Ahogado sin abogado

Los abogados, como es triste fama, suelen ser muy malos para la salud. Para la salud del bolsillo de la persona humana, como dijo el redundante. Y ésa debe ser la razón principal que explica su mala fama internacional. En Estados Unidos, pese a las series que sobre la profesión proliferan en la caja tonta televisiva, los letrados están siendo cada vez peor vistos. Y en Hollywood, en concreto, ni les cuento. Pero algunos exageran, como los italianos, que acostumbran a decir que la diferencia entre los abogados y las ratas es que incluso a estas últimas se les puede acabar cogiendo cariño. Burradas y exageraciones, por supuesto, como las que se dicen también sobre los pilotos (a estos últimos les debo una explicación, como decía el pequeño/gran Pepe Isbert interpretando al alcalde del pueblo en la mejor película de Luis García Berlanga y de toda la historia del cine español, y la daré aquí mismo el próximo martes, Dios mediante, cuando termine de leer todos los correos electrónicos que me han hecho llegar en las últimas horas varios pilotos de Iberia y Binter).

Todas las generalizaciones son malas. Y ésa sobre los abogados no iba a ser menos. Yo no la comparto, desde luego, porque conozco a más de un abogado que prestigia su -en principio- noble oficio. Pero a veces los hechos acaban dándole la razón al tópico, y contribuyendo a la mala fama. Les cuento un caso candente, de rabiosa y macabra actualidad. Recientemente aparecía en la prensa nacional un amplio reportaje sobre los cientos de inmigrantes africanos que han llegado en las últimas fechas (los que han llegado, en efecto, porque algunos han muerto en el intento) a las costas de Canarias, como es triste fama. Se apuntaba allí, bajo el título “Un negocio para los abogados”, lo siguiente: "Paradójicamente, también hay colectivos en Fuerteventura que se están beneficiando directamente de la masiva llegada de inmigrantes. Incluso, el fenómeno de las pateras ha provocado que otro tipo de inmigración, ésta más selecta y organizada, esté recalando en la isla: la de los abogados. Probablemente, el turno de oficio de letrados de Fuerteventura sea el más numeroso y lucrativo de toda España. Los números lo dicen todo. El año pasado, los juzgados tramitaron más de 10.000 expedientes de expulsión de otros tantos inmigrantes irregulares. Por ley, cada uno de estos extranjeros tiene que estar asistido por un letrado de oficio cuya primera labor es recurrir automáticamente estos expedientes de expulsión en 72 horas. Por cada expediente, los abogados cobran una tarifa preestablecida de 120 euros (casi 20.000 pesetas, que se dice pronto y fácil), que paga religiosamente el Gobierno canario, como parte de sus transferencias judiciales asumidas. Haciendo números, y sólo en el capítulo de recursos, estos letrados se embolsan más de un millón de euros. A esta cantidad hay que añadir lo que cobran por asistir a sus clientes recién llegados en comisaría y en el centro de retención de El Matorral. Cada visita no baja de los 60 euros. En los juzgados, cuentan el caso de un abogado que en un solo mes, en agosto, cuando todos los demás se fueron de vacaciones, facturó tanto dinero que las autoridades canarias están negociando con él la manera de pagarle a plazos para no alterar más aún sus presupuestos. Aquí llegan abogados de toda España. Vienen con intención de aguantar un año o dos y sacar así el dinero para montarse su propio bufete en su ciudad de origen. Y vaya si lo consiguen Ganan más en un mes que cualquiera en un año trabajando duro en la Península. Y eso que muchos están recién salidos de la facultad".

No por eso vamos a pensar, el Cielo nos libre, que todos los abogados son iguales. Pasa como en política: hay políticos malos... y políticos peores. De toda la vida. (de-leon@ya.com).