miércoles. 24.09.2025

“A veces se dice que a la gente le falta calle en el sentido de que le falta inteligencia o recursos; nosotros decimos que a la gente le falta campo”

“Queríamos conectar con la juventud y que no vean al sector primario como algo del pasado sino como un futuro brillante, sano y necesario”

“Hace poco se celebró la Feria de Artesanía y muchas veces cuando vamos a estas ferias, que son pequeños escaparates de lo que es la identidad del pueblo donde se celebra, vemos los productos derivados del sector primario como el barro, la cerámica o la cestería pero faltan oficios que se vean y que conecten verdaderamente con la columna vertebral de lo que es un pueblo, su orgullo y su identidad”

Cohombrillo nace en Lanzarote en 2015 como un proyecto familiar profundamente ligado a la tierra y al cambio de vida. Desde el inicio, buscaron recuperar la esencia del viñedo tradicional y convertirlo en un espacio ecológico y respetuoso con el territorio. Por ello, elaboran vino de Cero Aditivos, 100% Natural, en la isla de Lanzarote. Su vino es totalmente de cosecha propia y de estricto secano; natural, libre, salvaje y espontáneo. Esto significa que no contiene sulfitos, coadyuvantes, clarificantes, estabilizadores, correctores, conservantes, colorantes ni aromatizantes. Lo que hoy muchos llaman “vino natural” ha sido siempre la identidad de Cohombrillo. Desde 2018, Eamonn López y Laura Fábregas están en el municipio de Tinajo, en La Vegueta, con una producción de ediciones muy limitadas. Es vino de autor, que varía cada año según las condiciones de la cosecha: lluvia, humedad, calor. Dependiendo del año, su producción oscila entre 1.500 y 5.000 botellas, reflejando siempre la autenticidad y carácter del paisaje de Lanzarote. Este lunes Laura habló del campo y de la vuelta a nuestros orígenes en el programa “A Buena Hora” de Crónicas Radio.

- ¿Por qué el nombre Cohombrillo para la bodega?

- Es el nombre de un volcán y la zona en la que está nuestra principal parcela de uva malvasía volcánica y con eso de reivindicar identidad, pueblo y cultura, el nombre nos dio mucha fuerza. Creíamos que era importante reivindicarlo y así lo hicimos.

- ¿Cuál es la historia de la bodega?

- Empezamos a trabajar de forma profesional en 2015 convirtiendo las fincas tradicionales en ecológicas y nuestra primera añada profesional fue en 2020. Es una bodega familiar que nace de la necesidad de conectar con nuestro paisaje, buscar ser dueños de nuestro tiempo y reivindicar nuestra cultura y nuestra identidad. Queríamos hacer algo pequeño, un viaje hacia adentro, conectar con la tierra y lo que necesitábamos en ese momento, que fue complicado, con el Covid por medio, con muchos planteamientos de a dónde vamos, de dónde venimos y buscando el futuro. Buscábamos conectar con la tierra y no verlo como algo del pasado. No queríamos verlo sólo como un negocio sino como una manera de vivir la vida, de buscar sostenibilidad, futuro y enseñar sostenibilidad y dejar un legado, sino de un negocio o de trabajo, sí para que nuestros hijos vieran lo importante que es adaptarse y cuidar de tu territorio.

- En la vida el dinero no es lo más importante.

- Por supuesto. Uno de nuestros principales pensamientos es que lo que nos hace verdaderamente dignos y el éxito es poder vivir de lo que haces, la dignidad y la soberanía que te otorga poder producir tu propio producto y educar, enseñar lo importante que es estar conectado, la paciencia y, sobre todo, el paisaje. Una de las cosas que siempre nos llamó mucho fue cómo dábamos la espalda a algo que teníamos en nuestra ventana. Estábamos fregando unos cacharros y lo que veíamos por nuestra ventana era campo y cuando eres padre, te conectas mucho más con los valores esenciales de la vida, no sólo para producir o como un negocio, que, por supuesto, también sino que forma parte de la columna vertebral de un pueblo, el poder producir y poder vivir de algo pero, sobre todo, la dignidad que genera eso y lo que aporta el retorno que tiene eso a la colectividad, a tu municipio, a tu pueblo, a tu gente… Hace poco leí que el mayor acto político que puede hacer un ciudadano es hacer la compra. La cesta de la compra es un acto político brutal y ahí es donde entra el sector primario en Lanzarote, moviendo economía, generando esperanza, empelo y, sobre todo, conectar con la juventud y que no vean al sector primario como algo del pasado sino como un futuro brillante, sano y necesario. Cuando hacemos visitas enoturísticas, antiguamente les podías hacer algún comentario diciendo “te falta calle”, en el sentido de que le faltaba inteligencia o recursos. Hoy en día, cuando la gente viene y conecta con nuestro producto, nuestro proyecto, nuestra filosofía lo que sentimos es decirle “te falta campo”. A la gente le falta campo, le falta esa conexión.

