En el corazón de La Villa, el cambio que salvó el Mercadillo
“Se ha reencontrado con la vida después de tantos años escondida. Escondida entre sus gruesas paredes de piedras. Piedras antiguas que garantizan la eternidad a sus estructuras de pueblo. Observándola actualmente, pudiera dar la sensación de que podría volver a sucumbir como ha ocurrido otras veces en el pasado. Sin embargo, ahora parece que es diferente. Se ha fundido en un nuevo sentido vital y con una intensidad mucho más fuerte. Un nuevo valor hacia lo eterno porque en este renacer se siente viva, útil. Se sabe querida, protegida, y nos devuelve su mimosería palpable en cada sombra, en cada hueco, en cada esquina. Así es la Villa. Cada domingo la Villa de Teguise se despierta con los sonidos enérgicos de una actividad comercial sorprendente, ofreciendo la variedad de productos y mercancías diversas que nos ofertan sus vendedores ambulantes. Es una mezcla multicolor de culturas, religiones, costumbres y vestimentas que conviven en las calles y plazas de la Villa el día de su Mercadillo. Sus visitantes buscan las creaciones artesanales por entre el bullicio festivo de la gente, paseando entre sus casas que les envuelven entre sus arquitecturas históricas. Se respira historia por todas partes. Personas de diversos continentes y culturas enriquecen la experiencia. Este no es sólo un mercado donde la gente compra y vende. Las mañanas del domingo son una reunión cultural casi mundial, donde las nacionalidades de vendedores y visitantes se integran en esta nueva vida de la Villa. Los habitantes se muestran con orgullo y comparten su pueblo durante un día a la semana. El ambiente seguro, relajado y divertido, entre historias, culturas y religiones diversas que acoge el Mercadillo de la Villa de Teguise, se convierten en sensaciones de vitalidad que no pueden perderse”
Estos renglones traducidos al inglés los redactó Serapio Rojas de León para la revista editada exclusivamente en ese idioma THE HOLIDAY GAZETTE & TOURIST GUIDE, en su publicación del mes de mayo de 1999. Eran las últimas semanas de un mandato que ya se acababa; las elecciones municipales tendrían lugar el domingo 13 de junio de ese año, y también concluiría su único mandato como concejal de la Corporación Municipal de Teguise, en un periodo de 1995 a 1999. Lo firmó como segundo teniente de alcalde y concejal delegado precisamente del Mercadillo. Resultó una especie de despedida y conclusión a la labor que había realizado durante los cuatro años anteriores.
Serapio Rojas de León, seguramente que olvidado por algunos y recordado por muchos otros, puesto que sigue aportando su diestra forma de escribir a la sección de Opinión de este periódico con artículos en los que analiza la actualidad política y no política desde su particular punto de vista, formaba parte de la Comisión de Gobierno y de la Comisión Especial de Cuentas del Ayuntamiento cuando Lanzarote comenzó a caminar hacia el lugar en el que hoy en día es, con cosas ya consolidadas pero que sin embargo tuvieron un origen complejo, en algunos casos demasiado complejo. También ostentaba en aquel tiempo, siendo todavía muy joven, la delegación de las áreas de Economía y Hacienda, Sanidad, Ecología, Medio Ambiente, Servicios Sociales, Catastro, Asuntos Internos, Industria, Comercio y Consumo, vamos, media institución, así como las representaciones del Pleno de la Corporación Municipal en el Consejo de Administración de la Empresa Agrícola y Marinera de Lanzarote S. A., conocida más popularmente como el Complejo de Dimas. El lunes 4 de noviembre de 1996 el Boletín Oficial de la Provincia publicó la revocación de ese nombramiento en el Complejo que un año antes, en noviembre de 1995, le había sido designado. El alcalde firmó su cese en un decreto el 15 de octubre con motivo de su dimisión como miembro en la Junta General de esa empresa el 23 de septiembre. También era miembro del Consejo Escolar de Canarias como representante de la Federación Canaria de Municipios (FECAM) y representante del Ayuntamiento de Teguise en los Consejos Escolares de Caleta de Famara, Soo y Muñique. Entre octubre de 1997 y junio de 1999 aceptó ser concejal delegado para los Mercadillos Municipales de La Villa y Costa Teguise. Y ahí comenzó su historia, la historia de provocar un cambio absolutamente necesario, el de transformar un modelo personalista y ajeno completamente a la profesionalidad y al rigor de las administraciones públicas en todo lo contrario, en algo que pudiera tener sostén público y económico más allá de la improvisada y extraña forma de dirigir algo que era de todos, no de unos pocos. Ahora que se recuerdan los 40 años de historia del Mercadillo, hay que decir que sin su acción, insistimos que curiosamente no recordada por los que ahora se benefician de lo que sucedió, no sería lo que hoy en día es, algo de lo que el Ayuntamiento de Teguise se beneficia porque alguien impidió que aquello se saliera de madre.
