Carrefour se queda con Hiperdino
En los últimos días han vuelto con más fuerza los rumores sobre la posible venta de Dinosol (Hiperdino), cadena líder de alimentación en Canarias, a la multinacional francesa Carrefour. Casualidad o no, esta misma multinacional Carrefour intentó el año pasado comprar la cadena de supermercados vasca Uvesco, pero una fuerte oposición del Gobierno vasco impidió la operación. Ahora que tan buena sintonía y tan buen rollito tienen el señor Clavijo y el presidente del País Vasco, bien haríamos en aprender de ellos. Pero claro, el ínfimo nivel moral y profesional de los gobernantes que tenemos por estas latitudes no vislumbra ningún tipo de estrategia o reacción, a entregar la mayor cadena alimentaria de Canarias, que además es canaria, con un 30% de cuota de mercado, con cuentas saneadas y buenas perspectivas de futuro, a una multinacional francesa con intereses e implicaciones en Israel.
"¡Es el mercado amigo!", dirán los voceros ultraliberales de siempre, pero que yo sepa el País Vasco no es una economía bolivariana, y allí Eroski y Uvesco, empresas locales, controlan el 50% del mercado, con el modelo cooperativista funcionando e implicación de las administraciones públicas. Por lo que estoy viendo, los riesgos de una venta de Hiperdino a Carrefour son evidentes, y no se limitan sólo a la pérdida de control local, hay más cuestiones preocupantes, como veremos a continuación.
Reducción de plantillas. Las aproximadamente 10.000 personas que trabajan hoy en Hiperdino tienen serio riesgo de perder su trabajo, al menos algunas de ellas, si tenemos en cuenta la progresiva implantación en Carrefour de cajeros automáticos, sistemas de auto-checkout y otras fórmulas de automatización que reducen costes operativos. Aunque esto mejora la eficiencia para la corporación, para aumentar los beneficios, cosa que persiguen siempre las multinacionales, habría obligatoriamente que recortar en personal, por el cierre de puestos de caja tradicional.
Desvinculación de los productores locales. Hiperdino mantiene relaciones con productores locales de frescos, agricultura, pesca, etc. Una multinacional como Carrefour tiene sus propias cadenas de suministros globalizadas y estandarizadas, que favorecen normalmente a productos franceses, israelíes o de mercados externos con precios más bajos. Esto debilitaría el sector primario canario, empobreciendo la oferta local y aumentando la dependencia de productos importados.
Ajustes en precios, surtidos y calidad. Bajo gestión extranjera, puede haber cambios en márgenes, precios y selección de productos. Puede que se reduzcan o eliminen algunas referencias locales que no resulten suficientemente rentables, o que los precios finales se ajusten para maximizar beneficios en lugar de priorizar el acceso para todos los ciudadanos.
Concentración del poder comercial. Si Hiperdino se vende, su 30% de cuota de mercado se sumaría a la cuota, pequeña, que ya tiene Carrefour, pasando la multinacional francesa a ejercer una posición totalmente dominante, casi de monopolio. A esto habríamos de sumar al resto de actores todos externos a Canarias -salvo Spar y Alteza, minoritarios-, como son Mercadona, Lidl, Aldi o Alcampo. Canarias quedaría así aún más dependiente de grandes cadenas extranjeras o peninsulares. Y ello en un contexto de insularidad, lejanía y dependencia agravado ya bastante con los índices de pobreza, la inflación galopante, la cesta de la compra más cara de España, los problemas de vivienda o los bajos salarios.
