que en LA VILLA había marineros que se iban a “la costa” Andrés Parrilla, Quico Parrilla, Lorenzo Ventura, Víctor Ventura, Segundo Martín, Cristóbal... Recuerdo que cuando volvían, traían pescado salado que siempre repartían en la medida de lo posible con los vecinos, dándonos así la posibilidad de degustar y de disfrutar un sancochito de “ajoba”.
INDUSTRIA: Yo me acuerdo que en LA VILLA había industrias: Quizá para mí una de las más importantes (y aquí encajamos la minería) eran los hornos de cal. Había tres caleras: La de Leandro, la de Luciano y la de Pepe Rodríguez. Recuerdo el proceso: Unos trabajadores extraían la piedra de cal de La Montañeta y se llevaba ésta a la calera; otros trabajadores con unos marrones chiquititos y livianitos partían la piedra en trozos pequeñitos y otros con unas cestas de “pírgano” iban llenando los hornos, alternando capas de piedra y capas de carbón y cuando estaba completo se le “pegaba” fuego. Recuerdo como si fuera ahora el aroma tan agradable que emitían los hornos cuando estaban quemando piedra y que se derramaba por todo el pueblo. Las caleras de LA VILLA vendían cal para toda la isla y para “el Puerto” donde incluso tenían un almacén para la venta.
Me acuerdo que había latonerías (lo que hoy serían talleres ó industrias del metal): La de José Padrón, la de Fefe Machin, la de Sosto. Todas y cada una de ellas elaboraban y reparaban toda clase de herramientas para la labranza: plantones, escardillos, horquetas, rastras, arados y de uso doméstico como regadores y duchas, (quien de mi época no se acuerda de aquellas duchas de lata que se colgaban en la pared del baño ó en el “patio atrás” con una tacha y se llenaban con un balde y que admitían si se podía un cazo de agua caliente para contrarrestar la frialdad del agua del aljibe) y también arreglaban si se rompían, platos y “lebrillos” (usaban un aparato que era como una especie de taladro manual y que lo llamaban “trompo”, ya que era redondo y con un hilo; abrían unos agujeros por los que pasaban una grapa metálica, la apretaban y el plato ó el “lebrillo” ¡ya no se salían!) y también “destupían” los quemadores de los “infiernillos” y de los “petromanes”.
Me acuerdo que había carpinterías: La de Nicasio Acuña, la de Antonio Curbelo, la de maestro Agustín Castillo, la de Nono, la de don Domingo Spínola, donde también trabajó Serapio, la de Sindo, la de Siano, la de Jordán... Algunas ¡hacian muebles! Y alguna hacía cuando era necesario “cajones y cajoncitos”.
Me acuerdo que había zapaterías: La de maestro Rodolfo, la de Manuel, la de maestro Juan, la de Marcos... Algunas ¡hacian zapatos! y fue Marcos quien confeccionó las primeras botas de cuero para los jugadores del Club Deportivo TEGUISE.
Me acuerdo que había “panificadoras”, que inundaban de aroma de pan recién salido del horno todas las mañanas el pueblo: Seño Frasco, Nicasio, Angelito.
Me acuerdo que había costureras, que siempre tenían trabajo, pero que éste se les amontonaba por las fiestas, porque había que estrenar: Nina, Dolores, Faustina, Eugenia, Matilde, Reyes...
COMERCIO: Yo me acuerdo que en LA VILLA había tiendas, muchas tiendas: Pepe Morales, Don Maximiano, Tino, Emilio Fontes, Maria Luisa, Frascorra, Magdalena, Doña Lola, Nieves de León, “seña” Concha, Juana Diaz, Cecilia, Severa, Rafael, Pedro Perdomo, Amelia, Victoriano, que vendían de todo y las más grandes despachaban al detalle petróleo y aceite, que sacaban de los bidones con unas bombas de manivela; y las que tenían “departamento de droguería” como por ejemplo la de Magdalena, vendía colonia a granel: se llevaba un tarrito chico se le decía el importe que se quería comprar, medía y te echaba la colonia en el tarrito con un “fonilito” diminuto que siempre me llamaba la atención por su tamaño; y también se podía comprar pero sólo cuando uno estaba mal del estómago y dependiendo de las posibilidades económicas un vasito ó medio de gaseosa.
