La obra pública como palanca social y económica en Lanzarote
En momentos de incertidumbre económica, los poderes públicos disponen de una herramienta clave para impulsar la recuperación y reforzar la cohesión social: la inversión en obra pública. No se trata únicamente de levantar infraestructuras, sino de activar sectores productivos, generar empleo, mejorar servicios esenciales y garantizar un legado de progreso para las generaciones futuras.
En el conjunto del Estado, este impulso se está dejando notar con fuerza. Solo en 2024, la licitación de obra pública superó los 29.000 millones de euros, una cifra récord en más de una década. Cada millón invertido en obra civil no solo genera en torno a doce empleos directos, sino que además produce un retorno fiscal inmediato. La obra pública, lejos de ser un gasto, es dinamismo económico y un motor de cohesión social.
En Canarias, este esfuerzo también está transformando la realidad del archipiélago. Durante el último año, el sector de la construcción experimentó un crecimiento superior al 19% en el empleo, lo que supone más de 12.000 nuevos puestos de trabajo en las islas. Los fondos europeos, sumados al compromiso de cabildos y ayuntamientos, están haciendo posible que la mejora de infraestructuras llegue a barrios, pueblos y municipios que durante años reclamaban atención.
Lanzarote es hoy un ejemplo claro de ese modelo que combina inversión productiva con compromiso social. Una de las obras más representativas es la Residencia de Mayores y Centro de Estancia Diurna de Tahíche, con una inversión superior a los 16 millones de euros. Este proyecto no solo generará empleo durante su fase de construcción, sino que también permitirá crear plazas sociosanitarias de calidad y puestos de trabajo estables y especializados cuando el centro entre en funcionamiento. Se trata de un equipamiento necesario, digno y humano, que responde a una demanda histórica de las familias lanzaroteñas.
Pero la apuesta por la obra pública en Lanzarote va más allá. Desde el Cabildo estamos impulsando, en coordinación con los ayuntamientos, la redacción de proyectos que nos permitan ganar tiempo y capacidad de respuesta, evitando que iniciativas esenciales se retrasen por falta de planificación. La experiencia nos demuestra que cuando las administraciones locales y la institución insular trabajan de la mano, los resultados son mucho más rápidos y efectivos.
La obra pública no es solo cemento o ladrillo. Es bienestar, es progreso y es justicia territorial. Cada plaza sociosanitaria, cada calle accesible, cada espacio rehabilitado o cada nueva infraestructura construida en Lanzarote es un mensaje claro: todos los rincones de la isla importan.
La inversión pública es, en definitiva, una palanca que mueve la economía, pero también una herramienta que pone a las personas en el centro de la acción política. Lanzarote está avanzando, y la mejor prueba son las obras que ya están en marcha, los proyectos que comienzan a materializarse y la certeza de que, cuando se invierte con responsabilidad, la mejora es visible y duradera.