El retrato de Dorian Alonso

1.- Se ha mosqueado Carlos Alonso porque José Carlos Gracia lo pintó como si fuera la imagen de un marciano enviada por el jeep "Curiosity". Y el asunto ha causado cachondeo general. Confieso que cuando vi el retrato, el domingo pasado en EL DIA, pensé que José Carlos había retratado al presumido presidente del Cabildo en medio de una resaca, pero el pintor ya no bebe sino a gotitas, así que descarté el mal pensamiento. Los políticos son muy suyos y muy presumidos y a lo mejor es que Carlos Alonso no quiere ser retratado sin antes pasar por las manos de Efraín Medina , que es un gran estilista y le quita el bucle ese que, de vez en vez, se desprende de la cabellera del presidente. Lo cierto es que aquello parecía el retrato de Dorian Gray en versión cabildera. Yo, sin haberme enterado del lío, hablé con José Carlos Gracia para decirle: "Coño, qué mal te salió". Y entonces el pintor, compungido, me contó que Alonso había publicado en su twitter un comentario criticando la labor del artista. O poco menos.

2.- Y eso a mi amigo Gracia le cabrea mucho, porque es muy puntilloso y muy celoso de sus cosas. Un día le dije que su estudio tenía varios milímetros de polvo, sin reparar que su casa se encontraba en obras, y me echó encima a la mujer de la limpieza, responsable del desaguisado, que me abroncó severamente por mi atrevimiento. Total, que el retrato de Dorian Alonso (cada día más joven en el lienzo) ha dado bastante que hablar y ha sido objeto de mofa y de rechifla en las redes sociales, que hoy son las que mandan porque también son el patio de vecinos de la Internet.

3.- Yo tengo tres retratos hechos por José Carlos. Dos de ellos son excelentes. Y el otro se ve que menos, porque mi ex mujer no lo quiso, mi madre me lo devolvió, quise regalárselo a mi secretaria, cuando se jubiló, y ella rechazó amablemente el obsequio. Y una vez fue el juzgado a embargarme bienes a la oficina y señalé el cuadro. A lo que el secretario, dando un grito de consternación, dijo: "¡Ni hablar, eso no! ¿Qué quiere, que el demandante lo tenga que estar observando a usted hasta que le pague?". Así que el cuadro ha ido conmigo a todas partes hasta que un familiar le dio una patada, no porque tuviera nada contra mí, sino accidentalmente. Y el cristal le tajó medio pie. No le queda nada que pasar a Carlos Alonso. Su vida se va a convertir desde ahora en un avatar.

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