Me acuerdo que había dos carnicerías: Nicolás Reyes, que incluso hacía chorizos y Francisco Duque.
Me acuerdo que también existía en LA VILLA comercio ambulante: Pescado fresco de La Caleta traído en burro: “seño” José Machin y Maruca; pescado seco, salado y tollos: Fidela y prendas de vestir y complementos: José “el turco”; y Manuel Lemes que con su burro, iba a Haría varias veces en semana, a vender ó tratar las batatas que llevaba y traía higos “porretos”, cestos y cestas de palma.
Me acuerdo que había bares, muchos bares: El Acatife, donde se podía comer todos los días el pescado empanado, y por pascuas y en invierno el cabrito, todo ello regado por el vino de la Geria que producía y embotellaba en sus versiones de blanco, tinto y moscatel dulce especial, don Severino; el bar Madrid, casa Fernando donde por carnavales vistieron a uno aficionado al vino, de diablete, lo sacaron fuera y le dijeron: ¡corre!, al momento escucharon un golpe, se asomaron y vieron al diablete en el suelo, porque se había “estampado” contra el muro del “huerto Pancho”, fueron hacia él y le preguntaron que había ocurrido, a lo que contestó el herido: “ños” ¡yo pensé que la careta me llevaba!; el bar de Murcia, el merendero El Sol, la Cantina (curiosamente y en el mismo local existe en la actualidad un restaurante con el mismo nombre), El que faltaba, casa Tino, donde se podía degustar carne de cochino en adobo riquísima, llamándome la atención que cuando alguien pedía una tapa, entraba Tino a la cocina y aparecía con un cachito de carne pinchado en un palillo servido en unos platitos ovalados pequeñitos; Emilio Fontes, donde se podía tomar todos los domingos ponche casero hecho por él mismo y tapas de paella y garbanzos, porque ese día jugaban los hombres a “pelota mano” justo delante de la tienda y de la parada de la guagua y a donde iba yo casi siempre de “recogepelotas”: Me “encaramaban” por encima del muro del “Hoyo Don Severino” para coger las pelotas que se “encajaban”, y por ese trabajito casi siempre “caía” un vasito de “agua moya”; Antonio, Nicasio, “seña” Julia, casa Pacheco, el bar Chispa, Juan Duque...
SERVICIOS: Yo me acuerdo que en LA VILLA, teníamos todos los servicios:
Electricidad: una “fábrica” de dos motores, daba luz al pueblo de seis de la tarde a doce de la noche, excepto cuando había un duelo que se dejaba encendida hasta el amanecer.
Agua: Todas las casas tenían aljibe, ya que carecíamos de agua corriente y de instalaciones.- En los años malos había que comprar el agua a las “cubas”, por lo que el Ayuntamiento hizo cuatro “pilares” de agua corriente estratégicamente situados para el consumo doméstico que todavía hoy se conservan: el de Los Molinos, el de la Plazuela, el de San Francisco y el de la carretera del centro, desde los que se llenaban garrafas, garrafones y baldes.
Correos: Maestro Domingo, siempre con un exquisito orden, control y limpieza en la oficina y Zenón repartiendo.-
Educación: Teníamos cuatro grandes escuelas, dos para los chicos y dos para las chicas, porque cuando yo era chico, no se mezclaban alumnos con alumnas, siendo las maestras de las chicas Doña Hortensia y Doña Mercedes, y los maestros de los chicos Don Antonio, que era el mío y Don Amador. Y la escuela tenía un comedor escolar, cuya cocinera era Lola la de Simón y que fue donde aprendimos a usar de forma correcta los cubiertos y guardar las formas en la mesa.
