La mayor fortuna del mundo
Mientras iba en el coche esquivando aberraciones urbanísticas en Fuerteventura (contrasta, por cierto, el excesivo celo policial que se les aplica a los pasajeros en los aeropuertos con la nula vigilancia que hay en el Puerto de Playa Blanca y en el de Corralejo; cualquiera puede llevar el coche repleto de explosivos o políticos en celo electoral y nadie controla nada), escuché en la radio al mismísimo Pedro de Armas que viste y calza hablando de la reciente estancia en Lanzarote del hombre más rico del mundo y parte del extranjero, el mexicano Carlos Slim, de los Slim de toda la vida de Dios.
Hablaba Pedro de Armas de esa destacada visita a esta pobre islita rica sin gobierno conocido del magnate mexicano con cierto conocimiento de causa y de casa, pues fue precisamente él quien ejerció de “posadero” del hombre cuya inmensa fortuna supera hoy incluso las multimillonarias cuentas del archiconocido Bill Gates, la de la Reina de Inglaterra o la de Honorio García Bravo, que tampoco son cáscaras de lapas ninguna de ellas. De Armas aseguraba que lo que más le llamó la atención durante la estancia del señor Slim en unos pisos de su propiedad fue que no llevara -ni llevase, fíjate tú- medida alguna de seguridad. Ni un triste guardaespaldas. ¿Ustedes se lo creen? Yo tampoco.
Don Pedro es muy dado a contar chistes todo el rato, vengan o no a cuento. Pero confieso que nunca le había visto/escuchado referir uno tan bueno y tan bien elaborado. Es más, ya puestos a rizar el rizo, largó por el micrófono radiofónico que el milmillonario mejicano de marras había llegado a Lanzarote en vuelo de línea regular (nada de avión privado, que eso es capricho de nuevo rico), y que se le vio esperar por las maletas en las cintas rodantes o rotatorias del aeropuerto de Guacimeta... ¡y que la compañía aérea le había perdido parte del equipaje! Para troncharse, desde luego.
Con respecto a la ausencia de protección policial o servicios de seguridad de Carlos Slim, que contrastaba con los guardaespaldas que sí se trajo a la isla por esas mismas fechas de agosto Felipe González Márquez (el socialista profundo amigo íntimo de la mayor fortuna del mundo; tócate los nísperos), cuate, aquí hay tomate: o Pedro nos quiso colar el chiste, o se lo colaron a él... o no ha leído nada, el miembro del PNL, sobre los/las escoltas invisibles (en sentido literal y figurado), que ya son un hecho científico. En caso de duda, y para más y mejor información al respecto se podía consultar hasta hace poco la dirección digital y cual en Internet www.loscojonesdelaburravieja.com, una página requeteultraconfidencial de la CIA y el Pentágono al alimón, que el Gobierno americano ha ordenado secuestrar por tiempo indefinido, pues sigue siendo alto secreto todo lo referido con la invisibilidad, el último grito en estrategias policiales y militares.
Lo del hombre invisible (y la mujer, sobre todo a partir de los 40) ya no es sólo una novela de ciencia ficción. Es más, se rumorea que incluso en el Cabildo conejero ya hay gente que está en el secreto de la imbecilidad (invisibilidad, quise decir), pues consta que hay consejeros -y consejeras- que pasan siempre desapercibidos y nadie los ve jamás... ¿Un misterio? No, un morro que se lo pisan.
DESCANSE EN PAZ: Llevo leídos 1.457 artículos necrológicos sobre la muerte del maestro del columnismo periodístico Francisco Umbral (otro que no era periodista, y se le notaba). Muchas de esas necrológicas están escritas como nunca se debe escribir una necrológica: en segunda persona del singular. Aparte de cursi, es ridículo y no tiene sentido. Pero algunos de estos enterradores, sepultureros o profesionales de las pompas fúnebres mediáticas deben pensar que el muerto baja al día siguiente de su óbito a comprar los periódicos a ver qué dicen de él en los papeles. (de-leon@ya.com).