Coalición Canaria y Partido Popular, el arte de complicarse la vida en Lanzarote
Coalición Canaria (CC) y Partido Popular (PP) tienen una oportunidad histórica de hacerse con el control estable de las dos principales administraciones de Lanzarote, el Cabildo y el Ayuntamiento de Arrecife. Sin embargo, nada hace pensar que durante este fin de semana las dirigentes de ambas formaciones, en este caso dos mujeres, Migdalia Machín y Astrid Pérez, hayan sido capaces de cerrar una alianza que es sencilla de ver, simplemente por una cuestión numérica que soñaban antes de que se celebraran las elecciones. Una semana no ha servido para alcanzar un acuerdo cantado. Es una historia que para desgracia de los dos partidos se ha repetido a lo largo del tiempo.
Cuando acabó el intenso domingo de votaciones a los ayuntamientos y al Cabildo el Partido Socialista (PSOE) tenía motivos para estar más que contento. No sólo había ganado con Dolores Corujo al frente las votaciones a la presidencia insular sino que los números del resto de administraciones le ofrecían una certera posibilidad de conformar un pacto que dejara definitivamente a Pedro San Ginés y a CC compuestos y sin cargo. El error cometido en el Ministerio del Interior al confiar en una empresa que no se dio cuenta de que la bajada del tope electoral al 3 por ciento no se aplicaba a los cabildos fue suficiente para que las botellas de cava se transformaran en botellas de vinagre, y no balsámico precisamente. Fuera de la ecuación Ciudadanos, Somos Lanzarote y Lanzarote Avanza se acabaron de golpe y porrazo las opciones reales de llegar a los doce consejeros que se necesitan para configurar un pacto estable de gobierno. Un auténtico drama. Eso, sumado al estrepitoso fracaso no reconocido en Arrecife, donde partiendo de la Alcaldía el grupo que lidera Eva de Anta no fue capaz ni de salvar los muebles, ha hecho que estos días la dulce victoria socialista se haya transformado en amarga derrota. Todo, claro, si finalmente nacionalistas y populares son capaces de ponerse de acuerdo, cosa que está por ver.
A lo largo de la semana, en lugar de sentarse a negociar, los unos y los otros se han dedicado a soltar mensajes no encriptados en los medios. La excusa era que no tenían conformados los equipos negociadores, como si eso hubiera sido necesario por ejemplo para que en el pasado mandato PP y CC cerraran en veinte minutos un pacto que garantizó el segundo gobierno de Pancho Hernández en Tías. La realidad es que las pretensiones personales de unos y otros se han puesto por encima de la necesidad reclamada por los pocos ciudadanos que han ido a votar, en el caso de Arrecife apenas un cincuenta por ciento, de que se haga un pacto que dé estabilidad a las dos principales instituciones. Los mensajes han sido incluso autodirigidos; en el caso de los nacionalistas Pedro San Ginés ha expuesto con claridad en el programa "A buena hora" de Crónicas Radio que si tuviera que renunciar a ser presidente, lo haría, pero que lo ve "poco probable". También dijo algo que algunos no entendieron, que el gran triunfador en Lanzarote no fue Echedey Eugenio, ni Jesús Machín, ni Oswaldo Betancort, fue Fernando Clavijo. Numéricamente tiene razón, la lista autonómica fue la más votada. Por su parte, Eugenio soltó en el mismo programa algo que desde luego no gustó al PP, que están buscando sumar por todas partes no ya los trece que necesitan, sino un acuerdo más amplio que parte de una base presuntamente más sólida de la que se busca, dando a entender además que tenían un acuerdo en ciernes con la Nueva Canarias (NC), ahora ya casi sin lo que queda de Somos, que lidera Armando Santana. ¿Estrategia de desgaste? Claramente. Hasta cierto punto es lógico que Eugenio y los suyos no entiendan que la organización les reclame de nuevo un sacrificio. Ya les obligaron a estar con el baile de la yenka en el periodo anterior; ahora creen que les toca a ellos exigir sacrificios externos. De ahí que se esté retrasando lo que debería haber sido un acuerdo rápido, alegre y duradero.
Antes de las elecciones nadie habría apostado por la posibilidad de que si los números daban un resultado similar al actual, CC y PP no fueran capaces de cerrar un pacto de gobierno en poco más de diez minutos. Ocho consejeros de los nacionalistas y cuatro de los populares son doce. Nueve concejales de los nacionalistas y seis de los populares son quince. Blanco y en botella, acuerdo. ¿El problema? Las cábalas, los deseos personales y el hecho indudable de que la memoria existe, y la desconfianza también. A eso se suma que el Gobierno de Canarias no cuenta con números claros; aunque se empeñan una y otra vez en Lanzarote a decir que no se van a aplicar pactos en cascada, están todos pendientes de lo que pasa en el Archipiélago, como en Yaiza y en Tías están mirando de reojo a ver qué sucede en el Cabildo.
En CC todo el mundo da por hecho que no se puede regalar la Alcaldía de la capital al PP toda vez que la organización se volcó en Arrecife y logró que una persona joven y que venía de Teguise lograra pasar por encima de sus oponentes. Y en el PP dan por hecho que si lo que pretende CC es blindar durante cuatro años a Pedro San Ginés a través de una moción de censura contra Dolores Corujo el "a cambio" no puede ser un par de áreas buenas en la Primera Corporación insular y las mejores concejalías en la capital. Y ahí está el atasco.
Unos no se bajan del burro y otros amenazan con no subirse a él. De ahí que en el PSOE, que viven en estos días en una terrorífica montaña rusa, hayan elegido a Andrés Stinga para tratar de engatusar a unos y a otros y para que logre enredar lo suficiente para que fracase lo obvio. En el aire, además, la estrategia que podría llevar incluso a que la secretaria general de los socialistas y sus otros ocho compañeros renuncien a ser presidentes y obliguen a San Ginés a ser directamente designado, siendo así él quien podría ser censurado en un segundo tiempo que de momento se contempla sólo como posible. Tienen menos de dos semanas para decidirse.
No es sencillo lo que aparentemente lo era. A partir de este lunes se espera que se intensifiquen los contactos y que algunos rebajen sus pretensiones iniciales por el bien de Lanzarote y de la estabilidad que necesita como el agua de mayo y de junio que sigue sin empapar sus cuarteados campos. Los ciudadanos que siguen la política no entenderían ningún cambalache inestable, pactos de esos que se ve que están condenados al fracaso.
La partida de envite continúa, y parece que continuará a lo largo de los próximos días. El miedo de los unos y los otros es el mismo, que por exceso de celo se queden fuera de la ecuación final. Combinaciones además del pacto CC y PP hay varias: CC y PSOE podrían entenderse, como PSOE y PP. Hagan apuestas.