martes. 30.12.2025

J. Lavín Alonso

¿Somos producto del azar o, por el contrario, la Creación obedece a los designios de una inteligencia superior? Aquí entran en liza las dos tendencia más importantes al respecto: la del llamado “diseño inteligente”, que sostiene la presencia de patrones inteligentes en el origen y desarrollo de los diversos sistemas biológicos, desafiando así abiertamente a la otra tendencia: el darwinismo y otros enfoques materialistas en lo tocante al origen y posterior desarrollo de la vida, tal como la conocemos hoy. Existen otras tendencias que pretender ilustrar el origen de la Creación basándose en lo expuesto en el primer libro del Pentateuco, es decir, el “Génesis”. Sus seguidores afirman que el Mundo - y por extensión, el Universo - fue creado en el año 4006 a.C. Esta teoría resulta alto difícil de compadecer con lo que nos enseña la Ciencia al respecto, cuando atribuye a nuestro planeta una edad de 4,6 eones, y al Universo, a partir de Big Bang, unos 13.7 eones (Un eón equivale a mil millones de años)

Si bien incidir en los orígenes de la vida no es el propósito de estas líneas, en lo que antecede he tratado de exponer las tendencias más notables que actualmente tratan del tema, y que, por ejemplo, en países como EE.UU aun levantan acerbas discusiones entre sus diferentes entusiastas. Quienes hayan visto el filme “Heredarás en viento”, de Stanley Kramer, estrenada en 1960, en la que tuvo un papel descollante Spencer Tracy, sabrán a que me estoy refiriendo. También quiero incidir en el hecho de que somos el producto de la evolución y la adecuación al medio a lo largo de millones de años. Resulta asombroso ver lo que el ser humano a evolucionado desde, pongo por caso, el hombre de Java o nuestros ancestros de Atapuerca. Y todo ello está claramente definido y codificado en nuestro genoma. Asimismo, hemos evolucionado en otros muchos aspectos; por ejemplo, ahora nos matamos entre nosotros con muchísima mas sofisticación y eficacia que en los albores de la era cuaternaria, y también contaminamos nuestros ecosistemas en razón de la enésima potencia. Ya saben: Homo homini lupus.

Dicho lo anterior y hablando de desarrollo neurológico, que es el verdadero motivo de lo que expongo al lector, paso a exponer el tema. El neurólogo David Amodio y su equipo han llevado a cabo una serie de experimentos en la Universidad de Nueva York, cuya conclusión es que existe una relación directa entre el terreno de las ideologías y un mecanismo cerebral básico que se asienta en la llamada corteza cingular. Resumiendo, que según sean las tendencias individuales, conservadoras o progresistas, la actividad de la zona anterior de dicha corteza varía. Lo que no ha dejado claro el experimento del Dr. Amodio - o, por lo menos, no ha habido constancia de ello en los medios - es lo que ocurre con aquellos individuos/as cuyo pensamiento político no cae de lleno en alguna de las consideraciones tenidas en cuenta. ¿Qué pasa con los sectarios, los iluminados, los arribistas, los tránsfugas, los dados al buenismo o los que están en la inopia, que abundan abundantemente? ¿Interviene en sus caletres la cosa cingular o quedan sus actividades cogitativas relegadas exclusivamente al cerebro reptiliano?

Es de esperar que las investigaciones prosigan y que llegue el momento en que, o se exhibe un diagrama cerebral del tipo que sea, o no queda debidamente acreditada la tendencia ideológica del sujeto/a en cuestión mas que en base a meras suposiciones, basadas en la cantidad y calidad de las cancaburradas que perpetren en el desarrollo de sus cargos. La Ciencia en apoyo de lo políticamente correcto... o incorrecto. Tiemblen los farsantes, los usurpadores y los ideólogos de boquilla, el scanner les vigila.

Neuronas e ideologías
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