No hay bruja joven

“Estando en Lanzarote conocí a una especie de bruja, vieja, que pasaba enlutada como el viento. Los chiquillos le tiraban piedras y los perros le ladraban. Salía por las noches de Femés y se perdía en el desierto. Me llamó la atención su figura y su actuación. Se me ocurrió preguntar sobre ella. Siempre he dicho que ‘Mararía' no es mía. Lo único que hice fue transcribir lo que me contaron en Femés. Yo le di el giro literario”.

Así mismito describe Rafael Arozarena el germen de la novela y del personaje más conocido de la literatura canaria del pasado y pesado siglo XX, cambalache. Lo hacía en unas jugosas declaraciones recogidas en una entrevista publicada este miércoles en El Mundo/La Gaceta de Canarias.

Como era de esperar, el periodista le pregunta a Arozarena por la versión cinematográfica (fallida, a mi modesto entender) de su más conocida obra, y el novelista no puede ser más sincero al respecto: “No pude quedarme contento con la adaptación cinematográfica porque no atendieron a mis ruegos de que hicieran ‘Mararía' según el guión que yo había supervisado. Di mi consentimiento a ese guión de Lola Salvador porque me pareció fabuloso. Pero el director y el productor se confabularon, ya que ellos querían hacer otro en el que Antonio Betancor quería poner sus vivencias. Algo que me pareció absurdo. Desde entonces dije que hicieran lo que quisieran y así fue. Se equivocaron al poner a Mararía de joven con 18 años. Un disparate”.

Las palabras de Arozarena son, casualmente, casi las mismas que aquí dejamos escritas cuando tuvo lugar en Lanzarote “el estreno internacional” (y casi intergaláctico, al decir de las crónicas de la época) de la película del director canario Antonio José Betancort, recientemente fallecido. Incluso llegamos a titular una columna de esta misma sección tal que así: “Más mala que Mararía”. Mi cabra hubiera o hubiese pronunciado aquella frase hecha de “me gustó más el libro que la película”.

Con “Mararía”, el realizador nacido en Tenerife había dirigido, entre otros pocos largometrajes y alguna producción televisiva, la película más cara (por lo costosa, no por lo querida) hecha en Canarias sobre una historia canaria. Pero que la desgraciada y temprana muerte de Betancort no nos nuble el sentido crítico. Ya sabemos que todos los muertos son buenos y sus obras mejores aún. No participo de esa práctica del buenismo mortuorio o necrológico, aunque la entendamos como buenos modales elementales. Pero “Mararía” sigue siendo una película fallida de principio a fin. Lo dejamos escrito allá cuando su estreno y lo reiteramos hoy. A quien esto firma se le dijo entonces de casi todo menos batatero -que es lo único que soy- cuando osó señalar esa evidencia... hasta que tiempito después llegó a Lanzarote el propio Rafael Arozarena, el autor de la novela en cuestión, y dijo, pizco más o menos, lo mismo que aquí habíamos apuntado. Y, por si quedara alguna duda en el aire, se reitera en lo mismo cada vez que le plantean idéntica pregunta. La verdad es la que es, la diga Agamenón o su porquero. (de-leon@ya.com).