miércoles. 31.12.2025

Por Damián Peña

Las lluvias de los últimos días han dejado atrás un manto verde en montañas y laderas. Al negro, rojo y marrón de nuestros paisajes se suma ahora un verde incipiente que pronto convertirá los campos de Lanzarote en esa tan singular y característica fotografía de su entorno rural.

Tienen razón los que opinan que el mejor parque temático para Lanzarote es nuestro paisaje, fruto, en parte, de una agricultura que a lo largo de los siglos ha sabido lograr labrar un entorno único y en perfecta armonía con la naturaleza.

Resulta realmente penoso ver como se vienen abajo muros y paredes, terrazas y gavias, que tanto esfuerzo y trabajo han costado crear a nuestros antepasados. Resulta triste ver como cada vez más arenados se llenan de aulagas y bobos. No se trata de idealizar la agricultura, todos sabemos las penurias y miserias que han tenido que pasar nuestros padres y abuelos para salir adelante y posibilitarnos una vida mejor. Especialmente en una isla sin agua de subsuelo, dependiente de las lluvias que no siempre llegaban a tiempo y en las cantidades suficientes, la agricultura era una labor sacrificada e ingrata.

Si considero que deberíamos comenzar a reflexionar seriamente como revitalizar un sector, aunque sea simplemente para conservar este paisaje excepcional, que supuso cautivar el interés de millones de turistas en los últimos 40 años. Deberíamos comenzar a plantearnos como combinar y enlazar la conservación del paisaje, de nuestro entorno natural, con una agricultura capaz de convertirse en instrumento para ello.

Hablamos de la necesidad de un turismo de calidad y de “alto standing”, pero queremos ofrecerles tomates holandeses, cebollas chilenas o vino de La Mancha. Deberíamos comprender que para atraer al llamado “turismo de calidad” no basta con ofrecerle un hotel o complejo de 5 estrellas. La oferta tiene que “redondearse”, complementarse, con todo una serie de productos que van desde un paisaje cuidado y de interés, hasta una oferta gastronómica, basada en unos productos agrícolas de calidad, propios de la isla. No podemos competir en cantidad pero si en calidad.

No podemos pretender que los agricultores de la Geria conserven y cuiden sus parras y zocos, ni que los de Guatiza-Mala sus tuneras, para que así los turistas puedan hacerse la correspondiente foto obligatoria. Si no se vende la uva ni la cochinilla no habrá pronto paisaje que fotografiar.

Las instituciones públicas, la empresa privada, todos deben plantearse un nuevo modelo de turismo, un enfoque diferente, que permita la recuperación y conservación de nuestra agricultura y de nuestro paisaje. Evidentemente, no basta ya con las tradicionales, aburridas y costosas campañas publicitarias en el exterior.

Detrás de la marca LANZAROTE no se puede esconder un simple destino turístico de sol y playa, y una excursión en camello por Timanfaya. Lanzarote debe recuperar la singularidad que le ha caracterizado. Sin duda alguna, es un reto importante al que debe enfrentarse toda la sociedad lanzaroteña.

Lanzarote: parque temático
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