Por Damián Peña
Hasta hace no tanto tiempo Miguel Zerolo, Alcalde de Santa Cruz de Tenerife, era considerado uno de las grandes esperanzas de Coalición Canaria. Su nombre se barajaba constantemente como uno de los posibles candidatos a la Presidencia del Gobierno de Canarias. Luego vino el asunto de las Teresitas y con este su declive y caída en picado, que el mismo Zerolo parece querer acelerar con declaraciones como las que ha hecho recientemente sobre un modelo de Estado Libre Asociado para Canarias.
Parece que Zerolo sigue al pie de la letra el “manual del político de dudosa conducta”, tratando de despistar, de llevar la atención pública a otros terrenos, que no son precisamente los colindantes a la playa de las Teresitas. Ahora pretende convertirse en el mártir de la reivindicación autodeterminista canaria, hacer ver que se le persigue, que se le acosa, que la mismísima justicia lo que realmente quiere es castigarlo por su postulado soberanista, por esa defensa tan noble y altruista de la causa canaria.
Miguel Zerolo es una figura patética, un político acabado que lucha como gato panza arriba para seguir en la vida pública. Zerolo se ha convertido en una carga pesada, en un serio problema para Coalición Canaria, que se ve así arrastrada directamente hacia posturas insostenibles, disparatadas y, sobre todo, de una demagogia impropia e incompatibles con un partido que pretende seguir jugando un papel relevante en la política canaria.
No pretendo descalificar la reivindicación de la autodeterminación para Canarias. Considero que es una posición política, que aunque no la comparta e incluso considere perjudicial para los intereses canarios, habrá que respetar. Para algo establece nuestra Constitución la libertad de expresión. Lo que si rechazo es esa actitud irresponsable y de oportunismo personal y político al que recurre Zerolo con el objetivo único y exclusivo de salvar el pellejo.
Nadie en su sano juicio puede dar la más mínima credibilidad a esa “reconversión” política de Miguel Zerolo. Entre él y las editoriales tan “peculiares” del diario tinerfeño EL DÍA, que no cesan de dar alas a ciertas reivindicaciones independentistas, que nos quieren cambiar el euro por el áfrico, fijar el porcentaje de cléricos canarios y quitar de paso el “Gran” a Gran Canaria, el entretenimiento está garantizado. Y una vez puestos, también habría que replantearse las denominaciones de las demás islas, porque, claro, quizá Fuerteventura no sea tan fuerte como parece o La Graciosa no tener la gracia suficiente como para merecerse y ganarse bien ganado el topónimo.
En serio. Hay que considerar los últimos intentos de Miguel Zerolo de escabullirse de sus responsabilidades políticas y judiciales como una tomadura de pelo, una abierta y clara falta de respeto frente a los ciudadanos y electores. Zerolo ha perdido toda credibilidad y es insostenible. Los políticos serios deberían saber cuando tienen que irse. Lamentablemente, en este caso, y en vista de los hechos, pedirle seriedad a Zerolo es como pedir fresas a la tunera.
Pienso que los canarios tenemos otros problemas mucho más serios y acuciantes, temas que nos preocupan más que los planteados por Miguel Zerolo. No creo, sinceramente, que la reconversión de Canarias en Estado Libre Asociado contribuya o sea la fórmula mágica para bajar el euribor, abaratar la cesta de la compra, disminuir las listas de espera en la sanidad, crear puestos de trabajo o mejorar nuestro sistema educativo. Por otra parte, quizá si que sirva para contar con una Administración de Justicia mucho más “comprensiva”, permisiva y tolerante con ciertos comportamientos de este gran defensor de los intereses y bienes públicos que es Miguel Zerolo.