"En la sede del PIL en La Villa de Teguise personas afiliadas y simpatizantes pedían por favor una intervención más directa del Ayuntamiento con el tema del Mercadillo porque el descontento era muy generalizado; les preocupó también la cercanía de las elecciones y el resultado que se podía obtener en 1995. El alcalde conocía y sabía de esa preocupación"
"El mismo Dimas Martín me pidió en febrero de 1993 que me presentara a la presidencia del PIL en el municipio de Teguise. Llevaba apenas 4 meses afiliado al partido. A día de hoy no tengo afiliación política en ningún partido y casi diría que simpatías tampoco"
"El acto de la celebración de los 40 años del Mercadillo me parece positivo. Sin embargo, se centraron mucho en la creación, en el origen, y se olvidaron de aquello que se hizo para garantizar su supervivencia"
"Al entrar este ex concejal la primera vez se encontró con la sorpresa de que un alto porcentaje de la misma estaba ocupada por hierros, maderas, lonas plásticas, cartones y bolsas con material diverso y bisuterías que se vendían en los distintos puestos. Más que oficina, parecía otro puesto del Mercadillo que se habían olvidado recoger"
"En marzo de 1998 se comunicó a los titulares de los puestos que ya habían sido renovados, que no se recaudarían en efectivo las cuotas de cada domingo, ni tampoco la cantidad correspondiente a la matrícula anual. Se harían los ingresos correspondientes directamente en la cuenta que el Ayuntamiento asignó para ello a partir del mes de abril"
"De más de 700 puestos, con la presión que eso originaba en el casco histórico, el Mercadillo a partir de abril de 1998 se consolidaba con unos 410 puestos, de las que se habían adjudicado unas 395 concesiones administrativas que ocupaban 18 calles"
"Llegaron las amenazas, intentos de chantaje y hasta el burdo y absurdo montaje de un soborno a través de una persona de Senegal a la que le habían dejado dinero, bastante dinero, para que viniera a convencer al concejal de que le concediera un puesto que supuestamente le habíamos quitado"
- Además de las áreas delegadas que le había asignado el alcalde al principio del movido mandato, bastantes responsabilidades, ¿por qué en medio de todo lo que tenía que hacer decidió también asumir los mercadillos municipales?
- Tengo que recordar que la Corporación municipal estaba formada sólo por 13 concejales. 7 del Partido de Independientes de Lanzarote (PIL), 2 de Coalición Canaria (CC), 2 de la Agrupación Local Independiente de Teguise (ALIT), 1 del Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y 1 del Partido Popular (PP). En el mandato siguiente, entre 1999 y 2003, ya fueron 17, y actualmente el Pleno lo forman 21 concejales. Es decir, había mucho trabajo que hacer y pocos concejales liberados que pudieran hacerlo, de ahí que algunos tuviéramos tanta carga de trabajo. Yo tenía delegadas bastantes áreas porque los concejales liberados, o con dedicación exclusiva, sólo éramos cuatro. En el mandato siguiente las áreas fueron separadas y de las que yo fui responsable se distribuyeron entre 5 concejales. Después de este inciso y con respecto a la pregunta, le diré que el compañero concejal Emilio Félix Rocío Morales tenía delegadas las áreas de la Policía Local y los Mercadillos de La Villa y Costa Teguise. Él no tenía dedicación exclusiva. Trabajaba en Agramar, una empresa dedicada a la industria pesquera. Con motivo de la formación de una empresa mixta del Reino de Marruecos con Agramar, se le asignaron responsabilidades que le obligaban a viajar con frecuencia. Ahora no recuerdo muy bien si a Casablanca o Agadir, o puede que a las dos ciudades. Tenía bastante avanzado el borrador de una ordenanza que regulaba la actividad de los mercadillos y unos apuntes anexos que recogían la reducción de puestos y reordenación de las calles. Con respecto a las fincas y los solares colindantes, que se habían transformado en aparcamientos de coches sin ningún tipo de garantías y responsabilidades, estaba tratando de hallar la fórmula adecuada para legalizarlos. También negociaba los convenios laborales de la Policía Local en los momentos en que podía dedicarle su tiempo a estas áreas. Al no estar liberado, evidentemente muy poco tiempo. Su nueva situación laboral le llevó a plantearle al alcalde la posibilidad de la redistribución de sus áreas. El alcalde le retiró la delegación de esas responsabilidades y le solicitó que no dimitiera como concejal. Unos días más tarde me llamó a su despacho para explicarme esa situación. Por la imposibilidad de continuar con su labor en ese área quien era hasta ese momento el concejal desde junio de 1995, el alcalde me delegó los mercadillos en octubre de 1997. Bastante avanzada la mitad de la legislatura.
- Pero no resultaría una delegación fácil de asumir; los miembros de la oposición denunciaban continuamente la situación descontrolada del Mercadillo y las quejas de los vecinos de La Villa en el Ayuntamiento eran casi diarias sobre el caos que existía allí, ¿no?
