Los efectos de la modernidad dejan su huella en el lenguaje y le dan una bofetada al nivel educativo

Cuando la Play sustituye a los libros el lenguaje se muere de frío

Las conclusiones del recién publicado informe PISA 2006 sitúan al sistema educativo español entre los peores de Europa; el descenso del nivel de compresión lectora entre los estudiantes españoles de 15 años hace saltar la alarma en todo el país

El periódico más leído entre los chicos españoles es el Marca mientras las chicas se decantan por Super Pop y Nuevo Vale. Dejando a un lado contenidos, está comprobado que se trata de dos de las publicaciones que más patadas le dan a la ortografía y gramática española. Los jóvenes ya no se intercambian las direcciones al terminar las vacaciones porque la correspondencia ha pasado a mejor vida. El ordenador, la consola y el teléfono móvil son algunos de los grandes inventos de nuestra era que, como parte de su doble filo, han creado un peligroso monopolio de control y omnipresencia aprovechando los brazos abiertos con los que la sociedad, ingenua, les esperaba. Los efectos de esta cara bipolar de la modernidad dejan sus huellas en las rutinas diarias (prisas, hábitos, consumo), en los comportamientos, relaciones sociales y en la educación.

Las conclusiones del recién publicado informe PISA 2006 sitúan al sistema educativo español entre los peores de Europa, especialmente en lo que se refiere a los niveles de lectura. La educación española se hunde en los más bajos niveles de calidad. El estudio revela que el nivel de comprensión lectora de los estudiantes españoles de 15 años ha descendido 20 puntos en tres años y queda en 461 (481 en 2003), según el Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA 2006), presentado el pasado martes por la ministra de Educación, Mercedes Cabrera. A pesar de que su traducción da vértigo y alarma, esto significa que España se aleja de los países desarrollados, ya que se sitúa a 23 puntos de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), establecida en 484 puntos, y 31 por debajo del promedio de la organización (492).

Calabazas en lengua

Según el PISA 2006, los resultados sobre el rendimiento en ciencias y en matemáticas son menos alarmantes que los de lengua, aunque deparan un estancamiento de nuestros escolares con respecto al anterior informe, de 2003. Así, junto a los alarmantes indicadores de lengua, una materia fundamental para progresar en el resto de las asignaturas, los alumnos españoles tienen 480 puntos en competencia matemática (485 en 2003) y 488 en ciencias (487 en 2003).

España se sitúa en las tres competencias por debajo de la media ponderada de los 30 Estados de la OCDE y por encima de la internacional. Sólo Andalucía está debajo de la puntuación media española en los tres apartados entre las diez comunidades que han participado con muestra propia (Andalucía, Aragón, Asturias, Cantabria, Castilla y León, Cataluña, Galicia, La Rioja, Navarra y País Vasco). La Rioja obtiene los mejores resultados y hasta supera los niveles medios.

Pese a los demoledores datos, especialmente en lengua, la ministra coloca a España en los niveles educativos medios de la OCDE, por encima de su desarrollo económico y socio cultural, aunque «los resultados son mejorables». Como ya hiciera Cabrera en su intervención, el retraso histórico fue argumentado por Zapatero para justificar la situación: «Nuestro sistema educativo no ofrece un mal rendimiento, el problema es que hemos tenido muchas generaciones en España con un bajo rendimiento educativo, fruto del país que teníamos». Por su parte, la secretaria de Política Social del PP, Ana Pastor, aseguró que «la mentalidad Logse ha hecho mella en el sistema educativo» y que mientras otros avanzan, España retrocede.

El daño a la vista de la nueva escritura

“Las Autoridades Sanitarias advierten que el tabaco daña gravemente su salud”. Se trata de una de las frases más leídas entre la población española que además viene como anillo al dedo para reflejar el daño a la vista de la nueva escritura. El daño a la vista, y al diccionario y a la preocupante despreocupación que existe al respecto. El escritor y vicepresidente de la Fundación del Español Urgente (Fundéu) en España, Alex Grijelmo, comenzaba su “Defensa apasionada del idioma español” contándole al lector que las autoridades sanitarias (que no Autoridades Sanitarias) habían cometido más de cinco errores gramaticales con esa aseveración a la vez que estaban contribuyendo a que cientos de personas integraran estas faltas como vocabulario válido de sus discursos.

“Ola, ktal kariño?”, “Ok, Kedams luego”. Internet y los mensajes con el móvil están transformando nuestro lenguaje. Se está forjando así una escritura que, nueva y rápida, no parece dispuesta a convivir con la existente. Cada uso y estilo deben tener su lugar y espacio porque de lo contrario tan sólo hay caos. No es de extrañar que muchos profesores se lleven las manos a la cabeza a la hora de corregir exámenes en los que aparecen más faltas ortográficas que ideas y que se aproximan más a jeroglíficos que a frases conexas con sentido.

Si se empobrece la lengua, se empobrece el pensamiento

Hablar y escribir bien es el camino más seguro para pensar y crear. Pero la realidad es que hoy se usan menos de 1000 de los millones de palabras que forman parte de nuestra lengua. Las palabras que no se usan se pierden definitivamente y dejan de nombrar las cosas. Esa merma del vocabulario equivale, según la curiosa metáfora del escritor valenciano Juan José Millás, a perder los dientes, con las consecuencias que son predecibles para el pensamiento y el estómago.

Más allá de las cifras, la preocupación coincidente de los especialistas es la calidad del vocabulario y del hablante que lo utiliza. Al indagar sobre las causas, se puede pensar en el poco contacto con el libro, en la falta de estímulos y ejemplos para la lectura y en el uso de Internet, con la proliferación del chateo como una de las herramientas que distorsionan el idioma. Ya lo decía el gran Fernando Fernán Gómez en la película La lengua de las mariposas: “es en los libros donde podemos guardar nuestros sueños para que no se mueran de frío”. Y por eso, cuando la Play sustituye a los libros, las haches se van de vacaciones, cariño se escribe con K y el lenguaje... se queda sólo y muerto de frío.