Jameos y los cangrejos ciegos
Miguel Ángel Leal
Empiezo por lo que suele ir al final de esta columna, que es el apartado de los agradecimientos, como el que me cumple hacer, por enésima vez, con la Fundación César Manrique, de la que acabo de recibir por la vía del correo tradicional una nueva y lujosa publicación a tres lenguas (trilingüe: español, inglés y alemán). Bajo el título "Jameos del Agua", los textos de Javier Maderuelo y las fotografías de Pedro Albornoz nos acercan nuevos prismas literarios e imágenes de deslumbrante calidad de un lugar convertido hoy en principal centro turístico insular, que los conejeros y demás residentes en Lanzarote creemos tener muy visto y que el libro nos redescubre. Lectura y visión más que recomendable, para mi gusto.
...Y LOS QUE CAMINAN HACIA ATRÁS, COMO LOS CANGREJOS CIEGOS
No menos recomendables que las ediciones de la FCM son algunos artículos de opinión de los lectores cuasi anónimos de los distintos y distantes diarios. Francisco Umbral, maestro entre los maestros de la cofradía del columnismo, dejó escrito décadas atrás en "El País" que a veces lo mejor de aquel periódico era la carta de un lector. Una verdad que comparto cada vez que leo algunas Cartas al Director tan atinadas y certeras como la que enviaba un lector de Santa Cruz de Tenerife, José Miguel González, a "El Mundo/La Gaceta de Canarias", que veía la luz impresa justo el día anterior a la última -y por suerte fracasada- manifestación racista y xenófoba que tuvo lugar el pasado mes a las faldas del padre Teide. Con tanta razón como ironía escribía el mencionada lector sobre esa matraquilla recurrente, peligrosa y etnomaníaca de la identidad canaria: "Soy canario. He nacido en esta islas. Mis antepasados también. Bueno, no todos mis antepasados. Según la ciencia, nuestro pueblo proviene de África. Los homínidos estaban subidos a los árboles para que los depredadores no se los comieran. Cuando tenían hambre bajaban y se movían por la superficie, hasta que descubrieron que podían subyugar a las bestias y decidieron quedarse en el suelo. Pero en algún momento se acabó la comida y tuvieron que emigrar a zonas con más alimentos. De allí se repartieron por todo el mundo y una vez llegados a un territorio elegido plantaron cuatro palos y pusieron una valla. Con esa acción fabricaron la primera frontera. Algunos pueblos evolucionaron y otros no, probablemente por la acción de los primeros. Según se alimentaban mejor la esperanza de vida aumentaba y las familias cada vez eran más numerosas. Paralelamente a este hecho se generaba un sistema económico que era capaz de sostener a las personas, aunque a algunas de forma más justa que a otras. Pasó el tiempo y llegamos a nuestros días, y vemos que se repite la historia una y otra vez. Las condiciones demográficas de los territorios vienen determinadas por su capacidad de generación de riqueza y por su posterior redistribución. Estos territorios no cambian de tamaño. Lo que cambia es su rendimiento económico y si éste es cada vez mayor, probablemente podrá dar de comer a más bocas. El solicitar una Ley de Residencia para estas islas debe avergonzarnos como pueblo. Los nacionalismos surgen de los complejos de inferioridad de algunos (...) ¿Qué somos y cuándo decidimos empezar a serlo? ¿Cuándo empezó a construirse nuestra identidad?".
Es verdad: a veces lo mejor del periódico viene en la carta de un lector desconocido... y en otras ocasiones lo peor se encuentra en editoriales incendiarias que sólo buscan sacar la bestia que todo hombre (y mujer) lleva dentro. "El Día" que esa práctica se acabe, todos saldremos ganando. Amén. (de-leon@ya.com).