- Para este ex concejal que le habla nada fue fácil en el Ayuntamiento de Teguise. Y este área descontrolada y sin ningún tipo de gestión tampoco lo fue. Pero dicen que no hay casualidades… El mandato anterior en Teguise, de 1991 a 1995, el Mercadillo de La Villa adquirió dimensiones preocupantes. Ocupación de nuevas calles y espacios que empezaron a soliviantar a los vecinos y las citas con el alcalde se incrementaron sobremanera para exponerle sus quejas y solicitar soluciones. A finales de 1994 la situación se volvió casi insostenible. La ampliación a la calle Santo Domingo, que abarcaba desde la plaza Maciot de Bethencourt hasta la altura del antiguo cine, hizo saltar las alarmas de la Policía Local, Cruz Roja, y del personal de los Servicios municipales que desarrollaban sus labores de logística en el Mercadillo y de la limpieza de los espacios ocupados al finalizar la actividad. Con anterioridad ya venían denunciando su evidente descontrol y problemas de seguridad con robos constantes a los visitantes en lugares donde se producían atascos de la gente, por la imposibilidad de avanzar o retroceder en los cuellos de botella producidos en calles estrechas con puestos en ambos lados de las calles. Cruz Roja alertaba de la imposibilidad de que una ambulancia pudiera acceder por entre los distintos puestos que ocupaban esas calles para dar auxilio a una persona que pudiera necesitar ese servicio. Esta nueva ampliación a la calle Santo Domingo era otra locura más. La protesta de los vecinos, que gestionaba la oposición con cierto éxito, se produce con mayor intensidad porque esa calle era en la que mayoritariamente la gente dejaba los coches los sábados por la tarde-noche para el domingo durante la mañana, si querían dar una vuelta o realizar alguna gestión, salir de la Villa con cierta facilidad. La ocupación con nuevos puestos del Mercadillo les molestó bastante y los coches eran aparcados cada vez más lejos de sus casas con las incomodidades que ello provocaba. Se alzaban voces gritando corrupción y de la venta fraudulenta de los puestos. También incrementaron las dudas de legalidad con respecto a las nuevas autorizaciones para el montaje de esa barbaridad de puestos añadidos y que los Servicios de Intervención-Tesorería del Ayuntamiento habían advertido que no se transformaban en un incremento de ingresos para el Ayuntamiento. Un viernes al mediodía, casi a punto de finalizar mi jornada laboral, el alcalde me sorprendió al sentarse frente a mí con evidente preocupación. El año siguiente, 1995, era año electoral, y la oposición en los medios de comunicación y en los plenos de la Corporación estaba denunciando constantemente las irregularidades, el mejorable funcionamiento del Mercadillo y exponía casi a diario las quejas que les planteaban, tanto la vecindad como los propios titulares de los puestos con diferentes problemáticas. En la sede del PIL en La Villa de Teguise personas afiliadas y simpatizantes pedían por favor una intervención más directa del Ayuntamiento con el tema del Mercadillo porque el descontento era muy generalizado; les preocupó también la cercanía de las elecciones y el resultado que se podía obtener en 1995. El alcalde conocía y sabía de esa preocupación. Me preguntó si el domingo podría venir al Mercadillo para la realización de un informe de situación y recomendaciones a seguir para mejorar su funcionamiento. Confeccioné el informe y se lo entregué, quedándome una copia del mismo. No se gestionó absolutamente nada de lo propuesto. Las mesas electorales en La Villa reflejaron un claro descenso del PIL. Había surgido en el panorama electoral de Teguise un nuevo partido, Coalición, y en todas las mesas electorales le provocó un retroceso significativo. De 9 concejales del mandato anterior entre 1991 y 1995 se pasó a 7. También consiguió representación el PP con 1 concejal. CC obtuvo 2 concejales, ALIT pasó de 3 a 2 y el PSOE mantuvo el mismo número, 1 concejal. El análisis posterior, a groso modo, concluía que el concejal del PP era el que había perdido ALIT y que los de Coalición eran los 2 que habían sido del PIL. Pero aunque el apoyo al PIL había descendido en todo el municipio de forma generalizada aquel 28 de mayo del año 1995, sin duda, fue especialmente contundente en las mesas de La Villa. La problemática del Mercadillo se hizo patente. Muchas personas le retiraron su confianza al partido. Ya estábamos en octubre de 1997. El Mercadillo había cumplido los 12 años y desde mi informe al alcalde del año 1994, tres años antes, no se había desarrollado absolutamente nada, con la excepción de que el compañero Emilio Félix Rocío Morales sí tenía en marcha las ideas anteriormente descritas. El alcalde primero me ofreció la delegación de la Policía Local y me negué rotundamente. Entonces me rogó que por favor aceptara la de los Mercadillos de Costa Teguise y de La Villa. Le recordé el informe de tres años antes, y sólo aceptaría su gestión si me daba su palabra y compromiso de poder ejecutar lo que yo proponía en aquel informe, con total libertad de decisión y autoridad exclusiva para su desarrollo. Aceptó la propuesta y me dio su consentimiento. Decía lo de que no hay casualidades porque el destino, o lo que sea, quiso que yo pusiera en marcha mis propias sugerencias de tres años antes.
- Pero resulta confusa esa situación de los tres años antes y luego tener la responsabilidad para poder desarrollar ese informe...
- En 1994 yo era auxiliar administrativo en el Departamento de Intervención-Tesorería después de haber pasado por varios departamentos del Ayuntamiento. Había empezado a trabajar un 3 de agosto de 1987 en el almacén municipal con la categoría profesional de listero de la mano del entonces alcalde Dimas Martín Martín. Y el mismo Dimas Martín me pidió en febrero de 1993 que me presentara a la presidencia del PIL en el municipio de Teguise. Llevaba apenas 4 meses afiliado al partido, desde noviembre de 1992, por insistencia y casi exigencia de Alfredo Cabrera Delgado, concejal de Cultura. El PIL se había creado en 1990 y dos años más tarde a mí el mundo de la política me parecía algo lejano todavía, aunque entre medias había aceptado la invitación de la Agrupación Local del PSOE de Teguise, a través del concejal Francisco Rodríguez Montero, a la clausura de un Congreso Insular de ese partido que se había estado celebrando en el salón de actos del Almacén, en Arrecife. En 1994 el Informe sobre el Mercadillo que me solicitó el alcalde lo hice como trabajador del Ayuntamiento. En las elecciones de mayo de 1995 me había presentado a concejal por el PIL en el número 4 de su candidatura. El 7 de septiembre de 2004 se registró en el PIL mi solicitud de baja como afiliado. A día de hoy no tengo afiliación política en ninguno de ellos y casi diría que simpatías tampoco. En octubre de 1997 siendo concejal empecé a gestionar los mercadillos municipales.
