Residentes ausentes, y tal
Antonio Guerra León
Señores, nueve días para elegir a un Senador en Tenerife, sí han leído bien, nueve días, sobando hasta lo indecible una legión de personas reunidas en las salas de los juzgados, el tan traído y llevado voto de pa`fuera en este caso de Venezuela qué Díos libre y guarde, mientras otras tantos prójimos, temblorosos y llorosos muchas veces o exultantes de alegría otras según se iban sucediendo los sucesivos recuentos, miran ansiosos la pesada operación de releer papeletas dos o tres veces con indisimulados nervios... y si no nos gusta el resultado otra vez a cortar y barajar que para eso nos gastamos muy buenas perritas en viajar a las Américas para hacer campaña.
Giras pagadas con dineros que no salen de los propios partidos políticos, sino casi siempre, de las arcas donde están depositados nuestros impuestos. Pólvora del Rey, para gastarla alegremente en suculentas paellas, pabellones criollos, mucho ron y heladas cervezas entre abrazos, lloros y remembranzas isleñas con isas, folias y malagueñas de fondo, plegarias a nuestras vírgenes y citas sentimentales sobre lugares comunes donde nunca falta el Teide gigante, ardiente y fanfarrön que un día nos vio nacer. Así de esa forma tan típica, tópica y gastronómica intentan llevar los candidatos canarios a la oficina de correos venezolanas a muchos votantes y hasta gente fallecida ¡Milagritos compadres, qué haberlos los hay! Y para más abundar, es que sabemos de buena fuente que emiten el voto hasta personas que nunca han pisado el lugar de origen de sus antepasados. Pues que quiere que les diga...
Y que no nos saquen otra vez esas gentes y van cientos la estúpida bandera de la canariedad, lazos fraternales y otras majaderías por el estilo para tapar tamaño dislate siempre tan miserable y no solo para la clase política, sino también para nuestros paisanos emigrados a los cuales tratan los cazadores de voluntades como simple mercancía electorera y después ¡Chamo, tararí, tararí que te vi!
Pero seamos serios, ahora que tenemos nuestro propio “Aló Presidente” copiado de Hugo Chávez, porque no le preguntamos al Sr. Rivero lo siguiente ¿Es que alguien en sus cabales puede creer ni por asomo en la puridad de los votos del exterior? Y cuando y de una puñetera vez todos los partidos, todos, van a meterle mano a esta vergüenza antidemocrática y tercermundista que es el voto exterior.
Además, que nos expliquen también, pues no somos muy listos que digamos, que es eso de, residente ausente, entelequia semántica de difícil o no tan rara apreciación, pues para nosotros esa definición solo corresponde a la persona que paga sus impuestos en la localidad donde habita, y que por cualquier circunstancia se encuentra fuera, ciudadanos que también pueden emitir su voto por correo en tiempo y forma como marca la vigente ley electoral sin caer en el mercantilismo electorero que nos ocupa y nos avergüenza. (Respecto al empadronamiento de muchas personas en domicilios de amigos y familiares en el archipiélago, es nuestro deber recordar que muchas veces no se dan las condiciones de contribuyente del empadronado en cuestión, sino que constan en las listas solo para gozar de los descuentos en billetes aéreos y otros beneficios de los que somos depositarios los isleños por cuestiones de lejanía y otras circunstancias muy particulares, Personajes foráneos, casi siempre, que incumplen de esa manera las leyes y que seguramente votan en otros municipios si no hay la debida forma de comprobar esas duplicidades). Y si estamos equivocados mejor que mejor. Hasta Pronto.