Comunicaciones: En LA VILLA solo había un teléfono que controlaban Rosa y Pino y como técnico Pepe Luzardo. Me acuerdo que cuando alguien iba a recibir “una conferencia” (una llamada), ellas avisaban al vecino indicándole a la hora que tenía que personarse en la central.
Sanidad: Don Alfonso, que era el médico y Alfredo y Alejandro los que ponían las inyecciones.-
Taxis: Don Alfonso Tolosa, Fefe Machín Andrés Cejas.-
Taxistas: Luis Ventura, Vicente Hernández, Florencio y Eugenio Delgado, Quico Armas, Antonio Duque, Paco “el majorero”...
Conductores del Cabildo: “seño” Felipe, Pedro Pérez, Rosendo.-
Conductores de guaguas: José Manuel Luz, Chano y Pepito el de Severa.
Transportes: Juan González, Juan Morales, Pepín Bethencourt, Santiago Hernández, quién nos dio la oportunidad de ver por primera vez una pala mecánica.-
Gas: Antonio “el canario” se encargaba de la distribución e instalación de las botellas de gas a las casas que tenían este adelanto, porque había muchas casas que todavía tenían teniques ó “infiernillos” ó cocinas de “mecha”.
Exportación: Había al menos dos empresas que enviaban los productos agrícolas a las islas, a la península y al extranjero: Santiago Hernández y Eugenio Robayna, que embarcaban granos, sobre todo la “lenteja de Lanzarote”, sandias, cebollas, batatas, tabaco... Esta actividad generaba en temporada muchos puestos de trabajo: Hacer las cajas para batatas, manipulación, selección y envasado de las mismas, recolectar, marcar y embarcar las sandías, despalillar y enmanillar el tabaco, envasar las cebollas...
Transformación y elaboración de cereales: (¡Gofio!) Me acuerdo que había hasta tres molinos: La molina de Pepe Herrera, la molina de Robayna, con su maquinista y molinero Jordan y el molino de Pacheco, éste tuvo varios dueños: Don Pedro Diaz, maestro Rodolfo, José Martín y por último Pacheco. Se habrán dado cuenta de que había molinas y molinos. Recuerdo el proceso: Lo veía en mi casa, porque mi madre tostaba como se tostaba en casi todas las casas, y cuando había grano suficiente, hasta se hacía una “tafeña” (palomitas de maiz de nuestra epoca). Se tostaba el grano en el “tiesto” con jable, se cernía, se metía en el “costal” y se llevaba a la molienda; también recuerdo el inconfundible aroma del gofio recién molido.
Administración: Ayuntamiento: Alcalde y concejales; y llevaban todo, el secretario Don Celestino, Pepe Bonilla, Don Zoilo y Miguel Hernández.
Justicia: El Juzgado de Paz, donde todos los días venía gente de todo el municipio a por papeles, partidas, nacimientos, “casorios” defunciones... Me acuerdo en especial de mi padrino de confirmación Olegario y de dos secretarios: Don Francisco, a quién se le escuchó por primera vez la expresión “hola mi amor” y a quién le gustaba “echarse unos pizcos” y que un día no se encontraba en condiciones de irse a su casa y le pidió a Genaro, que estaba sentado como casi todas las tardes en el muro de la Iglesia, enfrente del Acatife, que lo llevara, a lo que éste le contestó: El puerto queda “pallá” y La Caleta “pallá” y dejó a Don Francisco sin poderse valer; y Don Víctor, buen hombre, andaluz, éste no tomaba pero estaba empeñado en llevarse a Andresito Parrilla a la península para hacerlo torero.
Seguridad y orden público: cuando yo era chico, no había policía local, había celadores, y eran dos: Francisco y Alejandro y había un cuartel de la Guardia Civil, y había orden... y respeto.
Parques y Jardines: Rafael el sacristán tenía siempre la plaza como un vergel; perfectamente regado y limpio. Y en la plaza había flores...
