Prohibido masturbarse en Massachusetts
1.- Un anuncio colocado en los baños de la Universidad de Massachusetts (Estados Unidos) es ya trending tropic en la Red. Y no es para menos. El aviso, que tiene guasa, asegura que el río de semen que provocan los alumnos meneándoselas en las duchas provoca daños en las cañerías, cuya reparación cuesta miles y miles de dólares. "Es su dinero", dicen las autoridades universitarias, "así que es mejor que vayan a masturbarse a sus habitaciones". Ya digo que la cosa ha logrado récords de visitas en la Red. No parece probable que una sustancia como el semen sea capaz de tupir cañerías, aunque realmente ignoro la composición de lo eyaculado por estos gladiadores massachusianos, o algo así. En un principio, la gente se tomó a guasa la advertencia y dudó de su autenticidad, pero el aviso estaba impreso en papel oficial de la universidad, así que los alumnos le han dado credibilidad y deberán ahora abstenerse del jolgorio bajo la alcachofa, so pena de ser sancionados si vuelven a atascarse los desagües, que no deben ser demasiado caudalosos, a juzgar por lo relatado.
2.- No me imagino a los niños y niñas refinados, pijos, de Boston comentando ese cartel, aunque esta vez la cosa no va con ellas, por razones obvias. Tampoco estamos hablando de la vecina Universidad de Harvard ni del Instituto Tecnológico, cuna de tantos premios Nobel, sino de un centro educativo menos prestigioso, pero igualmente muy reconocido. En la Internet están como locos. He accedido al cartel y, efectivamente, reza tal y como lo cuento aquí. Estos americanos, que en ocasiones pecan de pacatos y de tradicionales, se despendolan cuando se trata de vigilar sus cañerías. Una vez, estando en Nueva York, el Ayuntamiento levantó la Octava Avenida entera, con una legión de operarios que parecían hombres del espacio, para sustituir las viejas cañerías que contenían asbestos, algo muy propio en las antiguas tuberías de todas las ciudades de Canarias. Resulta que el asbestos es cancerígeno, pero en cantidades superlativas.
3.- Fue tal la neura que la cosa provocó en algunos neoyorquinos que se la contagiaron a mi amigo y compañero -y compadre- Javier Zerolo , que tiró a la basura unos tenis de marca recién comprados porque habían pisado los escombros de la obra. Que ni chiquita cagalera. Pues algo parecido ocurre ahora con el semen de los alumnos de Massachusetts, que deberán reprimirse, al menos en los baños, trasladando los menesteres propios de su edad a sus respectivos dormitorios. A ver si ahora son los kleenex los que atoran la cosa y va a ser peor el remedio que la enfermedad. En fin, aleluya, aleluya, el que la coja es suya.
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