¿Evolución o Experimento Cósmico?
La biología moderna sostiene que la vida en la Tierra surgió y se transformó mediante procesos naturales sin dirección ni propósito: mutaciones, selección natural, deriva genética y otros mecanismos que, combinados durante millones de años, habrían dado lugar a todas las especies que han existido. Según este marco evolutivo, no existe una intención detrás de la vida, sino un mecanismo ciego que opera sin metas.
Sin embargo, al observar la historia de la naturaleza con una mirada más amplia, es difícil no advertir un patrón que —al menos desde una perspectiva filosófica— parece sugerir lo contrario. La vida no solo avanzó hacia organismos más complejos, sino que atravesó una secuencia que, para algunos, se asemeja a un proceso de ensayo, corrección y perfeccionamiento. Primero surgieron organismos diminutos, casi invisibles. Más tarde aparecieron seres más grandes, variados y sorprendentes. Después, muchos de ellos desaparecieron, sustituidos por especies más pequeñas, eficientes, especializadas e inteligentes.
A través del registro fósil, uno podría interpretar que la naturaleza ha venido “practicando”, ajustando y recalibrando la vida durante miles de millones de años, como si se tratara de un taller gigantesco donde cada especie fuese una versión de prueba previa a otra más perfeccionada.
Desde esta perspectiva, no resulta descabellado pensar que detrás de este proceso pudiera existir un Cosmo-Poder, una especie de inteligencia fundamental que, desde el nacimiento del universo, guía o influye en el desarrollo de la vida. No hablo necesariamente de un dios tradicional ni de una religión organizada; hablo de un principio organizador del cosmos que, por su complejidad, apenas comenzamos a intuir. Un fundamento universal que podría estar detrás de los grandes ciclos de creación, transformación y extinción.
Bajo esta mirada, la aparición del ser humano no sería el resultado de un juego de azar, sino la culminación —al menos provisional— de ese largo proceso. El ser humano sería la especie capaz de observar el universo, preguntarse por su origen y, en última instancia, dar fe de la existencia de ese Cosmo-Poder. La conciencia humana, única en su capacidad para interpretar y cuestionar la realidad, parece encajar en este supuesto diseño progresivo como un salto cualitativo más que como una simple casualidad biológica.
Por ello, me cuesta aceptar la teoría de la evolución de Charles Darwin y Alfred Wallace como un mecanismo puramente automático y sin dirección. No niego su valor científico: explica de manera sólida cómo cambian las especies y cómo se adaptan a su entorno. Pero su ausencia total de propósito me parece una limitación conceptual. Para mí, más que evolución ciega, la historia de la vida se asemeja a una obra en desarrollo, un proceso en el que el Cosmo-Poder experimenta, ajusta y adapta especies según las circunstancias del planeta Tierra y del propio universo.
La vida, con sus retrocesos y avances, con sus extinciones y renacimientos, no me parece la historia de un mecanismo sin intención. Intuyo que forma parte de un proyecto en construcción, un proceso evolutivo dirigido por esa fuerza original que llamo Cosmo-Poder. Un proyecto que aún continúa.
Fuentes científicas relevantes
1. Fechas clave aceptadas por la ciencia
- Edad del universo: ~13.800 millones de años (mediciones del fondo cósmico de microondas, Planck 2018).
- Edad de la Tierra: ~4.540 millones de años (datación radiométrica de meteoritos y rocas antiguas).
- Primeras formas de vida: entre 3.500 y 3.800 millones de años (microfósiles, estromatolitos).
2. Marco científico de la evolución
- Charles Darwin y Alfred Wallace (1859): selección natural.
- Síntesis moderna (1930–1950): integración de genética y evolución.
- Evolución molecular (décadas posteriores): mutaciones, ADN, mecanismos genéticos.
3. Extinciones masivas registradas
- Ordovícico-Silúrico (hace ~444 millones de años).
- Devónico tardío (hace ~372 millones de años).
- Pérmico-Triásico (hace ~252 millones de años).
- Triásico-Jurásico (hace ~201 millones de años).
- Cretácico-Paleógeno (hace ~66 millones de años).
Estas extinciones borraron especies previamente dominantes y dieron paso a nuevas formas más adaptadas.
4. Líneas de debate filosófico
- Teleología natural: la idea de que la naturaleza actúa con fines (Aristóteles).
- Deísmo cosmológico: un principio creador que no interviene de forma milagrosa, pero establece las leyes del cosmos.
- Diseño inteligente filosófico (no religioso): la posibilidad de que el universo tenga estructura, propósito o dirección.
- Antropocentrismo débil: la vida parece organizada de una forma compatible con la aparición de seres conscientes.
Final
El universo no nació por obra de un dios religioso concreto, sino gracias a una fuerza universal que, desde la llamada NADA CUÁNTICA, dio forma a todo lo que existe. A esa fuerza yo la llamo Cosmo-Poder. Otros la denominan de múltiples maneras: Yahvé, Jehová, Dios, Theus, Gott, God, Alá… En todos los casos, esos nombres intentan describir la misma energía creadora que impulsa el universo.
Sin embargo, muchas religiones han mezclado a esa fuerza original con figuras humanas —mesías, profetas o intermediarios— que desvían la atención de lo esencial: la existencia de un principio creador primordial, una energía cósmica cuya naturaleza permanece más allá de los símbolos y las narraciones humanas.
Incluso las propias doctrinas religiosas, al intentar explicar el origen de su dios, terminan admitiendo que todo surgió desde esa misma NADA CUÁNTICA de la que emergió el universo. Y es ahí donde, para mí, comienza y permanece el verdadero misterio del Cosmo-Poder.
Antiguo Testamento. 2) 2 Macabeos 7:28 — dice literalmente
“Te ruego, hijo mío, que mires al cielo y a la tierra y, al ver todo lo que hay en ellos, reconozcas que Dios los hizo de la nada, y que también el género humano llegó a existir de esa misma manera.”