Por J. Lavín Alonso
Tengo entendido que según algunas teorías de la reencarnación; metempsicosis se llama también a esta trasmigración de las almas a otros cuerpos vivos, tras la muerte, estas se instalan en cuerpos más perfectos, según los merecimientos acumulados en la vida anterior Esto permite suponer, y de hecho así parecer ser, que el caso contrario es asimismo válido.
Cuando los merecimientos en esta vida resultan más bien escasos, dicen los seguidores de estas categorías filosóficas, que son reservados cuerpos imperfectos: sabandijas y otras miserias de la fauna hipogea. En resumen, que a quien se porta mal lo hacen reaparecer los demiurgos que rigen tan extraño mundo en formas mas o menos repugnantes. No obstante, y en un exceso de crueldad refinada, a veces, y en casos muy excepcionales, recurren estos, no a formas zoofilas, sino a entes de una mas elaborada abyección, reencarnado a los réprobos bajo la forma de algunos de los tiranos o dictadores mas notorios de la Historia, de los cuales fue tan abundoso el pasado siglo, equivalentes modernos del diluvio universal o las siete plagas de Egipto. Me pregunto que terribles pecados habrían cometido quienes se vieron agraciados con la égida de tales “protectores”
Estas lacras sociales, en muchos casos auténticos patanes, encabezaron y encabezan regímenes tan crueles como dilapidadores de vidas y haciendas en beneficio propio y del de sus sayones. Se trata, en una palabra, de auténticos oprobios de la especie humana. Será tal vez por esa posible reencarnación ínfima - las de la clase bípeda son de difícil, cuando no imposible, erradicación; algunos necesitaron de toda una guerra mundial - que no pueda uno evitar un cierto atisbo de escrúpulo cuando se dispone a aplicar insecticidas del hogar contra cucarachas y similares. Quien sabe si estará uno exterminando, sin saberlo, algún pistolero famoso del far-west, algún satrapilla de medio pelo o algún iván-el-terrible, con cuantiosas victimas en su haber. En todo caso, les aseguro que tal escrúpulo, sin duda políticamente incorrecto, apenas dura una fracción de segundo.
