Sexos de izquierdas y de derechas
Por Mare Cabrera
Julio hace años que se compró una finca, de tamaño considerable, y cultiva alimentos básicos, además de enseñarle a su hijo, ya galletón, el noble arte de trabajar la tierra. Según dice, para cuando venga la tremenda, que por lo que me explica es la época de crisis absoluta, cuando falte que comer y ni en Mercadona o Carrefour haya un tomate que meter en la cesta de la compra.
Él se dice de derechas y llamaba a sus amistades para acudir a la sede del PP el día de las elecciones. Ya se sabía ganador y quería festejarlo. Al día siguiente, 21 de noviembre, salía de su casa para sorprenderse. Alguien había hecho pintadas en la pared, del tipo “Facha maricón" y otros piropos similares. Dice Julio que es el despecho del perdedor.
Andrés es profesor, homosexual y de izquierdas. Hace unos días retiró de su taquilla un paquetito promocional de perfumes. En concreto, uno en el que aparecía una flor roja. Alguien lo puso ahí. Quizá algunos de esos profesores de su centro que le retiran el saludo un día para devolvérselo al siguiente, manifestando una actitud irregular, andaban aburridos y consiguieron entretenerse cachondeándose del rojo. Por eso, el director del centro le aconseja a Andrés guardarse sus opiniones políticas porque dice que son malos tiempos, ahora que los otros tienen abrumadora mayoría, para ir de rojo y maricón por la vida.
Julio y Andrés, Andrés y Julio, no tienen mucho en común, pero sí la conciencia de que aún no está todo superado. Las dos Españas, que se ningunean, se desprecian y se insultan (cuando no se matan, como cuando la guerra incivil) la una a la otra dependiendo de quien tenga al poder, están condenadas a entenderse. O deberían estarlo ya, en pleno siglo XXI.