Los importantes cruceros Aida Diva, Costa Serena y Thomson Destiny coincidieron el jueves en el Puerto de Los Mármoles y pusieron de manifiesto los problemas y las estrecheces del muelle

Costa Serena, una gran ciudad flotante a todo lujo

Es uno de los buques insignia de la naviera Costa Cruceros, que celebra su 60 aniversario con su primera visita a Lanzarote. Autoridades portuarias y representantes cabildicios dieron la bienvenida al capitán del Serena y recorrieron su interior

Fotos: Dory Hernández

¿Se imagina pasar once días cruzando los mares con la única preocupación de tener que elegir entre teatro, jacuzzi o intrépidas excursiones? ¿Se imagina asistir a conciertos, obras de teatro y grandes banquetes a bordo de un gran trasatlántico por unos 600 euros? , que el jueves pasó el día en tierras conejeras desde las 7.00 horas de la mañana que ancló en Los Mármoles hasta las 17.30 horas que partió, después de una completa jornada, rumbo a Málaga. Eso sí, su llegada, como la de los otros dos barcos que hicieron escala, puso de manifiesto los numerosos problemas de infraestructura que tiene en estos instantes Los Mármoles.

Antes de que el equipo de Crónicas tuviera la oportunidad de recorrer algunos de los más emblemáticos e impresionantes espacios que el Serena alberga en su interior, estar frente al gran buque produce la misma sensación de vértigo y pequeñez que se siente frente a un gran rascacielos neoyorquino. Con 290 metros de eslora, 112.000 toneladas de peso, una capacidad total de 3.780 pasajeros, 17 cubiertas, 60 metros de altura y 1.600 camarotes, más de 5.000 personas pasan el día en el Serena entre pasajeros, tripulantes y personal técnico y de seguridad. Es tan largo como una cancha de baloncesto y en su superficie caben cuatro estadios de fútbol.

Once días en Las Vegas

Lo increíble se hace cierto cuando tenemos delante un buque insignia de la talla del Costa Serena.

Recorrer su interior es como adentrarse en una superproducción de cine rodada en la noche de Las Vegas. Varios casinos, paredes azul galáctico, miles de luces, un sinfín de plantas y ascensores; bares en los que disfrutar del auténtico whisky de Malta fumando en pipa o en los que asistir a una representación del Cabaret de Liza Minnelli.

El teatro del barco es más grande que el Galdós o el Auditorio de Las Palmas y cada noche presenta dos obras, siempre diferentes.

Recepción de dientes largos

Si bien su primera escala en el puerto tinerfeño data de finales del pasado mes de diciembre, fue el pasado miércoles cuando se celebró a bordo del buque con el tradicional intercambio de metopas conmemorativas.

En su primera visita a Lanzarote, la recepción fue por todo lo alto y, además del mismo intercambio de presentes, numerosas autoridades políticas y portuarias de la Isla recorrieron el interior del gran Serena.

Jacomo Longo, el capitán del buque, y Diego Hidalgo, el delegado en Carias de Costa Cruceros, guiaron el recorrido y explicaron el interior y funcionamiento del trasatlántico. Fabián Martín, el vicepresidente del Cabildo, y la consejera delegada de Inalsa, Plácida Guerra, fueron la representación de la política isleña y obsequiaron al capitán con varios objetos y productos de la tierra. Asistió también al acto en representación de la Autoridad Portuaria provincial, Manuel Fajardo, presidente de la Asociación de Consignatarios de Lanzarote.

Los turistas canarios

En esta ocasión el “Costa Serena”, gemelo del “Costa Concordia”, llegó a la Isla con 3.642 cruceristas, 2.500 de ellos italianos, atendidos por 1.050 tripulantes. De este total, 1.200 turistas salieron de excursión por la Isla mientras el resto se decantó por continuar disfrutando o relajándose con alguna de las muchas posibilidades lúdicas o deportivas que ofrece el Costa Serena. Los clientes canarios, según explicó ayer para Crónicas Diego Hidalgo, “tienen un papel en esta empresa cada vez mayor y se interesan más por el crucero como posibilidad para sus vacaciones”. “Sólo en esta temporada, Costa Cruceros ha ganado 4.400 clientes canarios”, añadió.

Una ciudad flotante

Entre los servicios que este buque ofrece a bordo podemos encontrar el “Samsara Spa”, la mayor área de bienestar existente en un buque crucero con más de 2.100 metros cuadrados; dos piscinas dotadas de techo automático de cristal, una en popa y otra en el centro del buque, y el simulador de un Gran Premio, que reproduce la carrera de un auténtico monoplaza de Fórmula Uno. Tiendas de perfumes, de deportes o de delicatessen son algunos de los establecimientos libres de impuestos que están en el interior del buque. Eso sí, cuando el Serena se encuentra anclado en puerto todo está cerrado ya que, al estar exento de impuestos, sería una manera de competencia desleal para los establecimientos locales.

Las cantidades de agua y energía que genera el trasatlántico son comparables a las que crea una gran ciudad de más de 10.000 habitantes. Hay cinco idiomas oficiales, 4 clubes juveniles, guarderías, bibliotecas y varios comedores. Cada noche, los clientes reciben en sus camarotes una “guía today”, con la que conocen de antemano cuál será el destino siguiente y con qué actividades podrán disfrutar en la próxima jornada. Los familiares y amigos tienen la posibilidad de, desde sus casas, usar internet para conocer con exactitud dónde se encuentra el Serena en cada momento, cuál es la temperatura del lugar en el que están y qué harán sus seres cercanos al día siguiente sin necesidad de usar el teléfono.

Optimismo pese al deficitario muelle

“Aún quedan muchas embarcaciones por llegar hasta abril, mes en el que termina la temporada, y todo indica a que vamos hacia una subida moderada aunque llegan muchos más pasajeros ya que vienen barcos más grandes y mejor preparados”. El presidente de la Asociación de Consignatarios y Buques de Lanzarote, Tomás Fajardo, valora de manera positiva la situación crucerística de la Isla.

“Los turistas siempre se van muy contentos y las compañías también están satisfechas”, apuntó. Pero no se puede olvidar que tanta actividad y despliegue de medios tiene una importante asignatura pendiente. Y es que, ayer mismo, los tres grandes cruceros se las tuvieron para ingeniar al realizar maniobras dentro de un muelle tan ajustado. Fajardo, consciente de la situación, no quiso olvidar que el tamaño y condición del muelle sigue siendo el eterno problema: “cada vez vienen barcos más grandes y seguimos con el mismo muelle de hace treinta años”, expresó. Y subrayó que “el ensanche estará listo el próximo mes pero no tenemos ni un metro más de eslora y nadie está moviendo un dedo al respecto”.

Volverán...

Algunos turistas recorrieron algunas de las playas lanzaroteñas, otros pasearon por las calles del centro de Arrecife y algunos se decantaron por una inolvidable excursión a Timanfaya. Todos marcharon satisfechos y la tripulación lanzó su promesa: esta fue la primera visita pero, en la próxima temporada, Lanzarote volverá a ser un punto de parada y encuentro.