- El pasado viernes 18 de julio y en el marco todavía de las fiestas del Carmen el Ayuntamiento de Teguise celebró un acto institucional en el Palacio Spínola con motivo del 40 aniversario de la creación del Mercadillo. ¿Qué valoración hace del evento?
- Positiva. Esas celebraciones siempre tienen una carga emotiva y de recuerdos importantes para las personas que han tenido que ver con la actividad o eventos que se conmemoran. Te reencuentras con ellas, las que continuamos vivas, claro, pues desgraciadamente de las ya fallecidas sólo nos quedan sus anécdotas y vivencias compartidas. Es agradable disfrutar un ratito de conversación distendida en un ambiente casi festivo con quienes deciden asistir. A mi manera de ver, a lo mejor el acto estuvo demasiado centrado en la idea de su nacimiento, en la de su puesta en marcha. Un repaso a sus inicios consolidándose durante los primeros años. Lógicamente hay que valorar y hacer mención a ello, pero las modificaciones y las adaptaciones posteriores a partir de los doce años de su andadura y hasta estos cuarenta que celebramos diría que no estuvieron presentes en ese acto y también han sido actuaciones importantes para su continuidad y permanencia. Se cursó invitación a los alcaldes y concejales que no habíamos participado en lo que parece que sí se celebró: su creación. Pero también es comprensible que nada habría que celebrar si alguien no hubiera promovido lo creado. Por eso, mi valoración positiva y lo anecdótico se queda sólo en eso, en un parecer sobre algo que para mí es más importante que el origen, que fue aquello que permitió su supervivencia.
- Se entregó un detalle de reconocimiento a los alcaldes que durante ese periodo de 40 años dirigieron los destinos del municipio y se nombró a concejales que habían tenido la responsabilidad de gestionar los mercadillos municipales. Se reconocía en el acto que en realidad eran los concejales los que realizaban la labor de mantener y desarrollar la gestión que ha hecho posible que el Mercadillo haya cumplido los 40 años de andadura, pero los concejales no recibieron un detalle por esa labor, que sí les reconocía ese acto institucional. No es por meter cizaña, ¿pero no les pudo sentar mal ese gesto?
- No cabe duda de que en esa reflexión hay una gran verdad. Pero tampoco podemos arrogarnos en exclusiva los éxitos de la gestión o de una determinada labor, porque en realidad coordinamos a un grupo de personas que tienen que ayudar y colaborar para que sea posible el resultado positivo de lo pretendido. En mi caso fue así de todas, todas. Sin embargo, el fracaso sí es tu responsabilidad y tienes que asumir las consecuencias. Puede considerarse una injusticia, pues el éxito es colectivo y el fracaso muy individual. Los concejales forman parte de un equipo de gobierno que incluso a veces es compartido con personas de grupos políticos distintos. Los alcaldes o las alcaldesas son coordinadores y responsables del trabajo de esos concejales y el éxito individual de cada uno en su gestión hace que el equipo sea partícipe del éxito. El alcalde o la alcaldesa tiene la representación, y por tanto, al recibir el reconocimiento si se es una persona consciente de que esa valoración se le hace por el trabajo y la dedicación de un determinado concejal, o concejala, pues cuanto menos, sí debe reconocer y poner en valor también a esos compañeros o compañeras que han hecho posible ese reconocimiento que se le está brindando. Algunos silencios sobre esto, por olvido inconsciente o muy consciente, resultan cuanto menos bastante llamativos. Este ex concejal se queda con la satisfacción del deber cumplido y porque además era su obligación al aceptar la responsabilidad que su alcalde le había delegado.
- El Mercadillo ya había cumplido los doce años. ¿Por qué, si además fue una labor que no llegó ni a los dos años, a la gestión de Serapio Rojas se la considera como un momento relevante o de inflexión de esa actividad?
