Ni muslo ni pechuga

Por Miguel Ángel de León

Ante la insistencia de algunas lectoras asaz pesaditas de esta humilde columna, desmiento haber invitado a doña Cristina Almeida a beber, y muchísimo menos a comer, con lo que debe comer esa mujer. Creí que había quedado claro que la entrevista del sábado en esta misma tribuna era apócrifa, en consonancia con el título genérico de esta sección, “Si le digo le engaño...” Además, tal y como está el servicio en algunos restaurantes de esta pobre islita rica sin gobierno conocido, igual me hubiese visto obligado a repetirle al camarero de turno aquello de que “si la sopa hubiese estado tan caliente como el vino, si el vino hubiera sido tan viejo como el pollo, y si el pollo hubiese tenido la pechuga de la camarera, la comida hubiese estado excelente, maestro”.

TANTOS MOMENTOS TONTOS

Todos tenemos momentos tontos, como es triste fama. Yo el primero y el que más (el burro delante para que no se espante). Hace unas semanas, en el macrotaller que tiene la marca Toyota en Argana me preguntaba una empleada qué modelo era el mío:

-Un Toyota...

-¿Un Toyota? ¡No me digas...!

Y se echó a reír, la tipa, incapaz de contener la carcajada. Pero también es verdad, puestos a contarlo todo, que si el escote de la muchacha no hubiera o hubiese sido tan pronunciado a lo mejor no me coge la preguntita tan fuera de juego. Y además con estos calores. Hay empleadas que no piensan en las personas humanas, para mi gusto, y no tienen piedad ni perdón.

Igualito, igualito que en la política lugareña, si también ustedes se fijan bien. ¿No han visto que todos los futuros candidatos electorales responden con las mismas naderías y frases hechas a las mismas preguntas? Cierto es que ahí lleva tanta culpa del político como del periodista, pero no deja de ser llamativo, como constatábamos aquí mismo la pasada semana. Lo reconoce esta misma semana una redactora canaria, Pino Valerón, en su columna en El Mundo/La Gaceta de Canarias: “Todos dicen lo mismo, y por eso ya hasta da igual lo que les preguntes. Todos se presentan como caballos ganadores con la intención de que esa aparente autoconfianza de cara a la galería se contagie a los votantes, a los de siempre y a los indecisos”. Es el afamado celo pre-electoral, que entontece todavía más de lo habitual. Están como para hacerles mucho caso, con el poco tiempo que tenemos hoy para todo.

En lo que va quedando del PSOE en Lanzarote, los históricos, hinchados y henchidos de alegría. Y los renovadores de la nada elevada al cubo, histéricos perdidos. Así es como dicen que están los psoecialistas que le sacan partido (económico) al partido en Lanzarote. Disimulan ante los medios de comunicación (es decir, ante los micrófonos abiertos), pero te cuentan lo que no está en los escritos cuando te hablan confidencialmente. Y eso que reina la paz en el partido/rajado. Menos mal. El otro decía que no era nada lo del ojo y lo llevaba colgando en la mano.

¿Es cuestión de ideas, de pensamientos distintos y encontrados, de posicionamientos ideológicos irreconciliables? No, es cuestión de personas. Nada más y nada menos que eso. “Éste es de los míos y el otro es de los otros”. Acendradas convicciones políticas, como es de ver. Te los regalo a todos, a los tirios y a los troyanos. Buen provecho, y que te aproveche también tu voto si eres de los que lo tiran en la urna. Si luego le sacas una rentabilidad al mismo, para ti haces. (de-leon@ya.com)