El precio militar de ser recibido
Por Andrés Chaves
1.- El Museo de la Ciencia y el Cosmos busca testigos para que compartan los recuerdos de aquel 2 de octubre de 1959, cuando desde Canarias pudimos ver el eclipse total de Sol. Hace ahora 50 años. Yo voy a hablarles de mis recuerdos. Yo tenía 12 años y estudiaba segundo de bachillerato en el colegio de San Agustín del Puerto de la Cruz. Los padres agustinos, de tan gratísimo recuerdo para todos nosotros, nos llevaron, a toda la clase, unos diez o doce alumnos, en una pequeña guagüita Austin, de color rojo granate, hasta un monturrio de San Andrés, desde donde pudimos apreciar cómo el día se volvió noche de repente. Para nosotros fue una fiesta. Nos dijeron que pasarían muchos años antes de que desde la Tierra se pudiese contemplar un fenómeno como el que vimos, a través de unos cristales ahumados para que nuestros ojos no se resintieran por mirar fijamente al sol. Cada uno de nosotros tenía que llevar su cristal. Mi padre preparó el mío con mucho cuidado. Cuando llegó el momento de la máxima oscuridad, se produjo un gran silencio. No se escuchaba el volar de una mosca. Los perros dejaron de ladrar y a medida que se iba haciendo la luz comenzaron a cantar los gallos, como si estuviera amaneciendo.
2.- Se trastocaron todas las reglas habituales de la Naturaleza. Recobrada la luz, un murmullo que cada vez se fue haciendo más grande nos devolvió la vida que el eclipse nos había robado por unos largos minutos. Ya publicó EL DÍA en su momento, con precisión impropia de la época, que el máximo oscurecimiento se produciría a las 11 horas, 42 minutos y 10 segundos. El rigor científico de Pancho Ayala , querido y admirado compañero, se vio plasmado en ese reportaje. El eclipse se inició a las 10 horas, 17 minutos y 30 segundos. Pancho Ayala es químico y goza, por tanto, de una sólida formación científica. Se notaba que el artículo había sido escrito por un hombre de ciencia. Un avión americano se trasladó a la isla para captar el fenómeno, a 20.000 metros de altura. La NASA daba sus primeros pasos en la conquista del espacio. La observación de los fenómenos del universo ha interesado siempre al hombre, ansioso de saber todos los porqués.
3.- Cuando amaneció de nuevo, regresamos al Puerto de la Cruz. El eclipse fue tema de comentario. En nuestras mentes infantiles eso de que se hiciera de noche en pleno día necesitó algún tiempo de explicación por parte de los profesores. Los recuerdo a todos. A los padres Andrés Cañíbano, Pablo Díez y Lucinio García; y a los seglares Andrés Carballo, Celestino Padrón y Luis Pérez . Un colegio fantástico, en el que pasamos años inolvidables. Y que rivalizaba en formación con el de Segunda Enseñanza, dirigido por otro gran profesor, don Luis Gálvez Monreal .
achaves@radioranilla.com