Una vecina de La Destila denuncia ante la Policía Local los desperfectos ocasionados en su vivienda por el derribo de la obra anexa
Fotos: Dory Hernández
Las obras no cesan en el popular barrio capitalino de La Destila y con ellas las consecuencias de llevar a cabo tales empresas, como el vallado en las calles colindantes anunciando la salida de camiones. Entre dichas obras se encuentra el derribo de una de las últimas casas terreras de la zona, sita entre la calle Tiburcio y El Remedio, que ha producido más de un quebradero de cabeza a su vecina inmediata, María Romero, la cual aseguró este martes a Crónicas que hizo personarse a la Policía Local en la zona para denunciar los desperfectos que el derribo del inmueble produjo en su vivienda, una serie de grietas en la pared.
Aseguró además que poco tiempo después de dar comienzo el pasado lunes el derribo de la casa de “doña Cristobalina”, como la conocen en el barrio, y tras la llegada de los agentes a eso de las 17.30 horas, la empresa constructora no presentó los permisos pertinentes para llevar a cabo dicha demolición.
Además, los operarios, según ella, se sintieron molestos ante la petición, algo que le enervó aún más al considerar ella que era su derecho. “No me parece bien que vengan a tirar un edificio que está pegado pared con pared sin avisar de que van a derribar, me parece que no es justo eso; además, se ponen molestos si llamas a la policía y tenemos derecho a llamar”, estimó visiblemente molesta. Romero argumentó, por otro lado, que tuvo que hacer uso de sus propios productos para frenar la constante salida de ratas del inmueble.
Crónicas, sin embargo, se ha puesto en contacto con la Policía Local de Arrecife, los cuales aseguraron no tener constancia de ninguna denuncia de ese tipo.
Lo que más duele a María Romero, sin embargo, es el hecho de que el Ayuntamiento no haya remitido ninguna notificación a los vecinos del barrio anunciándoles que se iba a dar paso a una demolición.
En este sentido, otra vecina de La Destila, Juani Betancort, mostró un documento enviado por el Consistorio capitalino a su domicilio con fecha 14 de septiembre de 2005 donde se les anunciaba que Construcciones y Promociones Acosta había solicitado licencia para la apertura de una actividad de garaje y que contaban con 20 días para alegaciones.
Dicha obra, indicó, es la que se encuentra llevándose a cabo actualmente frente a Telepizza, una magna obra que ha comenzado mucho tiempo después de su previo aviso por parte del Consistorio capitalino. Betancort aseguró que no siente ninguna molestia por las obras que le rodean (una a su derecha sólo de oficinas, otra enfrente y otra a la izquierda) aunque sí es cierto que “el polvo siempre entra”.
Por otro lado, las vecinas sostuvieron que hay un constante ir y venir de representantes de inmobiliarias y constructoras ofreciéndoles, a cambio de sus propiedades, dinero o pisos. Explicaron que a cada momento aparece alguien con un repetitivo “¿quiere vender...quiere vender?”, afanado por conseguir un trozo de tierra de la capital al menor precio posible.
Romero, en este sentido, explicó que “a mí me ofrecieron si quería un piso o 25 millones de pesetas y yo dije que no; vienen a cada momento y yo no vendo porque nunca llego a acuerdos con ellos”.
Por su parte, Betancort aseguró que “no voy a dar mi casa para que me den un piso y luego tener que pagar una comunidad; no te puedes imaginar los que han venido y me han dejado tarjetas y todo, entre inmobiliarias y constructoras” para luego añadir que “han pasado varias personas que han cogido esto como un supernegocio que les va bien pero yo no estoy dispuesta a dar mi casa por un piso aunque si me dan lo que yo les pido acepto... yo sé que a las constructoras, empresarios e inmobiliarias les interesa la especulación, el negocio...”.
Betancort subrayó además el hecho de que el Ayuntamiento, según ella, es el primer interesado en la construcción de edificios de viviendas porque “cada vecino que se compre un piso tiene que pagar una contribución y unos gastos”.
A pocos metros de La Destila y en la trasera de la Sociedad La Democracia (calle 18 de julio-esquina Canalejas) comenzó días atrás la construcción de otro edificio.
Tendrá sótano, siete viviendas y dos locales. Arrecife, al parecer, se ha convertido en un codiciado pastel aunque muchos vecinos se aferran al suelo quizá pensando que puede llegar una oferta mejor. “El valor moral no lo pagan”, aseguró Betancort.
Momentos antes de hablar con las vecinas anteriormente citadas, Crónicas contactó con el concejal de Obras Públicas del Ayuntamiento capitalino, Luis Morales, para preguntarle por las obras de esta zona de la ciudad. Morales estimó que “el hecho de derribar casas para construir edificios nuevos es una práctica habitual” pero “otra cosa es que no se haya cumplido con las condiciones de cuidado de las aceras y demás del que ha hecho el derribo; cuestiones que se si se comunican a la Concejalía de Obras, nosotros vamos, la miramos, la evaluamos y si tenemos que llamar al propietario para que rectifique esa situación lo hacemos, siempre y cuando nos lleguen esas quejas a nosotros”.