Ningún voluntario de Cruz Roja ha pedido que le releven de las tareas de ayuda a inmigrantes por no poder superar la presión

Ayudar a un inmigrante en la playa cambia la vida

Ha aumentando el número de personas que se han dirigido a la ONG para preguntar cómo pueden echar una mano ante esta tragedia

¿Puede alguien con dos dedos de frente volver a preocuparse de la talla del pantalón después de haber asistido a un grupo de inmigrantes que llegan moribundos a una playa?. Probablemente no y es que enfrentarse a la muerte de seres humanos o a unas condiciones de vida desesperadas cuando uno puede estar gozando de unas vacaciones por todo lo alto supone un choque emocional que nadie consigue olvidar.

Los vecinos de Tenerife han supuesto durante estos días un ejemplo de solidaridad y generosidad para todo el país. Gente de la propia Isla y veraneantes no dudaron en deshacerse de su ropa o comida para abrigar a las personas que llegaron a la costa en cayucos, convirtiéndose en voluntarios de Cruz Roja por unos minutos.

Los que forman parte de esta ONG reciben toda clase de cursos para afrontar físicamente para este tipo de situación, pero ¿se puede estar preparado psicológicamente para superar la muerte o el desfallecimiento de seres humanos día tras día?.

El presidente de Cruz Roja en Lanzarote, Arturo Ramírez, asegura que a pesar de que ya casi ni es noticia la llegada de pateras a nuestras islas, lo cierto es que cada día es una tragedia nueva. Sin embargo, comenta que “también es cierto que cierto sector de la población se puede ir insensibilizando por la frecuencia a la que llegan estas personas a Canarias”.

Ramírez asegura que Cruz Roja ya lleva muchos años asistiendo a los inmigrantes que arriban a Lanzarote y por eso sus voluntarios saben lo que tienen que hacer en cada ocasión. “Por desgracia ya tenemos experiencia y vemos que hay una diferencia con lo que está pasando ahora porque a nosotros nos llegaban embarcaciones con unas 20 personas como mucho y ahora vienen 100 individuos, con lo que se incrementa el drama que se ve día a día” explica.

Preparados para ver la desgracia

Dice el responsable que los trabajadores de la ONG sí están preparados para asumir la llegada de estos cayucos, sobre todo, por la frecuencia. “A lo que ya no te acostumbras es a ver los cadáveres o a seres humanos en unas condiciones extremas, con la mirada perdida o acompañados de niños en situaciones lamentables”, reconoce. Comenta que “ningún ser humano que se considere como tal podría ser insensible a algo así y no hay forma de prepararse para ello”.

De momento no ha habido casos de voluntarios que hayan pedido la baja en el servicio de rescate en las costas por no poder soportar la presión. Al menos, éste es el dato que baraja Ramírez en cuanto a la organización en Lanzarote. Es más, curiosamente ha sucedido todo lo contrario. Ramírez comenta que desde esta avalancha de inmigrantes ha aumentado el número de personas que se han dirigido tanto a las sedes de Lanzarote como de Tenerife para preguntar cómo pueden echar una mano. Dice que “aunque pueda ser muy fuerte ver un niño muerto o a una madre que casi no puede sobrevivir, los voluntarios son conscientes de que su ayuda puede suponer mucho y eso motiva a seguir haciendo el trabajo”.

¡Qué mal deben de estar allí!

Aunque ya prácticamente no se habla del tema, los voluntarios que se encargan de la ayuda a inmigrantes, lo primero que comentan en cuanto les han atendido es “qué mal deben de estar allí para arriesgarse a venir en estas condiciones”. A todos les llama la atención cómo pueden atreverse a cruzar el océano en unos barcos en los que nadie osaría ni alejarse cien metros. No entienden cómo pueden comer o hacer sus necesidades en un espacio tan reducido. “Ya no se trata sólo de que atraviesen el desierto, sino de tener el valor de embarcarse cuando ni siquiera se sabe nadar”, comenta.

A Ramírez no le ha sorprendido la reacción que han tenido los bañistas en Tenerife porque “no es la primera vez que sucede y nosotros ya lo hemos vivido en Fuerteventura o en Lanzarote”. En muchas ocasiones han sido los vecinos de los pueblos los que han atendido a los inmigrantes y recuerda el caso de los habitantes de Playa Quemada que salieron de casa y les invitaron a que entraran a comer y vestirse.

El presidente de Cruz Roja piensa que este tipo de experiencia cambia la vida y que nada es igual después de atender a estas personas. Comenta que produce un choque estar de vacaciones, consumiendo y gastando dinero sin reparo y luego encontrarte con gente que se está jugando la vida porque no tiene nada de nada. Es más, cree que es posible que los veraneantes que han vivido algo así contacten con alguna ONG cuando vuelvan a sus lugares de origen porque se les haya despertado la conciencia solidaria.

Inmigrantes vistos por inmigrantes

Aunque en Lanzarote quedan pocos inmigrantes que hayan llegado en patera, en Cruz Roja hay un chico que fue de los primeros en llegar en una de estas embarcaciones y hoy es socorrista acuático. Ahora también es uno de los primeros en aparecer cuando llega un barco y siempre recuerda lo mal que lo pasó el en su momento.

“Los que están aquí viviendo dicen que esto no es lo que ellos pensaban”, comenta Ramírez.

Hay que entender que existen diferentes motivaciones para venir a Europa, desde la huida de una guerra hasta una situación de miseria. Los que lo tenían todo perdido porque si se quedaban se arriesgaban a una muerte segura sí animan a otros compatriotas a hacer lo mismo y a escapar de su país; para los que venían buscando una vida de dinero y comodidades, las cosas son distintas y gran parte de ellos sueñan con volver.