Sondeo bikini
Por Miguel Ángel de León
La encuesta encargada por el Cabildo conejero sobre temas insulares y no los de Mérimée, que se hacía pública esta misma semana después de llevar varios días en el congelador de la cocina institucional, no termina de creérsela el personal (ni tirios ni troyanos), ni siquiera el personal que se ve favorecido o que queda mejor en ese retrato o presunta foto-fija. A los del grupo de gobierno, que ya no es grupo sino coalición (canaria), tampoco les ha hecho gracia. Yo si le digo le engaño, claro, porque apenas he leído muy por encima los titulares periodísticos que se han publicado al respecto. Como no creo en el invento demoscópico me aburre entrar en más detalles sobre esa nueva superstición sociométrica.
El gran Winston Churchill (grande en el más amplio sentido de la palabra) no supo ganar unas simples elecciones después de haber ganado una guerra, pero se las sabía casi todas, y sobre todo se ganaba al personal con sus frases brillantes. Suya es también una de las más atinadas sentencias sobre los sondeos: “Las encuestas son como los bikinis: descubren lo interesante, pero ocultan lo más atractivo”. Que la ocurrencia sea feliz no significa que uno comparta su filosofía, pues soy de la idea que los sondeos pre-electorales sólo le resultan atractivos a cierta prensa e interesante para los propios políticos... y pare usted de contar.
En apenas unos días, la prensa grancanaria sacará otros macroengañ... macrosondeos, con la muy lógica y entendible intención de vender más periódicos entre los candidatos y familiares directos de éstos. Nunca, jamás (o “jamás y nunca”, como dicen algunos redundantes), ninguno de los dos principales periódicos de la isla redonda ha redondeado o clavado los resultados ni en broma ni por aproximación (no me invento nada; eso está en las hemerotecas). Han sido antológicos los patinazos dados por alguna de esas cabeceras, sobre todo en relación -un suponer- al PIL, al que siempre dan por muerto y enterrado en vísperas electorales. Dentro de unas fechas el periódico de marras repetirá la operación, y por lo que me cuenta una redactora a la que ya le han contado algo sobre el megasondeo el PIL no sacará ni para pipas. Las tradiciones hay que mantenerlas y no enmendarlas.
Una vez publicados esas inminentes macrotrolas que están al caer, ya tendremos de nuevo a políticos y periodistas entretenidos otro buen rato hablando de humo y de la nada hecha pedazos. De hecho, algunos incluso le dedican más tiempo y atención a los resultados de las encuestas que a los de las elecciones propiamente dichos. Y tiene su lógica: el juego sociométrico es adictivo, como es triste fama. Mucho más que el juego electoral, aunque confieso que yo no participo ni de uno ni de otro.
Cierto es que hay cientos de actores de la política insular canaria en general y lanzaroteña en particular que llevan meses soñando con porcentajes de popularidad, expectativas de votos y machangadas similares. Todo ello pese a la constancia empírica de que la ciencia demoscópica ni es ciencia ni nada que se le parezca. Pero a nadie le importa esa verdad desnuda en un mundo de mentiras como es el de la política y -a veces- el de la prensa poco precavida.
A raíz de un artículo publicado en esta misma tribuna impresa y digital sobre la traquina sondeadora, una sufrida lectora me remitía un correo electrónico del que entresaco unas líneas que encierran un mensaje que sí comparto de cabo a rabo: “Hay tres tipos de materiales periodísticos: verdades, mentiras y estadísticas. Las encuestas, como las estadísticas, valen de comodín y, convenientemente torturadas, se pueden adaptar a cualquier necesidad”. O sea, la coartada a la que también nos referíamos aquí días atrás: “Toda encuesta es una artimaña que sólo sirve de coartada para algo”. Tal cual. (de-leon@ya.com).