Servicio de mensajería: Me acuerdo que cuando hacía falta en una casa cualquier cosa que no fuera posible encontrarla en las tiendas, ó algún medicamento, había que pedírselo a “seña” Amalia, quien por un precio módico, traía desde Arrecife todos los encargos que se le hicieran, que eran muchos y que para acordarse de todos y de cada uno de ellos, se valía de unas cintas que se ataba a los dedos de sus manos y ¡no fallaba!.
Artesanía: Desde que me acuerdo, siempre se han hecho timples en LA VILLA, Simón Morales y sus hijos Simón y Juanele, Lolo Lemes, Marcial Santisteban, tradición que afortunadamente y gracias a ellos, se mantiene en nuestros días.-
Me acuerdo que Maria Luisa tenía un almacén donde trabajaban las chicas; “presillaban” con las rosetas que hacían las mujeres en sus ratos de ocio en sus casas; y se elaboraban con rosetas, blondas y manteles.- Decían las malas lenguas que también algún chico hacía rosetas.
Belleza: No había peluquerías, había barberías; en el “barrio abajo” estaba la de Antonio Callero “el mudo” y también había gente que “pelaba” como Alfonso y Marcial Cabrera y me acuerdo que algunos chicos que se iban a pelar, salían llenos de “gavias”.
Pintura de exteriores e interiores: “seño” Juan de Armas y “seño” Lorenzo. Cuando yo era chico, las casas no se pintaban con pintura plástica, se albeaban con cal, y no con rodillo y tubo extensible sino con escoba de albear y escalera de arrimar y si el frontis era muy alto ó de dos pisos, se amarraban dos escaleras con una soga.
Servicios funerarios: Cuando alguien fallecía, nos enterábamos porque doblaban las campanas de la torre; los familiares llamaban a “seño” Lorenzo para que se encargara de avisar del óbito de casa en casa y de hacer la sepultura. Y ya desde entonces se tenía muy claro el concepto de tanatorio, pues existían en el pueblo hasta tres cuartos, dos para la zona sur, Soo, Tiagua y Muñique y uno para la zona norte, Los Valles, Teseguite y El Mojón, donde se depositaban y se velaban los cuerpos hasta la hora del entierro
OCIO Y ESPECTACULOS: Yo me acuerdo que en LA VILLA había hasta cuatro orquestas: Lido, Lira, Sol y Los Rebeldes, y muchos músicos: Sindo, Olegario, Sosto, Juanele, Juanito, Zenón, Falo... había un grupo de música moderna: Los Celtas, cuyos integrantes eran Antoñito, Mario y Parrilla.- Las orquestas y Los Celtas, no tocaban con equipos de sonido; para los bailes y las actuaciones, existía un amplificador, un altavoz y un micrófono que era solo para el vocalista y que funcionaba con una batería de coche y que se prestaba a los distintos pueblos.- Había dos cines: el cine del Cura y el cine “abajo” y se podía ver películas los jueves y los domingos, aunque sólo podíamos entrar los chicos, si la película era “tolerada”, porque las había con censura de hasta tres y ¡tres con R!. No había televisión, los dos primeros aparatos en el pueblo los trajeron el médico y el Acatife, a donde me acuerdo que íbamos los chicos a partir de las seis de la tarde (que era cuando encendían la luz) a ver los dibujos desde el postigo, pero por fuera.
Las parejas de novios paseaban los domingos en la carretera del centro que se ponía muy animada; y los jueves se iba a “enamorar” pero las novias no salían; se las iba a visitar a sus casas.
Había en temporada ó “en liga”, grandes peleas de gallos en el teatro, local que siempre se llenaba, todas las sillas alrededor de la “baya”, todas las del escenario que es donde se ponían los del puerto y las escalinatas que ocupaba la afición local. Me acuerdo que los domingos de peleas, se creaba en el pueblo un gran ambiente, antes y después de las peleas
Teníamos una ó dos tómbolas permanentes, había teatro y venían artistas, circos y “sillitas”.
Siempre tuvimos equipos de fútbol y en el estadio de Los Molinos se vivieron tardes de gloria.- Me acuerdo de ver a Segundo con el carro, llevando al estadio los bancos para el público los días de partido.