- Hace unos días contaba un chico de 17 años que se quiere dedicar al campo pero que no se lo están poniendo fácil. ¿Cree que sería necesario trabajar en ese sentido y apoyar a la juventud para que pueda trabajar en el sector primario?

- Por supuesto. Yo soy una fiel defensora de la educación, de la formación, de los ciclos profesionales y cogiendo ese hilo, hace poco se celebró la Feria de Artesanía y muchas veces cuando vamos a estas ferias, que son pequeños escaparates de lo que es la identidad del pueblo donde se celebra, vemos los productos derivados del sector primario como el barro, la cerámica o la cestería pero faltan oficios que se vean y que conecten verdaderamente con la columna vertebral de lo que es un pueblo, su orgullo y su identidad. Faltan saberes, sabores, técnicas ancestrales que se van perdiendo y que vemos como un subproducto de lo que es el sector primario. Hay que conectar, intentar hasta el infinito que la juventud no pierda ese vínculo con el sector primario porque eso es la base y el éxito de la continuidad de esos trabajos. Hay que conectarlos con la naturaleza y hacer campañas que no sólo se dediquen a los tecnicismos. Los ciclos formativos son fundamentales para generar esperanza en mucha población que, a lo mejor, no se ve arrastrada por profesiones más técnicas y deciden quedarse aquí. Ya está ese relevo generacional que ya muchos niños están viviendo en sus casas con el retorno al mundo rural. Cuando yo llevo a mis hijos al campo, los veo jugar, corretear y están en contacto con una historia que se lleva haciendo miles de años. Es como la película Interestelar, conectar el pasado, el presente y el futuro a través del paisaje. Es lo que pasa cuando vas a coger moras, cuando te llevas a tu hijo a pescar a un charquito, cuando llueves y coges para hacer barro… la base de todo es el vínculo y la conexión con el territorio. Partiendo de ahí, generando emoción, nace la esperanza y la curiosidad. El entorno debe generarte curiosidad y para eso hay que salir a pasear, conectar a la juventud con la naturaleza.

- Hay gente que todavía no termina de entender que la riqueza y el turismo en Lanzarote proviene del campo.

- Es la clave. Además, tenemos variedades únicas en el mundo y lo que hay que preservar es la identidad y para eso, hay que mantener sistemas de cultivo tradicionales, que son historia que van pasando de mano en mano, boca a boca. Hay que entender la importancia de las paredes de piedra en la viña pero no sólo en la tierra, sino en la pesca porque todo está conectado. Es un tejido tan delicado que hay que mantenerlo desde la pasión y el amor que te puede generar tu identidad. Es historia colectiva.

- Tienen unas botellas y etiquetas muy sencillas.

- Sí. Nuestro proyecto se caracteriza por la sencillez y por mirar hacia nosotros, hacia lo que somos. No intentamos copiar a nadie porque somos únicos. A veces es complicado creernos cuando tienes tan interiorizado dónde vives pero cuando sales, viajas y vuelves y todo es tan maravilloso, te das cuenta del privilegio, del paraíso, de lo afortunados que somos y de lo que poco que somos capaces de explotar, con el mayor respeto, lo que tenemos para poder ofrecérselo a los demás, sin querer imitar a nadie ni parecerte a otra cosa. Somos increíbles y cuando lo tengamos interiorizado, seremos capaces de hacérselo ver a todo el mundo. Gracias a la Denominación de Origen y a muchas instituciones que apoyan y valoran al sector primario, cada vez es una opción más real vivir del campo. Las etiquetas están inspiradas en el paisaje de Lanzarote, en nuestros hijos, en nuestro niño interior y esa infancia que nos conecta siempre con lo que somos y cómo crecimos aquí cuando, a veces, nuestros abuelos nos llevaban obligados a vendimiar al campo de resaca y otras veces para divertirnos en los morales, en las higueras...

“Con la bodega queríamos que nuestros hijos vieran lo importante que es adaptarse y...
Comentarios