¿En serio queremos esto? ¿Nos vamos a quedar callados? O dicho de otra manera: ¿tan ciegos e ineptos son los Clavijo, Narvay, Dominguez y compañía como para no hacer nada? Porque aunque no lo parezca aún tienen margen de maniobra, si quisieran claro. Para evitar que una operación como ésta termine en un desmembramiento silencioso de la estructura económica de base local canaria, sus señorías podrían tomar algunas medidas, entre ellas:
-Lo primero, por supuesto, ha de ser evitar la venta. Las instituciones canarias, empezando por el Gobierno autonómico, deben intentar frenar la operación de venta de Hiperdino a Carrefour. Está en juego el principal grupo de distribución alimentaria de Canarias, que pasará a ser una pieza más del oligopolio internacional. La experiencia en Europa demuestra que cuando las grandes cadenas transnacionales absorben a los supermercados locales, la consecuencia inmediata es la homogeneización de la oferta, el debilitamiento de los proveedores locales, la pérdida de capacidad de negociación de agricultores y ganaderos, y a medio plazo una mayor dependencia exterior. Esto, en un territorio insular y frágil como el nuestro, es poco menos que un suicidio alimentario. Las instituciones canarias no pueden por tanto esconderse tras el argumento de que se trata de un “acuerdo entre privados”. No sólo en el País Vasco, también en Francia, en Italia o en Alemania, los gobiernos han intervenido para frenar operaciones de concentración que afectaban a sectores estratégicos. El abastecimiento alimentario en Canarias no es un mercado cualquiera: es un sector vital y sensible. Si se permite esta operación sin condiciones, se estaría enviando un mensaje demoledor: “Canarias sí se vende, se vende todo”.
-Si no es posible evitar la venta, control riguroso de la concentración vía organismos de competencia. A través de la CNMC y de otros organismos autonómicos o europeos competentes, exigir no sólo la evaluación de la operación, también la imposición de condiciones garantistas claras: compromisos laborales, mantenimiento de empleo (número de trabajadores, modalidades de contrato), garantía de continuidad en compras a productores locales, precios máximos razonables, etc.
-Acciones de oro o vetos en empresas estratégicas. Convendría trabajar desde ya en la aprobación de normativa autonómica o estatal que permita que operaciones en sectores considerados estratégicos -como lo son la alimentación, los transportes o la vivienda en territorios insulares- requieran autorización específica del Gobierno autonómico, con posibilidad de veto o de exigir participación local en el capital o en las decisiones.
-Colaboración público-privada. Ahora que tan de moda está esto de la colaboración público-privada, en vivienda, en sanidad, en educación, en cuidados y en otros muchos ámbitos, se debería apostar por crear también instrumentos que permitan habilitar determinados conciertos públicos que incidan en la operativa de la empresa si se plantea una venta, para preservar así el control local. O bien fomentar cooperativas de distribución alimentaria apoyadas por la administración, como alternativa al dominio de los agentes externos, como sucede por ejemplo con la empresa líder en el País Vasco, Eroski, con base en las cooperativas de Mondragón.
-Refuerzo institucional del arraigo local. Impulsar políticas activas para proteger a los productores locales, con impuestos o bonificaciones que muevan a cualquier comprador de Hiperdino y al resto de operadores a mantener o favorecer contratos con agricultores, ganaderos y pescadores canarios, a mantener ciertos porcentajes de productos locales en los lineales, o a invertir en logística local que reduzca la dependencia externa.
-Transparencia y debate público. Por último, la ciudadanía tiene derecho a saber lo que está en juego. Es evidente que falta debate público, lo que yo presento en este artículo no tiene pinta de que sea objeto de debate en los grandes medios canarios, convertidos en panfletos de folklore y propaganda institucional. Pero la gente debe saber, sobre los posibles compradores, los términos, las condiciones laborales, el impacto en los precios y en la economía local, sobre los riesgos, sobre las implicaciones. Un debate público adecuado, ayudaría, como mínimo, a presionar para que las condiciones resultantes sean favorables al interés general.
En conclusión, si las autoridades canarias no actúan con rapidez y firmeza, la venta de Hiperdino a Carrefour podría suponer algo más que un simple cambio de titularidad, sería seguir caminando hacia la descapitalización total del Archipiélago en manos extranjeras, con las implicaciones que este hecho tiene en la pérdida de soberanía y capacidad de autogobierno. ¿En serio, es lo que queremos? Probablemente, viendo cómo estamos en Canarias y en España entera entregados al liberalismo trumpista más salvaje, no parece que sus señorías vayan a hacer algo. Al menos queda dicho aquí, para que no digan luego que no estaban avisados.