¿Sigue la mujer ocupando un segundo lugar en el mundo del arte y la Cultura?, ¿es Lanzarote una isla igualitaria en este sentido? Bajo esta premisa se celebró este martes un programa especial de Crónicas Radio en el Castillo de San José organizado por el Área de Diversidad, Igualdad y Cultura del Instituto Canario de Desarrollo Cultural.
El espacio radiofónico contó con la participación de tres mujeres de distintas generaciones unidas por su relación con la creatividad y estuvo presentado por la periodista de la emisora, Laura San José.
La pintora Rufina Santana, la directora del Museo Internacional de Arte Contemporáneo, María José Alcántara, y la creativa, especializada en rosetas, Estefanía González, desgranaron cómo fueron sus inicios y cómo se han sentido en un ámbito que históricamente ha silenciado a las mujeres.
Rufina Santana ya era pintora prácticamente desde que nació. “Lo mío no fue un descubrimiento, fue una actitud, y mis tías me recuerdan que desde los 9 años pintaba y que cuando me preguntaban qué quería estudiar, les decía que yo no tenía que estudiar porque yo era pintora”. Pronto le vino el primer golpe de realidad cuando se presentó a un concurso de pintura y tras ganarlo con apenas 14 años, le quitaron el premio porque no creían que esa obra la hubiera podido crear ella. “Es el llanto más largo que he tenido porque en aquella época ser mujer no tenía credibilidad ni valor como artista”, recordó.
Estefanía González, que pertenece a una generación posterior, miraba con sorpresa a Rufina cuando narraba su experiencia porque ella nunca se ha sentido discriminada por su género a la hora de desarrollar diferentes disciplinas artísticas o laborales. “No lo he percibido ni en mi faceta creativa ni en mi formación inicial, cuando estudié INEF, que era una carrera mayoritariamente masculina hasta el punto de que en la universidad éramos 100 hombres y 20 mujeres y en ningún momento sentí que, por ser mujer, no iba a optar a las mismas posibilidades que mis compañeros”.
Entre ambas hablan sobre las especulaciones que Rufina Santana tuvo que sufrir sobre la autoría de su trabajo y cómo el hecho de ser mujer provocó que Santana se tuviera que ir de su casa para estudiar arte. “Mi destino como mujer estaba, como mucho, estudiar Magisterio y eso que mis padres tenían una mentalidad muy abierta al respecto”, recuerda. “En un entorno humilde, como el que nací yo, si eras muy espabilada, ibas para maestra pero poco más. No se podía decidir libremente la carrera a la que te querías dedicar y más si era algo relacionado con los artistas”, añade.
“Mamá, quiero ser artista”
Hace poco fallecía una de las grandes artistas que ha tenido este país, Concha Velasco, que hizo precisamente famosa esa frase de “Mamá, quiero ser artista” y no hubo que irse demasiado en el tiempo para recordar que las mujeres que querían dedicarse a la farándula en nuestro país eran consideradas por muchos “mujeres de mal vivir”.
Alcántara recuerda que las mujeres que se dedicaban al espectáculo se tildaban de poco decentes y eran pocas las que se atrevían a dar el salto a este mundo, algo que para la rosetera resulta curioso porque no concibe un mundo tan retrógrado pero a la vez, coincide sentada alrededor de una mesa con mujeres que le cuentan que eso fue así y no hace demasiado tiempo. “Creo que sí ha habido una evolución pero conozco a señoras que me contaban que hasta que no hacían doce rosetas no podían salir mientras sus hermanos estaban jugando y tampoco ha pasado tanto”, comenta.
González reconoce que lleva la creatividad al ámbito en el que esté y, de hecho, pudo llevar su talento al ámbito deportivo en el que destacó, la natación sincronizada, que afortunadamente le permitía imaginar diseños y vestuarios. La evolución la llevó a la artesanía en su afán de aportar a la Isla. “Descubrí la roseta con una señora mayor que me decía que no me dedicara a eso porque no me iba a dar de comer y se estaba perdiendo y llegué a la conclusión de que si parte de la artesanía se está perdiendo no es porque los mayores nos dejen sino porque no lo hemos sabido adaptar a nuestros tiempos”, matiza.