FIESTAS: Yo me acuerdo que en LA VILLA siempre se celebraban las fiestas de forma especial: las religiosas con mucho fervor y las lúdicas con mucha alegría y participación.
El día de Reyes: Con la tradicional cabalgata de la víspera con camellos y con los Reyes Magos, que siempre eran Pepito, Antonio y Jordan y que fueron los protagonistas del tan querido y añorado “Drama de Reyes”, que se representaba esa noche en el teatro y que para mí ha sido la obra cumbre del teatro en TEGUISE.- San Blas, donde daban panecitos. Si te tocaban tres ó cuatro, sólo había que dejar uno para hacerse el collar con dos rosetas chicas, el resto nos lo podíamos comer.
Carnavales, con diabletes que ¡corrían un montón!: Felipe, Alfonso, Jacinto, acompañando siempre a gran cantidad de mascaritas, que después del paseo terminaban en el teatro en unos bailes de disfraces fantásticos.
Semana Santa: era un tiempo que vivíamos muy intensamente; recuerdo todos y cada uno de los pasos de procesión de todos los días de la semana, siempre acompañados de la banda de música: El Señor de la Burrita, El Señor Predicador, La oración en el huerto, El Señor atado a la columna, El Santo Encuentro, El Cristo de La Veracruz, El Santo Entierro, El Retiro.
Las fiestas de mayo: donde se confeccionaba el altar mayor de la iglesia con un monumento que se llenaba de azucenas y de velas y a donde había que acudir según nos correspondiera, a recitar versos, siendo el verso más famoso aquel que decía: “como soy tan pequeñito y tengo tan poquita voz, grito con todas mis fuerzas ¡viva La Madre de Dios” y que siempre lo decía el chico más bajito de ése año.
Corpus Christi: Con las alfombras de sal por donde pasaba el Santísimo en solemne procesión bajo palio, camino de todos los altares que se confeccionaban en muchas casas y en los que se exponía la Sagrada Forma.
San Juan: “Fogaleras” la víspera: Me acuerdo de la del castillo, la de la mareta, donde siempre cantaban canciones mejicanas, las del majuelo y la de Don Alfonso el médico que era la que más me gustaba, porque durante todo el año, iba acumulando propaganda en papel y muestras de inyecciones y ése día nos avisaba para limpiar el cuarto y preparar la hoguera de la que una vez encendida, teníamos que retirarnos porque enseguida empezaban a estallar los frascos, haciéndonos la idea de estar escuchando fuegos artificiales. Y el día, que había que ir a La Caleta, porque era el primer baño “oficial” del año en la playa.
LAS FIESTAS DEL CARMEN: las mejores para mí porque siempre podía disfrutar y colaborar. Tuve la suerte de poder formar parte durante unos cuantos años de la comisión de fiestas. Empezábamos un par de meses antes; había que pegar banderitas; banderitas que cortábamos de pliegos enteros de papel de colores y que pegábamos con una rala de harina al “hilo bala” ó al hilo de pita y que duraban enteras lo que el viento y el sereno las dejaba. Durante mucho tiempo nuestro cuartel general fue el “Centro Falange”, donde teníamos el taller y donde llegamos a instalar en el salón ¡una tienda de campaña!, porque algunas noches había que quedarse hasta muy tarde “pegando banderitas”, llegando incluso algunos a dormir sobre la mesa de billar.