martes. 13.05.2025

Aunque parezca mentira, todavía quedan muchas cosas que descubrir de César Manrique y de su paso por el Valle de Lágrimas. Una de ellas es que fue el primer artista que se atrevió a pintar y a decorar un barco de competición. Todo el mundo conoce el SEAT Ibiza que ahora la empresa Cabrera Medina exhibe orgullosa por toda Canarias, pero antes de inmortalizar con su arte un coche universal, César decoró un barco de competición.

Todo ocurrió en 1986, cuando a su amigo Pedro de Armas -conocido empresario de la Isla, ex presidente del Cabildo y que fraguó sobre todo su relación más cercana con el artista cuando fue responsable de los Centros Turísticos- se le ocurrió lo que no se le había ocurrido a nadie, pedir a César que le pintara el barco como entendiera él que debía ir pintado un barco de Lanzarote que aspiraba a competir en la Vuelta a España de Cruceros.

Durante la tertulia del programa "A buena hora" de Crónicas Radio-COPE Lanzarote, De Armas contó con detalle la historia, una historia muy curiosa que parte de su idea inicial y del entusiasmo que le puso el artista para terminar una de sus obras más desconocidas, el Magie II. Es el nombre que tenía el barco de Pedro de Armas, puesto en recuerdo de su hermana. "La historia de ese barco es curiosa. Fue un barco que yo compré y se llamaba Magie II. Se debe al nombre de mi hermana, que en paz descansa. Se llamaba Margarita y un francés que vivía al lado de mi casa le llamaba Magie y se quedó así el nombre. Hubo una primera famosa vuelta a España que ganó un barco de Galicia y que diez años más tarde fue mío. Preparamos ese barco para hacer la vuelta a España y una de las cosas que le pedí a César Manrique fue que nos hiciera un diseño para pintarlo. Tengo varios vídeos y es el primer barco de regata, de vela, que se pinta en toda la historia en España", narró Pedro de Armas. "No me cobró nada por este diseño. Fue gratuito", dijo riéndose ante la pregunta capciosa de uno de sus compañeros de charlas mañaneras previas al fin de semana.

"Posteriormente, hubo otro señor, un artista, hijo del famoso Premio Nobel Camilo José Cela, que era también navegante, y fue el segundo que también pintó su barco, porque también era pintor. César Manrique nos hizo el diseño y lo aprovechamos para que se pintara el barco. Luego, cuando fuimos a tirar el barco al agua llamé a César, vino y firmó con su nombre en la popa", explicó para dar luz y taquígrafo a algo que llevaba oculto durante demasiado tiempo.

Después de ser pintado, y de tener un notable éxito surcando los mares, Pedro de Armas vendió el barco a un empresario, Fernando Rebull, que a su vez se lo vendió a alguien que decidió que debía estar amarrado en Villajoyosa, en Alicante. "El barco está en Villajoyosa después de que lo comprara un farmacéutico hace 20 años. La pintura ya no está tan bien pero es exactamente igual al diseño original. Posteriormente quien me compró el barco adquirió otro barco de 20 metros en Bulgaria y lo trajo pintado exactamente igual. Copió el diseño, porque está claro que era precioso", resaltó Pedro de Armas nuevamente entre risas.

Pero los encargos no se quedaron sólo en el diseño del barco, fueron más allá. "También le pedí a César Manrique otra cosa, que me hiciera un cangrejo para ponerlo en la popa del barco. Era el amuleto que llevaba en la popa del barco", apuntó nostálgico alguien a quien cariñosamente todo el mundo en Lanzarote conoce como "El Cangrejo".

Pedro de Armas, como tantas y tantas otras personas que no han presumido ni se han valido de ello a lo largo de estos años, fue muy amigo del artista, y conserva de él enormes anécdotas que alguien debería guardar, escribir. "La amistad con César comenzó cuando estaba tocando con mi grupo en la elección de la Reina de San Ginés. Yo tendría 15 años y actuábamos delante de donde hoy está el Kiosco de la Música. César estaba con su amigo del alma, Pepe Dámaso. Cuando nos vio, le sorprendió que estuviéramos tocando canciones de los Beattles. Curiosamente, Cipriano, que tocaba con nosotros, acabó trabajando como secretario de César. El cantante era Ildefonso Aguilar, yo el bajo y el batería un señor de Las Palmas", explicó. "Ahí hicimos amistad, a través de Yayo Fontes y de Cipriano, y esa amistad luego tuvo también su relación laboral, cuando estuve al frente de los Centros Turísticos cuatro años, de 1991 a 1995", dijo.

Además de la anécdota del barco, De Armas contó por qué el artista tuvo que firmar dos veces el mural que está actualmente colgado en el Casino de Arrecife. "César tiene un mural inmenso y muy bonito en el Club Náutico, pero lo firmó en la parte externa, de blanco. Algún trabajador sin conocimiento empezó a pintar aquello de blanco y se quedó sin firma. Entre Pedro César Quintana y yo fuimos a hablar con César Manrique y le pedimos que firmara de nuevo. Hay una foto donde aparece él subido en una escalera y firmando, pero lo firmó con su nombre sobre la misma madera, no ya fuera. Hoy ya su firma no la pueden quitar, salvo que quiten la madera, claro", señaló por último de nuevo entre risas.

El Magie II, el barco que pintó César
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