jueves. 01.05.2025

'La isla de los carteles'. Con esta denominación calificaban muchos el pasado viernes la situación que atraviesa Lanzarote desde el punto de vista de la inversión pública. La Isla, la que mayor proporción de tasa de paro registra desde hace año y medio, aglutina numerosas obras faraónicas pendientes de ejecutar y sin financiación concreta. El último ejemplo se ha producido con la carretera de la Circunvalación de Arrecife, pendiente de duplicar desde hace más de diez años y cuyos trabajos parece que van a ser retrasados hasta el año que viene.

A falta de confirmar este extremo sobre la Circunvalación de la capital de Lanzarote, en la Isla tenemos grandes ejemplos sobre esta cartelería que, en demasiadas ocasiones, ha servido más como reclamo electoral que como panel informativo de una próxima inversión. Sin ir más lejos, aún sigue en el ambiente el cabreo de miles de lanzaroteños con la 'tomadura de pelo' del año pasado con el Palacio de Congresos. Lanzarote es la única isla de todo el archipiélago que sigue sin contar con un auditorio, un inmueble de estas características que sirva para acoger el tan traído y llevado turismo de congresos, así como actos culturales de envergadura o ferias comerciales.

En la misma zona donde hace más de un año sigue anunciándose un Palacio de Congresos que nunca llega, en la mismísima entrada de Arrecife viniendo desde la zona sur de la Isla, continúa el cartel por las obras de pluviales. Hace más de un año, en junio de 2010, quebraba la empresa adjudicataria, Bruesa Construcción, que en teoría había dejado los trabajos ejecutados al 90 por ciento. Hoy en día, doce meses después, es la mercantil Acciona la que prosigue con estas interminables obras.

Otra gran obra que sí parece ver la luz finalmente es la nueva carretera que une Arrecife con Tahíche. Si bien la vía debió haberse duplicado hace al menos diez años, los trabajos se han ejecutado en algo más de dos ejercicios.

Pero no todos los carteles de obras sin ejecutar se quedan en la capital. San Bartolomé, concretamente la zona de Playa Honda, lleva años esperando las obras que solucionen la mezcolanza de aguas pluviales y fecales en el paseo marítimo. Y así, suma y sigue. En Playa Honda aún se espera la continuación del paseo marítimo hacia Arrecife. También Puerto del Carmen lleva años con las obras pluviales que, aunque terminadas, no parecen haber satisfecho a nadie. Tinajo sigue pendiente de la expropiación forzosa del lago de La Santa, donde el Estado dejó previstos unos 12 millones de euros. Y por carteles, que no quede. Costa Teguise sigue anunciando un Plan de Excelencia Turística que nunca termina de ejecutarse; lo mismo que en la zona de Playa Blanca. Y de la ampliación del puerto del sur de Lanzarote ni hablamos. Tampoco tiene nombre lo que duran las obras del sur para que el agua llegue a los hogares en condiciones.

Incluso llegar al consenso para crear un Centro de Internamiento de Extranjeros casi nos cuesta que se rompieran los gobiernos locales; por no hablar del Campus universitario de Lanzarote, toda una ilusión en el horizonte a pesar de que hace ya años que el Cabildo y las dos universidades canarias (Las Palmas de Gran Canaria y La Laguna) rubricaron el acuerdo.

En el propio Aeropuerto de Lanzarote se anuncia insistentemente que se trabaja en un aeropuerto verde, y pulula aún en el ambiente la necesidad o no de la amplación de la pista de Guacimeta, y sus distintas perspectivas. Aunque para cuando el Ministerio cuelgue el cartelito de la obra, todavía habrá tiempo para el debate y el desacuerdo, como siempre, en Lanzarote.

Lanzarote, la isla de los carteles
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