El fiscal solicita también una pena de 2 años de prisión por un delito de atentado contra los Agentes de la Autoridad

Piden 4 años de cárcel para un ciudadano imputado por vender heroína en Las Rapaduras

Ante la aparición de tres policías a los que lesionó, el acusado escondió dos boliches de droga bajo su lengua que nunca aparecieron. La empleada del bar El Castillo contradice la versión del atestado

El fiscal ratificó este martes ante la Audiencia Provincial de Las Palmas su escrito de calificación contra un ciudadano natural de Guinea Bissau, quien está acusado de un delito contra la salud pública por el que se solicitan 4 años de prisión, y de un delito de atentado contra Agentes de la Autoridad por el que se piden otros 2 años más.

Por su parte, La defensa solicita la libre absolución del procesado en ambos delitos que se le imputan, alegando que su cliente sólo consumía pero no traficaba con esa droga y que más que una agresión a los agentes hubo sólo defensa propia.

El acusado fue detenido el pasado 22 de mayo de 2003 en el bar El Castillo de Arrecife, situado entre las calles León y Castillo y Donantes de Sangre, en la zona conocida como Las Rapaduras.

Según se desprende de las declaraciones de los tres policías nacionales que detuvieron al procesado, éste fue detenido in fraganti cuando le vendía medio gramo de heroína con un 21% de pureza a un toxicómano habitual en el interior del establecimiento.

Tras comprobar desde la calle Cádiz que una transacción se iba a llevar a cabo, dos de los agentes irrumpieron en el local y un tercero esperó en la puerta. A su entrada vieron que el toxicómano dejaba un billete de 20 euros sobre la barra, entre el comprador y el supuesto vendedor.

Los tres policías aseguraron en su declaración que entonces el acusado ocultó bajo su lengua otros dos envoltorios más de la misma sustancia. Fue al tratar de extraer la droga de su boca, una cantidad que hubiera probado que hubo tráfico de droga y no consumo como alegó la defensa, cuando según los policías el acusado se resistió y les agredió, y cuando, según el abogado defensor, su cliente tuvo simplemente que defenderse con un gesto brusco porque le estaban asfixiando.

Para la defensa, que alega que los policías no se identificaron en ningún momento como tales, las lesiones causadas en los agentes fue fruto del forcejeo. En este punto, la propia dependienta del local aseguró en su testimonio que los policías no cruzaron palabra alguna con el detenido, al que prácticamente zarandearon según sus palabras.

“Le agarraron bruscamente por el cuello y le pusieron contra las máquinas del bar, sin dar ningún tipo de explicaciones”, afirmó la empleada en su calidad de testigo, contradiciendo así la versión que recoge el atestado policial, ratificada además por los propios agentes actuantes.

En cuanto a los dos envoltorios, que probablemente el acusado terminó tragándose, una prueba radiológica posterior dio fe de la presencia de un objeto extraño en su organismo, aunque debido a su reducido tamaño, según el facultativo, éste no pudo ser identificado como un boliche. Para el fiscal, no cabe duda de que el acusado trató de ocultar pruebas incriminatorias de un delito de tráfico de drogas. El caso quedó visto para sentencia.