Confieso que he bebido

Por Miguel Ángel de León

El Cabildo de Lanzarote, Cabildo valiente (o valiente Cabildo, según se mire), inicia estos días una campaña para la sensibilización (con perdón por el palabro, pero como está de moda hay que gastarlo cuanto antes) y promoción de los vinos de Lanzarote, que haberlos haylos a pesar de los pesares y los políticos. Todo ello bajo el lema ("eslogan" lo llaman los falsos políglotas) "Algo por lo que brindar", que es una frase original que a buen seguro tiene todavía a su esforzado creador con dolores de cabeza, por el sobreesfuerzo mental. La campaña de marras nos costará unos veinte millones y pico de pesetas, duro arriba, euro abajo. Pero todo sea por una buena causa, que tampoco nos vamos a avinagrar por eso ahora, después de derrochar en inútiles simplonadas mayores como fitur y otras machangadas cientos de millones y lo que no está ni en los escritos.

Ante la duda (aparte de la más te...utona), hagamos siempre, de antemano, la defensa a ultranza de los vinitos conejeros. Eso sí, sin caer nunca en tontos patrioterismos chovinistas y pueblerinos que no vienen al caso. Boberías nacionalistas, las justitas, que con las cosas de beber no se juega.

Tengo la molesta impresión, en cualquier caso, de que la defensa del vino de la tierra la hemos emprendido por aquí abajo un poco tarde y con sol, como dice el viejo de islita adentro. También dice el dicho que nunca es tarde si la dicha llega... aunque todavía la estamos esperando en hablando de la agricultura lanzaroteña, que está muy dejada de la mano, como es triste fama.

Pese a que algunos supuestos sibaritas del paladar me hablan y no paran de último de la aparición en las últimas fechas de tintos aceptables en algunas bodegas lanzaroteñas, no termino de entrarle a ese caldo lugareño. La falta de costumbre, seguramente. Otra cosa son los blancos. Palabras mayores el malvasía seco que están colocando sobre la mesa El Grifo, Bermejo y por ahí. Nada que envidiarle a casi nadie por ese lado, a fe mía.

Cuando de vinos hablamos, las frases hechas se repiten como chorizos de Teror (o de Chacón, para no irnos tan lejos): "Si el vino hace peligrar tu puesto de trabajo, deja el trabajo". Y también hay mil y un chistes al respecto, como el que me contaron la otra noche en Arrecife, que es tan bueno como irreproducible en una artículo de opinión.

De las posibles desventajas vinateras ya no hablaba casi nadie hasta justo anteayer, cuando el Gobierno del soso Zapatero se sacó de la manga el carnet de conducir por puntos. Precisamente ahora que hasta la Organización Mundial de la Salud (OMS para los amigos y demás personas piadosas) viene a reconocer que un vasito de vino al día es de lo mejor que se ha inventado para la salud de la persona humana, e incluso la inhumana, que haberlas haylas también, puestos a contarlo todo. Pero el el vino tiene muchas más ventajas. Un suponer: cuando lo bebemos, los problemas parecen de otros. (de-leon@ya.com).