Los trabajadores del Cabildo recuerdan a César Manrique en el XIV aniversario de su muerte
Como cada año desde que en 1992 falleciera el artista lanzaroteño César Manrique, los trabajadores de los Centros de Arte, Cultura y Turismo del Cabildo, CACT, se acercaron hasta su tumba en el cementerio de Haría para llevarle flores.
Los empleados que aún mantienen vivos los proyectos que Manrique ideó para su Isla quieren así hacer un homenaje y recordar lo que la figura de este hombre polivalente significó para Lanzarote.
En este XIV aniversario de su muerte, el acto conmemorativo reunió a muchos que lo conocieron y a otros tantos que lo admiraron sin conocerlo, pero todos unidos por el agradecimiento y la nostalgia de lo que Manrique aún podría haber hecho con su proyecto de vida para embellecer la tierra en la que nació.
Al acto también acudieron la presidenta del Cabildo, Inés Rojas, el consejero de los CACT, Pedro San Ginés, el vicepresidente segundo de la Primera Institución, Mario Pérez, y el alcalde de Haría, José Torres Stinga, entre otros representantes políticos.
Los trabajadores leyeron unas líneas en su honor y dejaron a los pies de su tumba flores para que nadie olvide la labor de un hombre que después de recorrer el mundo volvió a Lanzarote “con la intención de convertir mi isla natal en uno de los lugares más hermosos del planeta, dadas las infinitas posibilidades que Lanzarote ofrecía ", como él mismo confesó en las cartas que escribió a su amigo Pepe Dámaso desde Nueva York.
Su proyecto permanece
Mucho han cambiado las cosas desde 1992, pero los proyectos que dejó terminados este artista permanecen a la vista de todos los que se acerquen hasta la Isla de los Volcanes.
Todas las facetas de pintor, escultor, arquitecto, ecologista, conservador de monumentos, consejero de construcción, planeador de complejos urbanísticos, configurador de paisajes y jardines, las utilizó Manrique en pro de su tierra, convirtiendo los siete municipios en un ejemplo de desarrollo sostenible.
Su influencia llegó hasta la política con la lucha por causas tan determinantes par la Isla como la moratoria, una cuestión que sigue dando que hablar tantos años después de su muerte y en la que seguro aún tendría mucho que decir.
Por eso los trabajadores que velan por el buen funcionamiento de los centros que él diseñó y promovió quieren que no se olviden las premisas que Manrique promulgó para conseguir que Lanzarote mantenga intactos sus tesoros.
Los juguetes del viento que adornan cada rotonda, los centros que enriquecen la Isla y mantienen inalterables lugares únicos en el mundo como Timanfaya, Los Jameos del Agua o la Cueva de los Verdes son el legado que dejó Manrique a su Isla y que se integraban dentro de un proyecto que los isleños tienen casi la obligación de mantener. Una obligación que nace ya no sólo del deber sino del agradecimiento por la suerte de haber podido contar con el trabajo de un arquitecto como este, que remodeló la Isla para convertirla en un punto destacado dentro de la geografía mundial.
Haría, su última residencia
Aunque César Manrique residió y trabajó durante muchos años en Tahíche, en lo que ahora es la Fundación que tantos visitantes recibe, los últimos años de su vida los pasó el artista en Haría.
En una casa más pequeña y discreta vivió hasta su fallecimiento en un apartado del municipio norteño, en el que ideó sus últimas iniciativas y encontró la tranquilidad que anhelaba.
En esa misma localidad descansan hoy sus restos mortales y también lo que queda de su casa, uno de esos legados de los que nadie se ha hecho cargo y que se desgastan sin que se les preste atención.
En el cementerio, la tumba del artista permanece cuidada por los que lo que lo recuerdan durante todo el año, y en fechas señaladas como este 25 de septiembre, también por los que trabajan para mantener su legado.
Un cactus y una palmera señalan el lugar en el que está enterrado. Junto a ellos, los visitantes depositan objetos que dejan sobre su tumba para que su memoria siga siempre viva.