- Los presupuestos ó no existían ó nunca eran suficientes, pero no por eso se dejaron de hacer carrozas, ni de hacer la elección de miss TEGUISE y de sus damas de honor; se hacían los inolvidables concursos de televisión “cesta y puntos” y “un, dos, tres, responda otra vez”, que siempre se contaron por éxitos; nunca faltaban los “variados juegos infantiles”: el sartén “tiznado” con las monedas pegadas, el “baño” de agua con las monedas en el fondo, la carrera de cintas, la carrera de bicicletas (que en todas sus ediciones ganaba Manolo el de “seño” Félix), la gymkana, donde casi siempre en una de las mesas se hacía fumar a las chicas... Me acuerdo que se traía de Tao un mueble que tenía un tocadiscos que solo sabía manejar Melo Caraballo y con el que se hacía el paseo con música y los discos dedicados. Y el día del Carmen, función, procesión y el teatro: Me acuerdo que una vez que se seleccionaba la obra de ése año, me iba a casa de Severa con Paco, para escribir a máquina; me acuerdo del aquel cuartito en alto, donde me pasaba tardes enteras mecanografiando los papeles de todos los artistas que intervenían, porque cuando yo era chico, no había fotocopiadoras y teníamos que hacer todo el trabajo a mano.- Tampoco entonces teníamos en el teatro mesa de sonido ni mesa de luces ni técnico de mesa en el patio de butacas; había que empezar uno ó dos meses antes, a preparar el escenario con el decorado y las luces, sin que me pueda olvidar del maravilloso decorado de la obra “El genio alegre” que fue pintado como casi todos por Perico, a quién tuve el honor de ayudar y que representaba un patio andaluz, con sus arcos, su luz y sus macetas llenas de claveles.- Al finalizar las fiestas, a liquidar; escasamente nos sobraba para un “asaderito”; pero un año “se compraron más tachas de la cuenta” y nos sobró para irnos a La Graciosa, con permiso de la autoridad, de fin de semana a las fiestas de allí, con un barco de La Caleta, donde “descansamos” de todo el ajetreo de nuestras fiestas.
Las Nieves, gran fiesta también, con bajada de La Virgen, misas, función y procesión, ventorrillos, el “carro Luna” y los puestos de piñas y golosinas y siempre recordando aquellas caravanas de camellos de la “vuelta abajo”, que paraban en LA VILLA, en la plaza la víspera, y donde casi siempre nos caía a los chicos algún racimito de uvas; Guadalupe la patrona, el Rosario, san Rafael, cuando se iluminaban las calles para la bajada, con fogones, (“cacharros” con petróleo y fardos encendidos), las novenas de todos los santos, donde se ponía la calavera y los huesos.- Y como colofón al año, las pascuas, la Nochebuena, a donde acudía una gran cantidad de gente de todos los pueblos y “del puerto”, a disfrutar del Belén viviente con el arcángel, los angelitos, el rancho chico y el rancho viejo, fiesta en la que no faltaba nunca en ninguna casa, el cabrito, las truchas y la mistela.
Tengo que iniciar el viaje de regreso y me llevo como souvenir de LA VILLA DE MI NIÑEZ, todos los maravillosos recuerdos que he podido ir grabando en la película de mi memoria, porque cuando yo era chico, tampoco había cámaras de video.
Les agradezco que hayan sido mis acompañantes, en este viaje, que de corazón, ha sido uno de los más bonitos de mi vida y en el que más he disfrutado.
Y ya de regreso quiero con mis palabras rendir mi más sentido y emotivo homenaje a todas las personas que he nombrado y que ya no están entre nosotros y enviar un fuerte abrazo a los que siguen aquí, pero teniendo muy claro que unos y otros han sido y son los protagonistas y los valedores de una parte de la historia de TEGUISE y de la gloria de nuestro pasado y de nuestro presente.
Quiero para terminar y con el permiso de todos ustedes, honrar a LA VIRGEN DEL CARMEN, ya que Ella es nuestra protagonista y recitar unos versos en los que le ruego que nos acompañe siempre:
Bendita sea tu pureza,
y eternamente lo sea
pues todo un Dios se recrea
en tan graciosa belleza.
A Ti celestial Princesa
Sagrada Virgen María
Te ofrezco desde este día
Alma, vida y corazón.
Mírame con compasión;
no me dejes Madre mía.
Deseo a todos los presentes, a los que no hayan podido estar, pero que quizá tengan oportunidad de leer este PREGON y a los que no puedan leerlo también, que tengan unas FELICES FIESTAS DEL CARMEN.