Tito y los arquitectos
Por Andrés Chaves
1.- Mi buen amigo Tito Díaz , médico de Güímar, y arrimado a la cultura -no en vano fue el primer galeno tinerfeño que disertó sobre el genoma humano, en una memorable conexión radiofónica desde Nueva York el 5 de julio de 2000-, me llevó el viernes/noche a La Recova, a visitar una distaxia de arquitectos. Yo concibo a la cultura como a los impresionistas: es decir, admiro las formas reales. Pero detesto ver ciento cincuenta barquitos de papel en un rincón, una carreta restaurada con vistas de Chicago y un concierto silencioso que dura cuatro minutos y medio, con un director estático y unos músicos apollabobados. Esta fue la bienal de Canarias, organizada por Juanma Palerm, que permanecía echado en un sillón como un cardenal florentino, o quizá como el papa Sixto III . Escenas y escenarios era el título del bodrio, que me aburrió de manera soberana. Cuando llegué a aquel silencio, me dieron ganas de gritar: "¡Oiga!, ¿cuándo empieza esto?". Pero el letrado Josechu Vargas , que andaba por allí, igual que yo, como un pulpo en un garaje, me solicitó prudencia, so pena de no invitarme al almuerzo prometido. Y callé. Callé para siempre. Tito está cabreado conmigo: dice que tengo el cerebro reblandecido por la envidia y que no diga estas cosas.
2.- La Recova estaba a rebosar de arquitectos, casi todos peludos (los arquitectos se dejan melena, menos Carlos Schwartz y Herzog , dos genios, que están calvos). Pero yo de bienales sé poco y me sorprendió ver la cara de aburrimiento de Caco Senante . En un momento de la melodía silenciosa me hubiera gustado ver a Caco, entonando su Mojo Picón. Pero como ahora me está de dirigente de la SGAE anda el tipo formal, con cara circunspecta y escapulario de Tedy Bautista . Yo es que me descojono con eso que llaman "la cultura", que es una mierda espichada en un palo. Se lo trasladé a mi estimado Carlitos Díaz-Bertrana , que andaba también por la vuelta, y Carlos me dijo (sic): "y tú no has visto nada".
3.- Estos tipos de "la cultura" a mí me desazonan mucho y por decir lo que digo, que yo digo lo que pienso, no soy académico de la Lengua de Canarias, que me vetaron los biólogos, aunque sienta placer de que me firmaran para el ingreso Juan-Manuel García Ramos, Arturo Maccanti, Eligio Hernández y Ramón Trujillo. Pero me vetan los biólogos y los puristas del idioma, que son tan puristas que no escriben casi nunca y así se equivocan poco. La lengua tiene que ser manida para resultar enriquecida. Los académicos que no escriben no la enriquecen, sino que la hibernan. Y, claro, nuestra Academia ha sido hibernada por los que no ejercitan la lengua sino para conspirar y no dejar entrar a los que nos arriesgamos a ejercer de cotidianos pregoneros. Bueno, pues lo de los arquitectos, de pena. Hubo quien expuso, sobre un panel blanco, unas alcayatas. Me dieron ganas de colgar de una de ellas el jersey. Bravo por la americana (¿americana?) que dibujó, blanco sobre negro, los charcos de mi Puerto de la Cruz. Lo mejor de la bienal: la presencia de mis primos Marta Von Porozslay y José Luis Machado, a los que quiero y aprecio.
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