Jaime, poeta de pueblo
Al maestro de escuela lo conocí cuando mi hijo, hoy a punto de cumplir 22 años, empezó su camino en educación infantil con 3 añitos. Jaime Quesada Martín era el director del colegio de Playa Blanca, lo era desde muchos años atrás, ya que se jubiló en 2013 sumando 35 años como máximo responsable de este colegio público localizado en el sur de Lanzarote, es decir, casi que toda su hoja de servicios teniendo en cuenta que estuvo 37 años dedicado a la docencia. También recuerdo que con Jaime compartí mesa de reuniones y debates en mi época de representante de madres y padres de alumnos en el Consejo Escolar del colegio.
Desde que aterricé por estas tierras canarias conocí su narrativa y poesía que destaca por ser una obra profundamente comprometida con la cultura y tradiciones canarias, comprometida con su tierra chica, el municipio de Yaiza, aunque su obra también toca la actualidad, el desarrollo y cambios experimentados por el Archipiélago y especialmente Lanzarote.
El crecimiento y transformación de la sociedad y su entorno, con sentido crítico y reflexivo, forman parte de su recorrido como hombre de letras. Y no sabrá Jaime de lo que habla y escribe si cuando llegó en el 78 a la vieja casona donde funcionaba el colegio de Playa Blanca, tenía 14 alumnos y cuando se fue lo dejó con cerca de 800 estudiantes. La explosión demográfica, los cambios de la comunidad educativa y el desarrollo económico, para bien y para mal, han alimentado su obra.
El viernes en la presentación en Yaiza de su poemario de 230 páginas ‘Alongado al brocal’ vi a un niño de setenta y poco más años ilusionado con el nacimiento de esta criatura que pone en tinta sobre papel sus últimas décimas, romances y seguidillas, algunas creadas en pandemia. Tengo que agradecer a Jaime que me haya invitado a leer una de sus décimas, ‘Marinero del Charco’, en el acto de lanzamiento del libro junto a familiares, amigas y amigos y público que participamos de la velada literaria.
Vi al mismo Jaime de siempre, el maestro de escuela humilde que a pesar de su largo andar por el camino de la cultura y distinciones por su desempeño como profesor y escritor prefiere decir que sus versos “no dejan de ser ocurrencias de un hombre de pueblo y que al pueblo las devuelve”.
El autor desea embarcarnos en un viaje a nuestro interior, “como personajes de un pueblo al que la proyección de futuro no le suelta los cabos del arraigo, las bridas de la cultura tradicional que con ahínco defendieron nuestros predecesores”.
Ya dije antes, Jaime en sus versos también aborda duras realidades como el covid, la guerra de Ucrania - Rusia, la erupción volcánica reciente en la isla de La Palma, las desigualdades y la crisis humanitaria derivada de la llegada de inmigrantes africanos a las costas canarias en condiciones precarias.
En pleno debate por las consecuencias del turismo de masas, que conlleva mayor consumo de territorio, recursos naturales escasos como el agua y servicios públicos, el poeta en su ‘Secuencia de retratos de Lanzarote’ deja caer: “quizás sea nuestro sino soportar la adversidad. Turismo de calidad, turismo de pan y vino, nos busca como destino y, aunque el pueblo ha progresado, un caos organizado impide que se reparta con equidad esta tarta: el pobre no la ha probado”.
Y en ‘Vereda’ también reflexiona en voz alta apuntando que “el cemento es el progreso escuché a voces de afuera, que se adueñaron del suelo de la sinuosa vereda y en el oro de las playas, en la tierra de las vegas el gris fue sustituyendo nuestra singular belleza, y todo lo que era hermoso, gavias, nateros, maretas…se llenó de apartamentos para la gente extranjera”. La obra del poeta de pueblo ya nos pertenece a todas y todos.