miércoles. 08.10.2025

La Flotilla ha sido un circo político que hunde más a los palestinos

La flotilla del postureo
La flotilla del postureo.

 

Cuando a finales de agosto zarpó desde Barcelona la llamada Flotilla Global Sumud, con unos cincuenta barcos y quinientos activistas, muchos creyeron que se trataba de un gesto humanitario. En realidad, ha terminado siendo un espectáculo político, un viaje de egos disfrazado de solidaridad que, lejos de ayudar a los palestinos, los ha dejado en una situación aún más comprometida ante Israel y ante el mundo.

Porque lo cierto es que no iban a llevar medicinas ni alimentos en cantidad significativa. Lo que transportaban era ideología, cámaras, banderas y discursos preparados para las redes sociales. Iban a desafiar a Israel, no a socorrer a Gaza. Y eso, en la práctica, solo ha servido para justificar nuevas medidas de seguridad israelíes y más control sobre la franja, precisamente lo contrario de lo que decían buscar.

Entre los nombres más sonoros estaban Greta Thunberg y Ada Colau, dos figuras más acostumbradas a la pancarta que a la diplomacia. La primera, convertida en icono mediático del activismo climático, quiso ahora reconvertirse en heroína internacional del antiisraelismo. La segunda, exalcaldesa de Barcelona, parece decidida a mantenerse en el foco político internacional a cualquier precio, aunque sea navegando en una flotilla improvisada que nunca iba a llegar a destino. Ambas, más que ayudar, ofrecieron a Israel un argumento perfecto: el de que se trataba de una provocación organizada por personajes que viven del cuento político y del postureo mediático.

El resultado ha sido previsible. Israel interceptó la casi totalidad de las embarcaciones antes de que se aproximaran a las aguas de Gaza. Los activistas fueron detenidos, algunos deportados y otros investigados. Hubo denuncias de maltratos, pero también contradicciones y relatos inflados. Ni un solo palestino recibió ayuda tangible. Ni una sola vida cambió para mejor.

Lo que sí cambió fue la narrativa internacional: el gobierno israelí se sintió fortalecido, el bloqueo se justificó nuevamente por motivos de seguridad, y los propios palestinos quedaron atrapados, otra vez, en la guerra simbólica que libran terceros a costa de su sufrimiento.

La Flotilla Sumud pasará a la historia no como un acto humanitario, sino como un viaje de propaganda, el intento fallido de unos cuantos políticos y activistas de seguir vendiendo su marca personal a base de “solidaridad” de salón. En vez de tender puentes, levantaron más muros.

Apéndice: Datos y fuentes contrastadas

  • Israel interceptó 41 de los 42 barcos de la flotilla antes de que alcanzaran Gaza (Reuters, 3 octubre 2025).
  • Un barco fue dañado en Túnez en un incidente atribuido a un dron; las autoridades locales lo negaron (Reuters, 8 septiembre 2025).
  • Activistas denunciaron maltratos durante su detención; Israel lo desmintió (AP News, 2 octubre 2025).
  • Greta Thunberg abandonó la dirección de la flotilla por desacuerdos internos, aunque permaneció como miembro (ABC, 18 septiembre 2025).
  • La flotilla partió desde Barcelona con el objetivo declarado de romper el bloqueo marítimo sobre Gaza (El País, 31 agosto 2025).

Nota:
Todos estos flotilleros deberían rendir cuentas por haber zarpado desde España rumbo a una zona en guerra, con el beneplácito o la pasividad del propio Gobierno español. Su aventura no solo fue una temeridad, sino también una imprudencia diplomática que dejó a España entre la espada y la pared, dando al mundo la imagen de una nación de pandereta dispuesta a aplaudir cualquier ocurrencia disfrazada de activismo. Una vez más, se mezclaron el postureo político, las oenegés de salón y el buenismo institucional que abre la puerta a todo, incluso a la ilegalidad.

Ver artículo sobre el verdadero conflicto que padece Palestina e Israel: https://lavozliberaldelanzarote.blogspot.com/2025/10/es-posible-realmente-dividir-palestina.html

La Flotilla ha sido un circo político que hunde más a los palestinos