Más de 40.000 personas llegan a la plaza de Mancha Blanca para asistir a la fiesta de Los Dolores
Sin agobios y con cierta fluidez, pero con una constante marea de gente. Así discurrió este sábado el día grande de la fiesta de Los Dolores, el día de la romería. Sin cálculos oficiales, era evidente pensar que fueron miles las personas que se echaron a la calle y que recorrieron las carreteras de Lanzarote desde distintos puntos. Sin la exageración de los años de máxima afluencia pero con mucho más personal que el año anterior, que la romería se puso el domingo. Pero lo oficial, según han explicado desde el Ayuntamiento de Tinajo a este diario acogiéndose a la estimación oficial de la Policía Local y de otros cuerpos, es que fueron más de 40.000 personas las que entraron en la plaza, alrededor de 42.500.
Pero la organización del evento ha querido destacar no el hecho en sí de que una vez más hayan sido miles las personas que han querido participar de una celebración absolutamente consolidada, sino los pocos incidentes que se produjeron para ser un día de máximo riesgo, tanto en el problema que plantea la circulación por las carreteras como la evidencia de que muchos romeros se pasan en el consumo de alcohol.
Tampoco hay duda alguna sobre el tremendo despliegue de medios de seguridad que se dispone para esta jornada: el helicóptero del GES del Gobierno de Canarias y el de la Guardia Civil patrullaron en varias ocasiones los cielos; ambulancias del Servicio Canario de Salud (SCS) y de Cruz Roja dispuestas para salir rápido en cualquier momento; agentes de Protección Civil y de las policías locales de toda la Isla controlando cada uno de los accesos, y un centro de control tremendamente moderno desde el que se controla no que no sucedan cosas, porque suceden, sino que su repercusión sea menor de la que sería si ellos no estuvieran allí.
De hecho, cosas ocurrieron. Varias intoxicaciones etílicas que refuerzan la idea de los que creen más en que la fiesta es una "ronería" que una romería, un coche que se prendió fuego en medio de uno de los improvisados aparcamientos y pequeños accidentes por colisión sin importancia son el balance expuesto a primera hora de la mañana de este domingo.
Pero lo importante no fueron los incidentes, fue la celebración en sí, y el cómo y el porqué de una fiesta en la que mucha gente cree, y participa. El día transcurrió con absoluta normalidad. Desde todos los puntos de la Isla acudieron personas organizadas y sin organizar. Las organizadas, llevando hasta los pies de la Virgen todo tipo de ofrendas, que servirán un año más para ayudar a los que más lo necesitan. Los menos organizados, aportando o sin aportar, pero cada uno cumpliendo la promesa que había hecho a la Santa o a sí mismo.
La mayor aglomeración de gente en la plaza de Mancha Blanca se produjo precisamente al caer la noche. El presentador del evento, Francisco José Navarro, se esforzaba para que la cosa fuera con cierta fluidez, pero no siempre lo conseguía. La mayoría quería estar más tiempo al lado de la Virgen, cuando no estar más tiempo en la televisión. Pero la cosa salió como siempre por el cauce planeado, y todos los que quisieron pudieron llegar hasta los pies de la patrona.
Habían pasado unos minutos de la nueva de la noche cuando la organización dio por terminada la romería, al menos en el aspecto formal de entrega de ofrendas. Era el momento en el que la plaza de Mancha Blanca vivió su imagen de mayor concentración de personas, previo al inicio del tradicional y hermoso baile del romero. Antes, el párroco de Tinajo pidió que la imagen de la Virgen entrara en la ermita y tanto él como los fieles que pudieron acceder al interior del edificio rindieron el último tributo en forma de oración.