- Pues porque realmente lo fue. Pero esa importancia es el resultado de muchas cosas. Es evidente que fui yo quien coordinó a todas las personas que hicieron que ese periodo sea tenido en cuenta como algo interesante. Por lo tanto, el resultado positivo de aquel trabajo pudiera parecer exclusivamente mío, pero como he dicho ya, no fue una cuestión individual de este concejal. Al final fue éxito de un equipo de gobierno formado por los grupos de CC y PIL, y por supuesto del alcalde, que decidió y confió en que yo podía realizar esa gestión con ciertas garantías para lograrlo, y por suerte así ocurrió. La expresión `se le dio la vuelta como a un calcetín´ es aquí perfectamente aceptable. Y muchas veces, por supuesto salvando las distancias, lo he comparado con nuestro periodo histórico de la Transición por el parecido. Ese acierto se hizo extensivo a toda la Corporación Municipal formada por los grupos políticos en aquel momento. También ha sido inolvidable y admirable la entrega de todos los profesionales y el personal del Ayuntamiento, que se involucró para iniciar una nueva etapa en los Mercadillos de La Villa y Costa Teguise. Recordar que estábamos en el tercer trimestre del año 1997 y empezaba el periodo de presentación de solicitudes para renovar los puestos y para solicitarlos por primera vez para el año 1998. Doce años después, el Mercadillo como ente, no tenía unidad administrativa y lo primero fue buscar entre el personal a dos personas, (auxiliares administrativas) que en principio ayudaran a clasificar las solicitudes. El acierto en la elección fue extraordinario: Jesús Ramón Cabrera de León y José Antonio Hernández González, que entre otras cosas resultaba interesante porque los dos eran de La Villa y esto sería crucial para la dedicación que en exclusiva tuvieron por las tardes, después de su jornada laboral en el Ayuntamiento. La supuesta oficina del Mercadillo estaba situada en la calle Nueva en un bajo del Palacio Spínola, Museo del Timple. Al entrar este ex concejal la primera vez se encontró con la sorpresa de que un alto porcentaje de la misma estaba ocupada por hierros, maderas, lonas plásticas, cartones y bolsas con material diverso y bisuterías que se vendían en los distintos puestos. Más que oficina, parecía otro puesto del Mercadillo que se habían olvidado recoger. Dos burras y una chapa de madera encima, de unos ochenta centímetros de ancho y largo, un cuadrado, era una mesa administrativa improvisada donde se encontraban fotos tamaño carnet de personas en varios grupos sostenidas en cada grupo por un clips. También algunos talonarios usados y otros a medio usar, con recibos justificantes que se le entregaban a los titulares del puesto cada domingo por un grupo de cuatro personas que estaban encargadas de ir puesto a puesto cobrando en efectivo la cuota de cada domingo. En una esquina, de pie, se encontraban unos rollos llenos de tierra. Eran planos de las distintas calles de la Villa realizados por la oficina técnica del Ayuntamiento donde se plasmaron los dibujos de cada puesto en esas calles. Eran de 1 m2, de 2 m2, de 4 m2 y de 6 m2. Se habían realizado en la etapa del Concejal del Mercadillo don José Francisco Pérez Duque, (1.990/1993) quien además los identificó en las calles colocando en el suelo tornillos que marcaban esas dimensiones, con separaciones entre los mismos de unos cincuenta centímetros. La realidad a finales de 1997 y aquellos planos no se parecían en nada. Databan de su etapa a finales de la legislatura de 1987 a 1991 cuando sustituyó al que también había sido concejal del Mercadillo don Esteban Juan Betancort Bonilla, que había abandonado al grupo de Independientes de Teguise para formar su nueva agrupación política ALIT. Algunos de esos planos, pocos, pues la mayoría no recogían varias de las calles que con los años había ocupado el Mercadillo, los aprovechamos para ir plasmando lo que era una especie de borrador, poniendo encima de cada puesto el nombre de quienes se suponían que estaban montando en ese lugar. En la mayoría de los casos acertar fue como una auténtica lotería. En una especie de tablón de anuncios que estaba en el suelo apoyado en una de las paredes, podía leerse el nombre de algunas calles con unas pocas fotos de las personas que tenían sus puestos en las mismas. No era lo que esperaba encontrar en ese cuchitril desde donde se gestionaba y coordinaba la gestión de un Mercadillo de aquellas dimensiones desde hacía ya doce años. Una decepción, y una auténtica vergüenza que me llevó a plantearme cómo era posible que a los dos años de ser Concejal, nadie nos había advertido de esa situación y ni yo tampoco me había interesado ni preocupado de conocerla. Los dos auxiliares de administración empezaron a realizar su trabajo en sus respectivos puestos dentro del Ayuntamiento compartida con sus otras actividades administrativas que ya tenían asignadas. Un trabajo extra que no recibía la atención y dedicación que yo creía que se le debía dedicar y además estaban separados en distintas dependencias del Ayuntamiento con la dificultad de coordinación que ello suponía. A los propietarios de lo que se custodiaba en aquella cosa que nos atrevíamos a llamar oficina del Mercadillo se les comunicó un domingo por la mañana mientras recogían el material y los utensilios para montar sus puestos que ya no los volvieran a traer. Que se los llevaran a sus casas o se buscaran otro lugar donde depositarlos. Primer enfrentamiento, protestas e inicios de un runrún de posibles cambios que empezaron a esparcir cuando decían a los demás lo que les había ocurrido con el nuevo concejal. Se envió personal de limpieza a través de la Concejalía de Cultura que dirigía José Dimas Martín Martín y se coordinó con el concejal de Obras, Domingo Manuel Cejas Curbelo, el envío de unos pintores. La dependencia quedó preparada para acoger el mobiliario de una oficina y se montó