Sólo nos queda margullir
1.- Para quitarme toda la mala suerte de encima, toda la mala suerte de Zapatero, sólo me queda irme a San Telmo y margullir un rato. Ya no se pueden coger ni lapas: lo han prohibido. ¿De qué vivirá ahora mi buen amigo Gonzalo Haroldo Álvarez Hernández, que es quien más lapas se llevaba al saco de toda la Isla Baja y parte del extranjero? Ya no se pueden coger lapas, ni tampoco pescar en la costa; está todo prohibido. Qué bien vendría ahora aquel lema del mayo del 68: "Lo ideal es ilegal"; o el más prosaico que reza: "Prohibido prohibir". El Seprona acecha, así que el mago ha recogido velas y ya no entierra nada, sino que vigila atentamente las motos de la Meretérita, que diría Chiquito. La Meretérita está en todas partes: ahora tiene unos Renault, sin distintivos del cuerpo, o sea lo que se llamaba antes, cuando la oprobiosa, "coches camuflados", que te siguen y te siguen y como cometas una infracción ponen los guardias las sirenas y despliegan por el cristal trasero un cartel que dice: Guardia Civil. Y ya estás listo. Se te cae el pelo.
2.- A mi cuñado -ya saben que todo mago que se precie tiene un cuñado- lo han dejado con dos puntos y anda el hombre reciclándose. La tienen tomada con él; cada vez que sale con el coche se le plantan los agentes del camuflaje detrás y algo le ven, porque comienza la resta enseguida. Lo bueno que tienen los coches camuflados de ahora es que son más alegres. Cuando Franco, patrullaban al anochecer aquellas rubias Peugeot, negras, luego grises, que llamaban "zetas". Dentro, los policías de gabardina y chapa detrás de la solapa, que le ordenaban al que se desmandaba: "¡Acompáñeme!". Y tú contestabas, sabiéndote bien protegido: "Usted no sabe con quién está hablando". En ese preciso instante te daban el primer cachetón; ya el resto lo recibías en la mazmorra.
3.- Pero ya no hay lapas, que es a lo que iba, y uno las tiene que conseguir de estránguilis, pero uno ya conoce los sitios y no los revela para que no se plante en ellos el Seprona con sus motos todoterreno, que el propio ruido espanta. Antañazo, el mago le huía a las plagas y ahora le huye al Seprona, que es una plaga motorizada. Así que todo está prohibido y al mago siempre le ha gustado lo prohibido, desde pescar con cabuco a cazar durante la veda. Es su sino, un sino que ha cercenado el Seprona. Ahora nos queda margullir.
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