domingo. 01.06.2025
El empresario considera responsable al Ayuntamiento capitalino de haber utilizado su idea para sacar un concurso que se convirtió en una “mera subasta”, puesto que el único criterio que se tuvo en cuenta fue el del dinero

Pablo Betancort insiste en que la adjudicación del minitren de Arrecife es “una injusticia revestida de legalidad”

Aunque prefiere pasar página sobre el asunto para dedicar sus energías a otros proyectos, tiene claro que va a reclamar a la institución el dinero que le hicieron gastar durante las innumerables pruebas a las que sometieron el proyecto inicial

El empresario Pablo Betancort debió sentir una punzada en el estómago cuando este sábado se presentó oficialmente el minitren turístico que va a recorrer las calles de la capital, una idea que partió de él y que fue ejecutada por el grupo de gobierno que capitaneaba Enrique Pérez Parrilla antes de que se rompiera el pacto con el PIL y se produjera una moción de censura en su contra. Fue entonces cuando el concejal socialista Alberto Morales le instó a que hiciera efectiva la idea, trajera el trenecito y realizara todo tipo de pruebas para ver si podía o no salir adelante la iniciativa empresarial. Muchos meses de comprobaciones, especialmente con el tráfico, y el uso constante de la máquina por parte de la institución fue el balance de ese tiempo, del que parecía que iba a salir un nuevo servicio. Ahora, con su minitren empaquetado y enviado de nuevo a su lugar de origen, con un gasto todavía por cuantificar, Betancort explica en voz alta que “todo se ha hecho porque lo ha decidido una persona de forma arbitral”. Así lo dijo este lunes durante su habitual intervención en la tertulia del programa “A buena hora” de Crónicas Radio, donde además señaló que “lo que han hecho es simplemente revestir de legalidad una tremenda injusticia”.

Todo cambió cuando entró el nuevo grupo de gobierno en Arrecife. A pesar de que la institución había utilizado el tren en actos oficiales como la Cabalgata de Reyes o la inauguración del Mercado Turístico, nada de lo que se había exigido al empresario lanzaroteño parecía tener valor. Cándido Reguera y su gente determinó que la única forma de poner en marcha el proyecto era a través de un concurso público, motivo por el cual se sacó adelante con notable retraso un pliego de condiciones consistente únicamente en valorar la oferta más alta, es decir, el que más dinero pusiera sobre la mesa. “Ha sido una simple subasta”, se lamenta el empresario. “No se tendría que haber hecho el concurso, porque hay fórmulas para realizar este tipo de actividades, puesto que ni la idea ni el patrimonio es del Ayuntamiento. Es como cualquier licencia, independientemente de que a mí se me exigiesen todos los requisitos habidos y por haber, como acuerdos de gobierno, el plan de tráfico y las pruebas oportunas”, subrayó, para insistir en que “yo entendí que el proyecto era válido, pero en el pliego de condiciones del concurso lo único que se ha valorado es el dinero”. “Ni siquiera se han tenido en cuenta ofertas complementarias a ese pliego, como era tener un minitren eléctrico o tener el aparato adaptado a las personas con alguna discapacidad. Mi tren lo utilizaron los turistas, la gente de la tercera edad, los colegios, y luego se lo han llevado unos señores simplemente por el dinero”, señaló.

Lo que más le molesta a Pablo Betancort es esta parte, que sólo se tuviera en cuenta el dinero, sin que tampoco esté claro que la empresa adjudicataria ha realizado un estudio exhaustivo de los costes que supone este negocio, por el cual, de momento, tendrán que pagar 24.000 euros anuales como canon propuesto por ellos mismos. “Sacaron un pliego sobre 6.000 euros. ¿Con qué criterio lo hicieron así, en qué se basaron para poner esa cuota mínima, qué tipo de estudio realizaron?”, preguntó, para hacer hincapié en que “más que entrar en la materia económica a mí lo que me preocupan son las formas en la que se hacen las cosas, bajo la más inmoral e injusta situación revestida de legalidad”.

El empresario culpa a una técnica municipal, que fue la que retrasó el concurso y la que sacó “deprisa y corriendo” unas condiciones que en nada se corresponden con lo que tiene que ser un acto justo. “Es una historia pasada y me gustaría seguir adelante con otros proyectos. Agua pasada no mueve molino”, remató, dejando claro eso sí que va a reclamar el dinero que le costó la broma.

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