No sin la presidenta

Pocas veces coincido en casi nada con los planteamientos del PP (ni de ningún otro partido, puestos a contar verdades), pero en el caso de la propuesta envenenada y malcriada que en forma de falso debate sobre la empresa impúdica (pública, quise decir) de aguas le lanzó el PIL a CC y al propio PP, ninguneando o despreciando de paso al PNL que también tiene representación cabildicia, van cargaditos de justificados motivos y argumentos los pepones conejeros al no prestarse a ese ventajista juego con más trampas que una película de Fumanchú.

En el falso debate que doña Plácida Guerra proponía sobraba una persona (el consejero de Deportes y bola canaria del Cabildo, que nadie termina de ver qué puede pintar ahí, pues su idéntica militancia con la consejera delgada y delegada crea además innecesaria redundancia), y faltaba otra (la presidenta que reina pero no gobierna la primera institución política de esta pobre islita rica sin gobierno conocido). Total, un fraude de de debate. Una oferta inaceptable. Una proposición absolutamente indecente. Una tomadura de pelo (otra más, quiero decir) a la ciudadanía que paga los recién subidos sueldazos de todos ellos. ¿Cómo no va a ser falso el debate cuando ni están todos los que son ni son todos los que están?

Al contrario que CC, que ha terminado claudicando y humillándose ante el caramelito caducado (bajada de pantalones lo llamarían otros), el PP ha optado en buena hora por no acudir a esa cita tramposa, y solicita en buena lógica un pleno extraordinario (la ocasión lo merece, a fe mía) para debatir como es debido ese no menos infumable Plan pomposamente apellidado como de Viabilidad y Modernización de Inalsa. Alegan desde el PP, según veo y leo en este mismo periódico, que “la relevancia de un recurso estratégico como el agua requiere un debate serio [y no el plácido paripé de Plácida] dentro del propio Cabildo, con representación de todas las fuerzas políticas, la consejera delegada y la máxima responsable de Inalsa [aunque ella no lo sepa o no quiera darse por enterada], que es la presidenta”.

Tiene otra oportunidad de oro doña Manuela Armas (que no “de Armas”, vaya matraca que les ha entrado a algunos con lo de aumentarle su primer apellido) para predicar con el ejemplo y poner en práctica eso que tanto repite ella del “debate, la transparencia, la participación ciudadana, la consulta, la democracia” y todo ese blablablá insustancial que no se le cae nunca de la boca. La presidenta cree que con repetir esas frases hechas y esas palabras tan llamativas como huecas y gastadas se convierte, cada vez que las pronuncia, en profeta de las mismas.

Ya lo hemos advertido y recordado aquí en alguna ocasión anterior: nadie habla más de democracia que los que no saben qué vaina o qué carajo es exactamente eso. Nadie habla más de Dios que los que se jactan de ateos o agnósticos. La presidenta de conveniencia es adicta, en efecto, a las frases hechas y hueras: “Partición ciudadana. Desarrollo sostenible. Hoja de ruta [que tiene muy mala rima]. Transparencia. Democracia”. Son conceptos hinchados que sólo conoce de oídas y que repite como una letanía, pero que no practica, aunque Manuela crea que por el simple o simplón hecho de pronunciarlos cada vez que le colocan un micrófono delante se salva del pecado, como el creyente de pacotilla que mientras hace la putada de turno al prójimo se va santiguando todo el rato para lograr el visto bueno de Dios Nuestro Señor (ahora no hablo de Dimas). Hay otra frase hecha y muy manoseada ya, como las de Manuela, pero que canta una verdad universal, al contrario que las naderías de la presidenta: una cosa es predicar y otra cosa -distinta y distante- es dar trigo.

Total, que no hay debate que valga si no están en el mismo, como mínimo y para empezar, la presidenta cabildicia, la consejera delgada y delegada, toda la oposición en peso (el sí de CC es un desprecio o un feo a consejeros de las siglas no invitados al paripé), el comité de empresa de Inalsa... y luego todos los ciudadanos (y ciudadanas, que añadiría Manuela) que tengan interés en seguirlo. O eso, o el debate no es tal. Y hasta vergüenza da tener que recordarle estas obviedades a una presidenta tan dada a la participación y a la democracia... de boquilla. (de-leon@ya.com).