Llanto por el periodismo
Por Miguel Ángel de León
Nunca antes hubo tantos medios de comunicación en Lanzarote. Ni tantas formas y maneras de ejercer la segunda profesión más antigua de la humanidad: prensa escrita, digital, radiofónica, televisiva y alguna más que se me escapa. Y a lo peor nunca antes, curiosa y paradójicamente, estuvo la libertad de expresión tan en peligro, tan amenazada y tan acechada, ni sus principales actores (periodistas, columnistas y por ahí) tan temerosos de hablar sobre sí mismos, sobre su labor y la forma en la que les dejan o se atreven a desarrollarla (tiempos de Panchito Franco al margen, por supuesto). La cantidad casi nunca tuvo nada que ver con la calidad, como es triste fama.
¿Exagero? Puede ser, aunque creo saber muy bien lo que me digo. Y además tengo la convicción de que lo ve todo el mundo. Todo el que quiera tener ojos y desparrarmar la vista, se sobreentiende. Es la más palmaria y triste realidad, pues la ven incluso quienes sólo se acercan a los medios por simple curiosidad momentánea o circunstancial. No nos hagamos entonces los locos mirando hacia otro lado.
Tenemos reciente en el tiempo y en la memoria, por poner un buen/mal ejemplo, lo que sucedió de más allá con el secuestro editorial del ya legendario número 11 de "Cuadernos del Sureste", con toda una Asociación de la Prensa (?) de Lanzarote y Fuerteventura e Islotes Adyacentes exculpando la inédita medida judicial en plena y teórica democracia con el argumento de peso (?) de que "la libertad de prensa no peligra cuando se acalla un medio de comunicación si existen otros". ¿No fumas, inglés? Píquemelo usted menudito, cristiano, que lo quiero para la cachimba...
Ahorita mismo, una concreta guerra empresarial está llevando también a muchos medios y a no pocos periodistas o "creadores de opinión" a tomar parte o a posicionarse con los tirios o con los troyanos. Mal asunto, a fe mía, aunque cada cual está en su perfecto derecho a dilapidar la poca o mucha credibilidad de la que goce ante su propia audiencia, si la hubiera o hubiese. Esa guerra la puede ganar cualquiera de las partes en conflicto, sí, pero la perderán ambas desde el punto de vista informativo, precisamente ahora que el periodismo no goza del mejor grado de reconocimiento y prestigio entre la ciudadanía. Mucho cuidado con eso. Ojo con dar por hecho que el lector, oyente o telespectador es tonto y se traga lo que le cuente el primero que pasa. Para bien o para mal, en esta pobre islita rica sin gobierno conocido nos conocemos todos. Y a quienes más se les conoce es a quienes están dando la murga en los medios (políticos, empresarios y, en buena lógica, periodistas, articulistas y toda la basca mediática).
No hay que pedir heroicidad cuando la precariedad laboral es la que consta que es en el gremio. Estamos de acuerdo. Y los dos duros o los dos euros no dan tampoco para más. Pero una cosa es una cosa y otra cosa son dos cosas, si no nos engañan las matemáticas. Que cada cual cave su trinchera. Pero ándate con cuidado, no vayas a caer dentro de ninguna.
El que avisa no es traidor, sino avisador a lo sumo. Y de buena fe. (de-leon@ya.com).