debidamente. A Jesús Cabrera y José Antonio Hernández se les propuso trabajar en ella por las tardes, de tal forma que las mañanas las dedicarían a las labores administrativas del Ayuntamiento y en exclusiva para el Mercadillo entre las 17:30 y las 20:00 horas. Casi nunca salimos antes de las 21:00 horas y en los días finales a poner en marcha el Mercadillo de 1998, se llegó a trabajar hasta la 01:30 horas de la madrugada. Por supuesto, desde ese momento, todos los domingos la oficina estaba abierta desde las 08:00 hasta las 14:00 horas. Al informático del Ayuntamiento, Emilio Pérez Betancort, se le pidió colaboración para la realización de un programa informático específico para el Mercadillo y se instalaron los ordenadores con sus impresoras correspondientes. Se habilitó una línea de teléfono (928 84 53 17) y la conexión a internet. La base de datos y los distintos formularios que él diseñó fueron el espíritu y el alma de una gestión que posibilitó el orden, el control y la inspección. De las autorizaciones a renovarse en los puestos de comidas, previa conversación con el veterinario municipal don Juan Carlos Alfageme Ramírez, debían contar con su informe favorable. En algunos casos no se necesitaron informes dadas las condiciones deplorables del puesto. Sencillamente no podían continuar montando en el Mercadillo. Habían cesado su actividad antes de iniciarse el nuevo año 1998. Problemas. Habían pagado matrícula anual y cuotas cada domingo. Exigían derechos, pero no cumplían deberes negándose a las nuevas condiciones. Para los puestos que cumplían con las condiciones higiénico sanitarias exigidas, pero que no contaban con el carnet de manipuladores de alimentos, se les organizó un curso para su adquisición, al que con la debida publicidad aprovecharon también otras personas del municipio que trabajaban en carnicerías, en supermercados y de profesionales que regentaban restauración en los bares de los centros socio culturales. En marzo de 1998 se comunicó a los titulares de los puestos que ya habían sido renovados, que no se recaudarían en efectivo las cuotas de cada domingo, ni tampoco la cantidad correspondiente a la matrícula anual. Se harían los ingresos correspondientes directamente en la cuenta que el Ayuntamiento asignó para ello a partir del mes de abril. Las personas de carácter civil que ejercían labores de vigilancia y de recaudación no tendrían a partir de ese momento la responsabilidad de cobrar, sino de comprobar que se habían realizado los ingresos pertinentes y de que se estaban cumpliendo las normas exigidas. Doña María Eugenia Betancort Perdomo, doña Lucía Rodríguez Delgado, don Juan Guillén Pérez y don Miguel Ángel Fernández Morán, de vigilantes recaudadores, pasaron a ser supervisores. El personal que a las 15:00 horas hacía una batida especial de limpieza, para que en la Villa no quedara ningún tipo de evidencia de la actividad que se había desarrollado durante la mañana, eran el chófer del camión don José Antonio Caraballo Betancort y los peones de limpieza don Eugenio González González, don Eufemiano García García, don José Tomás Cabrera Machín, don Cipriano González González y don Víctor Barreto Santana. En el de Costa Teguise, situado en la plaza del conocido pueblo marinero, esta labor la ejercía don Domingo Delgado Robayna, trabajador de Unión para la Conservación de Costa Teguise (UCCT) que era la encargada de gestionar el mercadillo. A partir del 12 de junio de 1998 la gestión fue asumida por la Oficina en la Villa, y don Domingo continuó con su labor bajo las directrices del Ayuntamiento. Me mostró un listado de cuotas que no había podido cobrar porque la gente no le pagaba y aunque les decía que no podían montar si no se ponían al día con la deuda, no le reconocían su responsabilidad y le trataban sin ningún tipo de respeto. El hombre no contaba con autoridad ni medios para requisar mercancía e impedir el montaje. Aparte de que montaban varias personas sin permiso ni autorización municipal, en los accesos y calles adyacentes, también se instalaban varias personas ilegales con relojes, bisuterías varias, y realización de trenzas en el cabello. Cuando observó a la Policía Local expulsando, levantando puestos y desapareciendo la actividad ilegal en las distintas calles y paseos de la urbanización, el hombre no daba crédito. De vez en cuando me decía, “por fin Serapio, ha llegado aquí un general con mando en plaza”, resultándome gracioso el símil. Se decidió que todo lo referente con alimentación se instalaría en la plaza de la Mareta y con el ingeniero municipal don José Francisco Betancort Cejudo, se coordinaron los trabajos y obras necesarias para la electrificación e instalación de tomas de agua en la zona para que los puestos pudieran acceder a estos servicios debidamente. También era el responsable de la inspección a todos los locales que habían abierto y ejercían ilegalmente actividad de bazares o de actividades de restauración que tenían que adaptarse a las normativas características de cada comercio para la obtención de Licencia de Primera Ocupación y Licencia municipal de Apertura. Algunos locales y bazares no abrirían durante varios domingos hasta la realización de las obras necesarias. En los garajes con ventorrillos improvisados, se exigieron las mismas condiciones que a cualquier otro local que se dedicara a la restauración con boletines autorizados de electricidad y fontanería y el correspondiente informe higiénico sanitario favorable de Juan Carlos Alfageme Ramírez. Con el secretario habilitado de la Corporación, don Alonso González Lemes, se acordó que la Comisión de Gobierno para aprobar y conceder las nuevas Concesiones Administrativas para Uso de Suelo Público del año 1998, se celebraría en la oficina municipal del Mercadillo para evitar el traslado de los expedientes al Ayuntamiento. También había asesorado para la confección de las instancias/solicitudes