Algunos pensamientos escogidos de Antonio Machado

Uno de los personajes más destacados a nivel literario, con un gran sentido de la ética y profundamente español fue: Antonio Machado. Y sigue enterrado en Colliure (Francia).

Expondré algunos de sus pensamientos. Muchas de sus poesías son ya inmortales. La primera, que muchos niños españoles conocimos y entendimos por su vocabulario sencillo, no en vano era el poeta del pueblo, es del poemario Soledades. Galerías. Otros poemas.

Una tarde parda y fría de invierno. / Los colegiales estudian. / Monotonía de lluvia tras los cristales. / Es la clase. / En un cartel se representa a Caín fugitivo, y muerto Abel, / junto a una mancha carmín…”

Pocos han conocido tan bien el alma española. De su libro Juan de Mairena. Sentencias, donaires, apuntes y recuerdos de un profesor apócrifos:

“Preguntadlo todo, como hacen los niños. ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? ¿Por qué lo de más allá? En España no se dialoga porque nadie pregunta, como no sea para responderse a sí mismo. Todos queremos estar de vuelta, sin haber ido a ninguna parte. Somos esencialmente paletos”.

De su obra Proverbios y Cantares:

De diez cabezas, nueve embisten y una piensa. Nunca extrañéis que un bruto se descuerne luchando por la idea”.  O “Tu verdad no; la verdad; y ven conmigo a buscarla”.

Ejemplo de intelectual implicado en el proyecto político republicano. Alzó la voz con valentía y sin miedo, cuando vio amenazadas la democracia y la legalidad, aunque le supusiera el destierro y la muerte. Compromiso hasta el final. Jamás buscó mantenerse al margen de la brega política, por ello su aceptación incondicional y rotunda de la lógica impuesta por los que anteponían la victoria -la supervivencia de la República- a la revolución espontánea:

“Respeto todas las ideologías en quienes sinceramente las profesan. Pero de ningún modo puedo simpatizar con campañas políticas que pretendan mermar el prestigio del Gobierno actual, porque, como he dicho más de una vez, vivimos en días de guerra y de tormenta, y, en estos días, los capitanes y pilotos, cuando están en sus puestos, deben ser sagrados…”

Hace un alegato  de la política, tan denostada hoy. E insta  a los jóvenes a implicarse en ella:

La política, señores, es una actividad importantísima. Yo no os aconsejaré nunca el apoliticismo, sino el desdeño de la política mala, que hacen trepadores y cucañistas, sin otro propósito que el de obtener ganancia y colocar parientes. Vosotros debéis hacer política, aunque otra cosa os digan los que pretenden hacerla sin vosotros, y, naturalmente, contra vosotros. Solo me atrevo a aconsejaros que la hagáis a cara descubierta… Y a quien os eche en cara vuestros pocos años bien podéis decirle que la política no ha de ser necesariamente cosa de viejos…

Y en tiempos de la posverdad resultan premonitorias sus palabras:

“Se miente más que se engaña; y se gasta más saliva de la necesaria…Si nuestros políticos comprendieran bien la intención de esta sentencia, ahorrarían las dos terceras partes, por lo menos, de su actividad política”.

Otra reflexión más del Juan de Mairena de acuciante actualidad. Las izquierdas deberían leerla, rumiarla y digerirla:

“En España —no lo olvidemos— la acción política de tendencia progresista suele ser débil porque carece de originalidad; es puro mimetismo que no pasa de simple excitante de la reacción. Se diría que sólo el resorte reaccionario funciona en nuestra máquina social con alguna precisión y energía. Los políticos que deben gobernar hacia el porvenir deben tener en cuenta la reacción a fondo que sigue en España a todo avance de superficie. Nuestros políticos llamados de izquierda —digámoslo de pasada— rara vez calculan, cuando disparan sus fusiles de retórica futurista, el retroceso de las culatas, que suele ser, aunque parezca extraño, más violento que el tiro”.

En estos momentos  de tanta bandera y de tanta patria, cual señuelo para ocultar la  corrupción, destrozos del Estado de bienestar…

La patria, decía Juan de Mairena, es en España un sentimiento sencillamente popular, del cual suelen jactarse los señoritos. En los trances más duros, los señoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la menta siquiera”.

En su marcha hacia Francia junto con su madre anciana, a la que  engañaba, diciéndole que iban hacia Sevilla. Pauline Quintana, la propietaria del hotel Bougnol Quintana. en Colliure, su última estancia, contó que un día, al ver que los dos hermanos, José y Antonio, bajaban por separado a desayunar y preguntar por qué, le dijeron que cuando lavaban una de las camisas, al no tener de repuesto, esperaban que el otro regresara para cambiarse. Murió el 22 de febrero de 1939. “Adiós, madre” fueron sus dos últimas palabras. Tras pronunciarlas entró en coma. Su madre, Ana Ruiz, que agonizaba en la misma habitación, fallecía tres días después.  Murió ligero de equipaje, como expresó en su poema Retrato:

“Y cuando llegue el día del último viaje, /y esté al partir la nave que nunca ha de tornar, me encontraréis a bordo ligero de equipaje, / casi desnudo, como los hijos de la mar.

Y en una de sus últimas entrevistas al poeta soviético Ehrenburg, en diciembre del 38, declaró:

"Para los estrategas, para los políticos, para los historiadores, todo esta claro: hemos perdido la guerra. Pero humanamente, no estoy tan seguro… Quizá la hemos ganado".

No tengo ninguna duda sobre quién ganó la guerra.