Comediants dejó con apetito al público lanzaroteño
El “boccato di cardinale” ofrecido por la compañía de teatro catalana el pasado sábado en Arrecife dejó a más de uno con un poco de hambre. Hambre de espectáculo, hambre de Comediants y, en algunos casos, también hambre de comida. Lo que prometía ser una noche mágica para el disfrute de los sentidos, se quedó en una cena bastante corriente amenizada con pequeñas actuaciones de los artistas.
Los actores se esforzaron por que se les escuchase y se les viese desde todos los puntos de la carpa, realizaron “función doble” en las mesas más alejadas para compensar la falta de comida - que no llegó a todos por igual - y hasta intercambiaron miradas cómplices con los comensales decepcionados. Pero a pesar de su empeño, los artistas no pudieron con las circunstancias. Ellos sabrán mejor que nadie qué falló, los espectadores sólo podemos lanzar hipótesis.
Antes de nada, aclarar que la cosa pudo ser bien distinta para aquellos que estaban situados cerca de la plataforma giratoria en la que se situaba la acción principal del espectáculo. Yo estaba en una de las mesas más alejadas y desde allí apenas se veía y se escuchaba a los actores. Doce artistas para seiscientas personas es una proporción poco adecuada para el tipo de actuación que se perseguía.
Jordi Cardoner, uno de los miembros de la compañía, avanzó la víspera ante los medios de comunicación que manejan tres distancias con el público: desde el contacto más cercano con los actores pululando mesa por mesa, “atacamos por todos lados con ganas de sorprender a la gente”, hasta la distancia más lejana en la que la acción se desarrolla sobre el escenario convencional, pasando por una escala de muchas medias distancias. El espacio tampoco ayudó demasiado. Una carpa sin la acústica adecuada, un escenario giratorio poco elevado del suelo y una cocina-orquesta a una distancia de más de cincuenta metros de las últimas mesas.
Dicho esto, hay que reconocer la valía de unos artistas que emocionaron por momentos con sus dotes para la expresión, la acrobacia, el baile o el canto. Especial mención para el virtuoso que ofreció un pequeño teatrillo de sombras con la única ayuda de sus manos, las más versátiles que jamás haya visto.