y el diseño de las nuevas Concesiones Administrativas para Uso de Suelo Público. Con la celebración de la Comisión de Gobierno se daba por finalizado el procedimiento administrativo de cada expediente: Solicitud. Copia DNI o NIE con permisos de residencia y trabajo. Fotos. Copia de la Autorización del Ayuntamiento del año anterior 1997. Impuesto de actividades económicas de los cuatro trimestres del año anterior 1997. Informe de la Oficina del Mercadillo de la No existencia de expediente disciplinario por conflictividad. (Sólo para alimentación) Informe higiénico sanitario favorable expedido por el veterinario municipal. Terminada la parte administrativa había que trasladar la gestión a las calles. Y para eso se coordinó a Protección Civil de Teguise y a la Policía Local, que en ese momento ostentaba su jefatura don Juan Domingo Viera Rosa. Profesional indispensable en el orden, control y vigilancia que se estableció para el acceso de las personas autorizadas a montar sus puestos y el seguimiento los meses posteriores con agentes dedicados en exclusiva al Mercadillo. Hay que destacar la labor de la dotación de Protección Civil Teguise y un reconocimiento a los agentes de la Policía Local que se involucraron en el desarrollo del nuevo Mercadillo. Mencionar a don Antonio Cabrera Domínguez, que junto a ellos colaboraba en los decomisos de mercancía y del material de los puestos que se realizaban, después de su trabajo de colocación de vallas y señalización con los diferentes accesos y salidas de La Villa. Disminuyeron considerablemente los robos y se detuvo a personas que venían de Gran Canaria exclusivamente los domingos a ejercer su actividad delictiva. Control a los vehículos de los titulares de los puestos: I T V, Seguro de responsabilidad civil, y carnet de conducir. Con este control desaparecieron muchos vehículos y las personas afectadas eran mayoritariamente marroquíes y senegaleses, de las cuales, también a muchas de ellas se les descubrió su estancia ilegal en la isla. Sin el permiso de residencia y trabajo, se les anularon las autorizaciones y no tenían derecho a las nuevas Concesiones Administrativas. De estas y otras nacionalidades, personas que sí tenían estos documentos mencionados, tampoco podían acceder debido a que nunca contaron con autorización legal y aunque aseguraban que habían pagado matrícula anual y cuotas dominicales, no podían demostrarlo. Los puestos que ocuparon la calle Santo Domingo allá por 1994, los 4 que estaban en la fachada del Palacio de Spínola, Museo del Timple, dos a cada lado de la puerta, principal, y todos los que se retiraban de las calles más estrechas, así como aquellos en los que sólo quedaban los de un lateral en las calles donde se ocupaban los dos lados, fueron trasladados a la Plaza de la Mareta donde está instalada la Carpa Municipal, 100 puestos en total. De más de 700 puestos, con la presión que eso originaba en el casco histórico, el Mercadillo a partir de abril de 1998 se consolidaba con unos 410 puestos, de las que se habían adjudicado unas 395 concesiones administrativas que ocupaban 18 calles. Por nacionalidades, aquel primer año que yo llamo el de la transición (1998) se quedaron 294 personas españolas, 31 senegalesas, 21 inglesas, 19 alemanas, 11 marroquíes, 6 francesas, 6 italianas 2 danesas, y sólo una persona de los siguientes países: Bélgica, Estados Unidos, Perú, Colombia y Cuba. Llegaron las amenazas, intentos de chantaje y hasta el burdo y absurdo montaje de un soborno a través de una persona de Senegal a la que le habían dejado dinero, bastante dinero, para que viniera a convencer al concejal de que le concediera un puesto que supuestamente le habíamos quitado.
- Parece que la cosa se puso muy seria, simplemente por ordenar todo aquello, ¿no?
- Así fue. La Villa quedó prácticamente precintada el domingo 26 de abril de 1998, limitando las entradas a las calles que ocupaba el Mercadillo con sólo dos o tres accesos, donde agentes de la Policía Local solicitaban la Concesión Administrativa. Los que la habían olvidado iban a la oficina del Mercadillo en busca de una autorización para que los policías les dejaran pasar. Pero sólo este primer día. A partir del domingo siguiente, si la olvidaban no podían montar su puesto y además tenían que colocarla en lugar visible para que los supervisores y los agentes de la Policía Local pudieran comprobarla al hacer las rondas de inspección. Hasta el último domingo de junio, en el que se mantuvo este operativo para disuadir a todas aquellas personas que creían que podían seguir montando sus puestos, muchas personas ajenas al mismo entre las 06:00 y las 06:30 horas, se acercaban a la zona de los controles policiales para observar las actuaciones de la Policía. Fue un después y del antes no quiero comentar nada, excepto que el Mercadillo dejó de ser un negocio particular con un margen de ingresos ínfimo para el Ayuntamiento, sin resultados tangibles de inversiones en la propia Villa, a convertirse en una gestión municipal de control, orden y vigilancia, que ese primer año se tradujo en un beneficio económico, después de gastos, de 33.000.000 de pesetas. (unos 5.500.000 €uros actuales) Y el de Costa Teguise, sólo con 54 puestos, generó un beneficio de 1.600.000 pesetas. (Unos 9.600 €uros) Lo nunca visto en las arcas municipales los doce años anteriores donde el máximo que contabilizó en uno de esos años no alcanzó los 12.000.000 pesetas, (1.200.000 €uros) con un Mercadillo en la Villa de más de 700 puestos. ¿Y por qué decía que este éxito era de todos los grupos políticos de la Corporación? El borrador de la Ordenanza Municipal Reguladora y Fiscal de los Mercadillos se consolidó durante los primeros seis meses de 1998 con la ayuda y el asesoramiento del Secretario Habilitado de la Corporación don Alonso González Lemes, y después de dos jornadas de trabajo con los representantes del resto de fuerzas