Cubillo chincha al godo con chinchetas
El líder popular sin pueblo que lo apoye, don Antonio Cubillo, amenazaba la pasada semana en la prensa chicharrera con volver a pincharles las ruedas a todos los ciclistas que osen participar el próximo año en la Vuelta a España e Islas de Ultramar a su paso por Tenerife, la isla a la que el Teide le da forma de chincheta, si ustedes se fijan y fuerzan un fisco la imaginación. Cubillo chincha desde el chicharro con las chinchetas, esas armas de destrucción masiva. Quiere repetir aquella misma travesura que ya le hizo copar titulares gracias, principalmente, a la que montó en la radio allá cuando José María García, el pequeño/gran Butanito.
¿Charlotada, cantinflada, enésima meada fuera del tiesto cubillista? Cualquier cosa le pega al inventor del áfrico, la moneda canaria del futuro incierto de la hipotética República Canaria Independientes y dos teniques.
Es en el periódico ultrainsularista El Día, que combina las alabanzas al Ejército español con las loas al independentismo vivacartagenero, donde cada sábado el licenciado Cubillo, cuya vida guarde Dios o Alcorán/Alcorac muchos años, sigue dando rienda suelta o desparramada a sus ocurrencias independentistas (con dependencia africana) del líder sin liderazgo ni votos que llevarse a la boca. En las páginas del diario más vendido de Canarias y parte del extranjero publicó incluso nuestro hombre en Babia una suerte de Constitución de la República Federal Canaria de marras, que de no ser por su habitual prosa torturada bien podría constituirse a su vez en santoral o libro sagrado del buen humor.
Por suerte, Cubillo sólo hay uno. Y sabe de democracia lo mismo que yo de física cuántica. En caso de duda, que se lo pregunten a los militantes que dicen que alguna vez tuvo el Congreso Canario Nacionalista (CCN para los amigos y demás personas piadosas). Así se puede entender, entonces, ese gusto y regusto cubillista por las imposiciones, como la de crear un servicio militar obligatorio en la futura o futurible República Federal Cubillista (Canaria, perdón), por si había alguna duda sobre las tendencias involucionistas de don Antonio, al que le pierde eso de castigar a los canarios malos o canarios impuros, sobre todo si nacieron con el pecado original de ser peninsulares o de por ahí afuera. El retrógrado discurso “can-ario” del que ya les he hablado aquí mismo en otras ocasiones. Nada nuevo bajo el sol necionalista, como es triste fama.
Otras sandungueras propuestas de la Constitución cubillista: “Se admite la doble nacionalidad, salvo con España. En el momento de la independencia, todos los canarios deberán anunciar públicamente haber renunciado a la nacionalidad española”. Y hasta en la Iglesia mete mano Cubillo, sin encomendarse a Dios ni al Vaticano: “Todos los cargos eclesiásticos de la Iglesia Católica, en sus diferentes niveles, deberán estar ocupados por canarios”. Amén, Señor. Pero la guinda del chiste la coloca el letrado que perdió los papeles cuando habla de la moneda canaria: “La moneda nacional se denominará el Áfrico, y tendrá las equivalencias con las otras monedas internacionales más fuertes”. Pepe Monagas no lo superaría, para mi gusto.
El asunto es tan ridículo que no da para más, ciertamente, pero como la matraquilla parece que va en aumento y el periódico que lo airea es el más “vendido” de toda Canarias, tampoco conviene echarlo al olvido. Cubillo tiene sus cosas y sus salidas de tono crónicas, pero no se chupa el dedo. Sabedor por propia y triste experiencia electoral de que el independentismo que predica no tiene ningún respaldo entre los canarios, tal y como se ha demostrado elección tras elección, el hombre pasó de hacer el ridículo ante las urnas a abogar por la abstención en las elecciones posteriores a sus monumentales fracasos. Se trataba de apropiarse después de toda esa abstención alegando que el pueblo canario había seguido su consejo porque es mayoritariamente independentista. Una cubillada más. Más abstencionista que quien les escribe conozco a muy poca gente, y puedo ser sospechoso de cualquier cosa menos de tener tendencias nacionalistas. Pero si no existiera Cubillo habría que inventarlo, porque como personaje no tiene precio (en cualquier caso, sería un precio en áfricos).
Todavía hay gente que se pregunta por qué algunos nunca nos tomamos en serio a los independentistas canarios, si los hubiera o hubiese. En el pecado llevan la penitencia: su postura ya no causa ni rechazo. Sólo mueve a la risa… e incluso a la pena, porque los extremos se tocan.