Reconoció que no ha sido difícil ser rosetera porque en este ámbito sí que predominan las mujeres aunque algún rosetero hay en Haría o Tenerife. Sí hay cada vez más mujeres en los ámbitos técnicos y dirección de las entidades culturales y museos, tal y como explicó la directora del Museo Internacional de Arte Contemporáneo.
Sobre si es más fácil ser artista en una isla pequeña o en una gran ciudad, Alcántara aseguró que “la creatividad la llevamos dentro y forma parte de nuestro ADN. Por eso, lo vas a llevar allí donde estés, aunque es evidente que si estás rodeado de estímulos artísticos, vas a tener más posibilidades de verte influenciada por ellos”.
Las tres coinciden en que Lanzarote es una isla muy creativa. “Lanzarote inspira” fue una frase que se repitió varias veces a lo largo de la tertulia. “Yo recuerdo cuando me fui con 17 años porque la isla me parecía un aburrimiento y cuando volví llegué a emocionarme con una puesta de sol o con nuestro acento”, recuerda González.
Santana recuerda que en Lanzarote no podemos sobrevivir sin la unión del arte, la cultura y el turismo y lamenta que cuando ha vuelto, después de haber recorrido mucho mundo con sus cuadros, se ha encontrado con limitaciones a la hora de la expresión como la falta de galerías o que no hay un mercado privado, provocando que dependan en gran parte de la parte institucional.
Aludida como directora del MIAC, Alcántara reconoció que “es cierto que faltan espacios para que los artistas den a conocer su trabajo aunque la verdad es que todas las galerías privadas que se han abierto han dado al traste porque no hay mercado”
“Empujar”
Santana recuerda cuando empezó a estudiar Bellas Artes sobre los 16 años y cómo tuvo que aprovechar que era una carrera que permitía tener un trabajo en la docencia para poder formarse. “Es curioso porque yo a los 16 años ya vendía cuadros en Gran Canaria; ya iba con una carpeta debajo del brazo y vendía así que le veía potencial a mi talento”. “Ahí es cuando pude convencer a mi familia de que podía tener un futuro asegurado”.
También cree que todavía hay mucho por hacer y que, aunque en Lanzarote ha habido muchas mujeres que han sido las primeras y han aportado y creado, finalmente han sido los hombres los que se han llevado el mérito. “He visto mujeres que a día de hoy están quemadas y cansadas de estar siempre detrás empujando y todas las amigas de mi generación siempre nombramos esa palabra, empujar, hasta cuándo vamos a tener que seguir empujando y muchas son personas que no están a la luz cuando sí están liderando proyectos”, mantiene.
Rufina sostiene que, aunque cada vez es más normal que haya mujeres liderando iniciativas, no hace ni quince años que se dudaba de una escultora y de su trabajo “cuando realmente nos buscamos la vida mejor que nadie”.
Según el informe publicado por el Observatorio de Mujeres en las Artes Visuales, sólo hay un 13% de autoría femenina en las colecciones de arte y desde 1980, sólo entre el 4 y 12% de los premios de arte en todas las disciplinas artísticas se han concedido a mujeres. Es más, sólo el 27% de las obras de las galerías son de autoras.
María José Alcántara informó de que la última Bienal de Venecia fue de mujeres porque se hizo un esfuerzo para que así fuera, porque las comisarias eligieron a mujeres. Esto es, todavía hay que “forzar” a que el arte femenino tenga presencia.
González cree que debería dejar de hablar de “mujeres” y “hombres” y hablar más de “personas” y “tolerancia”, a lo que Santana le insiste en que no va a haberla si no se hacen programas específicos que saquen a las artistas de la oscuridad para ponerlas en los lugares destacados que les correponden.
En definitiva, que, viendo a las nuevas generaciones, parece que las cosas van cambiando aunque despacio y que todo apunta a que llegará un momento en el que las mujeres tengan que dejar de empujar para encontrar su espacio.