políticas, que aportaron nuevas ideas y donde se corrigieron o se retiraron otras, la Ordenanza quedó definitivamente redactada para ser aprobada en el Pleno que se celebró el 10 de julio de 1998. Era la Ordenanza del PP de Teguise. Era la Ordenanza del PSOE de Teguise. Era la Ordenanza de ALIT, la Agrupación Independiente de Teguise. Era la Ordenanza de Coalición Canaria de Teguise y era la Ordenanza del Partido de Independientes de Lanzarote, PIL Teguise. En Coalición Canaria de Teguise se había producido una ruptura y el concejal José Manuel Santana Déniz, a pesar de la colaboración que este concejal le solicitó para trabajar en la Ordenanza se excusó por temas personales a resolver. Ahora no recuerdo si se abstuvo o votó en contra. La Ordenanza se aprobó con el voto a favor del PP, siendo su concejal Miguel Ángel Remedios Rodríguez. Con el voto a favor del PSOE, siendo su concejal Juan Antonio Cejudo Reyes. Con el voto a favor de la ALIT, siendo sus concejales Fernando María Jiménez García y Esteban Juan Betancort Bonilla. Con el voto a favor, si no recuerdo mal, de CC, siendo su concejal Sergio Machín de León, y con el voto a favor del PIL, siendo sus concejales Emilio Félix Rocío Morales, José Dimas Martín Martín, Margarita Páez Guadalupe, con mi voto, Serapio Manuel Rojas de León, Francisco Martínez García, Domingo Manuel Cejas Curbelo, y el alcalde, Juan Pedro Hernández Rodríguez. De ahí el éxito de una normativa municipal que regulaba el procedimiento para acceder a un puesto en los Mercadillos de la Villa y Costa Teguise, legalizando al fin su situación y recogiendo los derechos y deberes que otorgaba la Concesión Administrativa para Uso de Suelo Público (CAUSP). La Ordenanza limitaba claramente la intervención política en su funcionamiento, quedando su gestión y aplicación exclusivamente en manos de un nuevo Departamento municipal: La Oficina del Mercadillo. Estuvo en exposición pública el período reglamentario y no tuvo ninguna alegación en contra. Se publicó y entró en vigor definitivamente el 31 de marzo de 1999. Con motivo de la aprobación de la Ordenanza, en el marco de las fiestas del Carmen de ese año, se organizó una comida en la Carpa para los verdaderos protagonistas y realmente importantes, las personas que cada domingo montaban sus puestos. Una fiesta para los titulares y su familia directa, con orquesta y varias actuaciones de grupos de baile. Que yo sepa, creo que en estos últimos 27 años nunca más se volvió a celebrar. El Ayuntamiento, por primera vez desde la puesta en marcha del Mercadillo, y también con motivo de las fiestas del Carmen, pintó las fachadas de las viviendas que estaban afectadas por uno, o dos puestos. Aprovecho esta oportunidad para enviar un recuerdo y saludo especial a la comunidad gitana de Lanzarote, sin esas personas el Mercadillo no hubiera arrancado ni consolidado su permanencia. Mi agradecimiento a don Diego Santiago Carmona, que con su carácter sosegado de persona ecuánime, con su respeto y buenas maneras ayudó a consolidar la nueva situación y adaptación al nuevo Mercadillo. También a su hermano don Antonio Santiago Carmona. Recordar a personas de la Villa que montaban su puesto cuando este Concejal asumió las responsabilidades del Mercadillo: El artista Manolo Perdomo, Manuel Perdomo Ramírez, que montaba su puesto en el rincón de la iglesia creando una exposición pictórica de su arte cada domingo. A Censa, doña Inocencia Ventura Perdomo, que regentaba su puesto de repostería delante de la iglesia. ¿Cómo olvidar sus dulces?, que endulzaban un poco las amarguras de este Concejal en su intento de querer mejorar la situación. A doña Efigenia Torres Martín, la artesana del hilo por excelencia, que rehilando las rosetas de diferentes tamaños, confeccionaba obras de arte en tapetes, juegos de paños y servilletas con su mantelería y los juegos de ropa de cama con sábanas y colchas. La señora de sonrisa eterna que me daba ánimos cada domingo para no desfallecer en aquel intento. También un saludo para su esposo Simón, el montador y desmontador de su puesto, Pedro Simón Reyes Armas. Originario de la isla de la Graciosa, también fue un referente con su puesto de pescado salado, tollos, cazones, pejines, y todo tipo de productos secos salidos de la mar. El hombre de la furgona verde, don Andrés Romero Morales. En 1999 el Mercadillo ya no era un problema en la Villa. Realizamos un Informe de Gestión exhaustivo, y le fue entregada una copia a todos los miembros de la Corporación Municipal. Era el colofón a una labor extraordinaria en la que participaron muchas personas. Desde julio de 1998 los miembros de la Oposición dejaron aparcado por siempre el Mercadillo. Resultaba raro ese silencio que tantos quebraderos de cabeza y noches de insomnio le provocó al Alcalde. En las elecciones del 13 de junio de 1999, la ciudadanía del municipio de Teguise elegía a 17 concejales. Yo no me presentaba a la reelección y tampoco la ALIT. El PIL obtuvo 12 concejales, CC 2 concejales, el PSOE 2 concejales y el PP un concejal. La subida de votos y el apoyo mayoritario al PIL-Teguise resultó incontestable. En las mesas de la Villa, el electorado depositó la confianza de nuevo al alcalde con un resultado abrumador. La gestión económica, cultural, educativa, deportiva, social y urbanística, que se desarrolló en los años 1995/1999 en el municipio de Teguise, fue impresionante. El resultado electoral lo evidenció claramente, y en La Villa, la problemática de 12 años de pesadillas que se resolvió con el nuevo Mercadillo a partir del mes de abril del año 98, ayudó mucho en esas urnas. Resulta evidente que ese corto periodo de tiempo de este ex concejal en su paso por el Mercadillo supuso una inflexión en su trayectoria, al producirse el cambio de unas acciones arbitrarias y personalísimas por el de las competencias de un nuevo Departamento Municipal con gestión directa del Ayuntamiento.